El cielo abre siempre

Sobre la Costanera, el CODE sueña con una nueva cúpula que complete el complejo y cobije a 60 amantes del espacio exterior.

Un planteario digital, el proyecto de los observadores del espacio.

A poco de cumplir 54 años de actividad ininterrumpida, el observatorio astronómico de la ciudad justifica con una movida activa el apoyo del gobierno provincial, que financiará la construcción de un planetario digital para el año que viene.

Pasar del goce al estudio resulta una decisión que tiene como primer requisito al compromiso. Los diagnósticos novedosos que permanentemente se popularizan desde los ámbitos científicos constituyen una fuente importante de asombro a estos fines: sea un antídoto en materia de medicina, el hallazgo de algún fósil durante una excavación o personas saliendo del planeta. Este último móvil fue el que, después del lanzamiento del primer satélite artificial de la historia (el ruso Sputnik I), juntó a Ángel Meynet y a Olimpio Chiarelli con otro grupo de aficionados de la astronomía que, casi cinco años después, el 22 de agosto de 1962, se constituirían como el Centro Observadores del Espacio.

A causa de estar circunscripto a grupos reducidos de personas que sostienen y desarrollan su interés en la materia, ni siquiera la constitución de sus comisiones directivas fueron de resolución rápida en los primeros tiempos del CODE. Hoy, el observatorio compone una asociación civil, por lo que se trata de una institución autónoma que está compuesta por aficionados, estudiosos y voluntarios cuyos trabajos se hacen ad honorem.

[quote_box_right]Se estima un año de trabajo y una inversión de 9 millones de pesos para el planetario más moderno del centro-norte.[/quote_box_right]

La vocación le gana a los intereses, cada vez que pasa un fenómeno espacial y el local de la Costanera, gestionado por el ex intendente Jorge Obeid en 1993, se completa con los nuevos fascinados y, también, todos los días cuando su actual presidente Jorge Coghlan llega, ya entrada la tarde noche, para atender a quien busque una interpretación de lo que se ve en el cielo. “Hay una línea telefónica que atendemos durante las 24 horas y que usan principalmente las radios, que nos trasladan cuestiones que los oyentes les van comentando, a diferencia de lo que pasa con otros observatorios que hay en el país (Rosario, San Juan y el histórico perteneciente a la Universidad de Córdoba) en los que la atención al público es más bien restringida. A nosotros nos van a encontrar siempre acá”, confirma Coghlan.

Ese mismo espíritu amateur (palabra enraizada en el verbo amar) es el que no se doblegó a pesar de que la propia sede y el subsiguiente planetario estaban ya en construcción en el Parque Sur. Pero el plan fue interrumpido por la última dictadura. La década del 80 tampoco fue fácil, pues la sede definitiva todavía era una idea en esos años en los que la inflación no facilitaba los planes de la institución que en ese momento funcionaba en Juan del Campillo y San Jerónimo. En lo simbólico, no obstante, el CODE ganó cuerpo (por ejemplo, con el avistamiento del Cometa Halley, en 1986), mucha gente se asoció y dio motivos para esa convocatoria de Obeid a ocupar las antiguas instalaciones del antiguo restaurante Posta del Sol que estaba ubicado frente a la plaza de la locomotora.

Hasta el momento, se podían enumerar entre los logros conseguidos la asistencia de una delegación al lanzamiento del Apolo XI, que derivó en la llegada del primer hombre a la Luna.  Neil Armstrong y Ángel Meynet coincidieron en Cabo Kennedy ese 20 de junio de 1969. Coghlan también participó de un encuentro cumbre en Buenos Aires en 1979 para charlar con Edwin Aldrin (otro tripulante del Apolo XI) que llegó al país para con motivo de cumplirse 10 años del alunizaje.

[quote_box_right]“Aunque no se vean las estrellas o la luna, mirando y charlando ya está uno en un momento maravilloso”, dijo Jorge Coghlan.
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Visitas guiadas, charlas, exposiciones, varias veces se organizó la Convención Internacional de la Liga Iberoamericana de Astronomía, así como sede social y secretaría de la misma se siguieron en la biografía del observatorio. El asentamiento definitivo posibilitó una programación que no paró de crecer gracias al flujo proveniente de las escuelas y del turismo propio: “hace pocas noches tuvimos un grupo de 30 personas que eran todas de afuera, hasta alguien de Córdoba que dijo que nunca encontró abierto el observatorio de allá, que es el más antiguo del país. Nosotros venimos aunque esté nublado. Hasta cuando llueve yo vengo igual”, expresó Coghlan.

 

Planetas digitales

Aquel proyecto que hace 40 años quedó trunco hoy se encuentra reactivado gracias a un convenio ya firmado, que contempla los aportes económicos del gobierno provincial y ejecución por parte del municipio: lo que está previsto es un planetario digital con capacidad máxima de entre 50 y 60 personas que podrán disfrutar proyecciones en 180 grados del cielo limpio.

El plazo de obra estima un año de trabajo y una inversión de 9 millones de pesos para levantar el planetario más moderno del centro-norte del país, que en su carácter de digital se suma al inaugurado en La Plata el año pasado.

Solamente las siluetas suaves de las cúpulas separaban al cielo del CODE, para quien viera su fachada sobre la Avenida 7 jefes, en los años tempranos de la década del 60. Los árboles crecieron y ahora al CODE hay que adivinarlo entre sombras y el resplandor anaranjado que baja hasta la calzada. En invierno, que oscurece rápido, el edificio pasa más tiempo abrigado por la sombra y, a la vez, favorecido porque de noche se ve mejor aunque “en sí, la humedad de Santa Fe refleja más fuertemente la luz de la ciudad, por lo que se ensucia fácilmente la vista. De cualquier modo, cualquier día es bueno para acercarse y mirar al cielo, aunque sea sin telescopios, aunque no se vean fácilmente las estrellas o la luna, mirando y charlando ya está uno en presencia de un momento maravilloso”.

Durante las vacaciones, cualquier día después de las 19.00 es posible acercarse a participar de charlas, proyecciones y demás eventos que, hasta después de la medianoche, tiene el portón de Almirante Brown 4998, abierto y mirando para arriba.

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