Cooperativas de trabajo, precio justo y distribución directa al consumidor de carnes, frutas y verduras son los ejes de una serie de emprendimientos de una organización social local.
No es un misterio que en los barrios se está haciendo equilibrio para sobrellevar la situación económica actual que, en la consideración del Movimiento Popular La Dignidad, se tradujo en la propuesta de alternativas de consumo así como laborales. La conformación de cooperativas de trabajo y de “circuitos de economía justa y solidaria” fueron algunas de las formas adoptadas que Rodrigo Bosqui, integrante del colectivo y trabajador de una de las cooperativas, detalló con Pausa.
Rellenando la grieta
Concibiendo que el trabajo es una experiencia que se potencia con la participación colectiva, desde MPLD se sostiene que la forma óptima de llevarlo a cabo es en clave cooperativa: horizontal, sin patrones, con lógicas distintas para horarios y salarios. Dice Bosqui que “como todo lo que hacemos, esto viene a llenar una necesidad de transformar el sistema laboral impuesto y las formas de consumo que entendemos que son injustas. Por eso nos decidimos a desarrollar otro método que refuerce lo sustancial de este modo de economía: que no haya excluidos ni explotados”.
Jardinería, textiles y alimentos son algunos de los rubros que están redireccionando el rumbo a partir de iniciativas que, a diferencia de lo que demandan los oligopolios, no tienen como premisa maximizar las posibilidades de producción, sino garantizar que lo producido se venderá a un precio justo para el trabajo hecho y que llegue sin intermediarios al consumidor: “entre un 30% y 45% de baja de los precios finales con respecto a supermercados y almacenes menores son los números que estamos calculando. Además, eliminando ese factor especulativo también se generan otros vínculos entre los compradores y los productores mismos, que a partir de un ‘¿che, y por qué tan barato?’, cobra otra dimensión de lo que puede llegar a ser el comercio”.
La confianza es una realidad y no una súplica en estos ámbitos en los que los que compran tienen enfrente a quien produce los alimentos que comen y la ropa que se ponen, por ejemplo.
Normal no es justo
Definidas por ser trabajos sin patronal, las cooperativas como las que conforman este agrupamiento se permiten ponerse de acuerdo y considerar las necesidades de todas y todos: “cada uno de los trabajadores es un asociado, que trabaja seis días a la semana siendo uno dedicado a asambleas en las que se definen tanto los horarios de trabajo como la destinación de los márgenes de ganancia: a mí, por caso, que no me toca costear una familia no se me va a ocurrir ganar más que un compañero que sí”, cuenta Bosqui al respecto de su experiencia en La Jugosa, un emprendimiento de productos cárneos que no solamente participa de la feria de los martes en la casona de La Dignidad sino también de los otros circuitos de comercialización ensayados por el movimiento.
Durante las asambleas las discusiones van profundizando la coyuntura a partir de situaciones cotidianas en las que se problematizan incluso cuestiones políticas y económicas al respecto de por qué son tan caros los productos básicos en un país que produce alimentos para diez veces su población. Una solución que no viene a romper con la lógica capitalista, sino a reconvertirla en solidaria.
[quote_box_right]"Nos reconocemos como sujetos ubicados en los parámetros de la economía popular", dice Rodrigo Bosqui, de La Dignidad.[/quote_box_right]
Estas discusiones resultan necesarias “porque nos reconocemos como sujetos ubicados en los parámetros de la economía popular que consta de feriantes y distintas empresas que distan del mercado laboral formal y que ni siquiera es un modo legítimo todavía”, apunta Bosqui a más de 15 años de que el trueque volviera a ser una forma con presencia visible en descampados verdes y que sigue todavía (con variaciones pequeñas) en ferias como la de la Estación Mitre o en la entrada a La Esmeralda.
Obra social, gremialización y aportes jubilatorios son algunos de los deseos que se les niegan simplemente por esas construcciones culturales que apagan la legitimidad de miles de trabajadores. Amén de esto, desde la organización se adhirió a la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP).
El principal obstáculo que se reseña no es la falta de trabajo, sino la falta de costumbre de estas dinámicas alternativas en las que es menester el aprendizaje de otras cuestiones más allá de la producción, como la divulgación y distribución de la misma: “para sortear esas instancias nos propusimos la concreción de estructuras que las soporten, como la realización de estas ferias y la conformación de cooperativas de consumo en las que los productores somos proveedores”.
Despiertos en la crisis
“Cada diez pesos gastados, seis son destinados a la comida y, en esa problematización, que ya vamos teniendo mejor masticada, caemos en la cuenta de que este tiempo de crisis nos encuentra mejor organizados que otras veces”, lee Bosqui al respecto de la situación actual. Carnes, frutas y verduras de pequeños productores conforman algunos de los bolsones económicos ofrecidos por la organización para pelearle a una nueva época de oro de la inflación. Por consultas al respecto de estos bolsones de distribución semanal, pueden hacerse al 154 080 915 o bien acercarse a la feria en la casona del MPLD (Urquiza 3646) los martes de 10.00 a 13.00.