Emplazada en el Hospital Mira y López, la FM 87.7 se rige por la premisa de concebir la inclusión como un derecho y cuenta con una programación que respeta la diversidad.
Las paredes del primer pasillo se ven descascaradas, como si el tiempo no hubiera pasado. Luego, una galería conduce hacia un primer piso donde, al final, se encuentra un estudio y un control. La mañana gris de julio parece despejarse cuando se observa la FM 87.7 en la Mira al aire. Alojada en el hospital Mira y López de nuestra ciudad, la radio carga con una década de tenaz y perseverante trabajo con un objetivo muy claro: permitir que las personas sean reconocidas por lo que son capaces de hacer y no por una “rareza” psíquica.
La historia dice que las bases de la emisora comenzaron a escribirse en 2006, en el marco de un proyecto de la Dirección Provincial de Salud Mental que se llamaba Sustitución de lógicas manicomiales. “En ese momento le ofrecieron la dirección del hospital a Silvia González, quien había tenido una experiencia muy interesante con la radio comunitaria de barrio Chalet después de la inundación. A ella se le ocurrió que de todos los dispositivos alternativos que se podían implementar en el hospital, uno podía ser una radio”, evocó la psicóloga Marisa Mántaras, una de las operadoras clínicas con que cuenta en La Mira.
A partir de experiencias de taller, la radio se constituyó bajo características comunitarias. Los estudios propios se inauguraron en mayo de 2008 y se inició la transmisión en la frecuencia de la FM 87.7 a partir de agosto de 2009. Y desde noviembre de 2015, se financia con una partida presupuestaria proveniente de la mencionada Dirección Provincial de Salud Mental.
Piedras en el camino
Ahora bien, no son ínfimos los obstáculos que se deben atravesar a diario. Según ilustró Mántaras, “la ley de Salud Mental provincial 10.772, de 1991, plantea en el artículo 18 que las formas tradicionales de internación psiquiátrica deben ser cambiadas en un plazo no mayor a tres años de sancionada la ley. Esa transformación no está. Dentro del proyecto de la Dirección de Salud Mental, que asumió en 2005, se logró la reglamentación de la ley. Después, la evolución de las normas legislativas del país fue confirmando que el modo privilegiado de sustituir el manicomio es el establecimiento de dispositivos alternativos. También lo hace la ley 26.657, que se sancionó en 2010, en el artículo 11, que se reglamentó en 2013”.
[quote_box_right] Marisa Mántaras: “No hay pacientes, hay locutores. Velamos para que se cumplan las reglas mínimas de la comunicación humana”.[/quote_box_right]
Sin embargo, la letra escrita no parece tener asidero en la realidad. “Se habla de descentralización hospitalaria, de trabajo en territorio, de interdisciplina, pero al momento de plantearlo, los corsés administrativos, burocráticos, siguen esperando que se compre medicación y no CDs o pen drives”.
Comunicación
La premisa central del dispositivo es concebir la inclusión como un derecho. Y así, “no hay pacientes en la radio, hay locutores. Si bien la no profesionalización de las radios comunitarias habilita nuestro ejercicio”, aclaró, “la idea es conservar la responsabilidad de la comunicación. Los operadores clínicos, los psicólogos que intervienen en el dispositivo, bajo la excusa de la producción radiofónica, velamos para que se cumplan las reglas mínimas de la comunicación humana en relación con el discurso. Esto está pensado para que el sujeto no sea hablado por otro, ni por la política, ni por la religión, ni por ninguno de esos discursos armados que circulan en nuestra sociedad. Cuando alguien tiene un discurso propio, se le da un formato simple de programa de radio”.
Acerca de los locutores, cabe destacar que se trabaja con personas que guardan relación con el hospital y mantienen “un contacto ambulatorio”. “Hay un solo compañero que vive en el hospital, que hace el micro del clima”. Al respecto, Mántaras precisó que “el nivel de deterioro de la gente que habita en las salas es muy complicado para nuestro dispositivo. Pero también hemos tenido experiencias maravillosas”, remarcó, “como el de una compañera que estuvo internada en el hospital durante mucho tiempo, formó pareja con uno de los locutores de la radio y están viviendo en el barrio. Fue una externación radiofónica”.
Desde el punto de vista conceptual, resulta clave “correr la idea de enfermedad mental”. “Las crisis en salud mental son parte de la salud. Estamos en contra de la patologización y de la medicalización. Un vecino que se acercó haciendo un programa de tango, empezó con un problema familiar por la enfermedad de un pariente muy cercano, perdió su familiar y hoy su orientación es la radio”, ejemplificó al hilo de consignar que “nadie está exento de dificultades que atañen a la salud mental. Queremos romper todos esos marcos, también el asistencial”. Dicho en otros términos, lo que se pretende es construir un espacio en el cual “se pueda crear, se puedan explotar algunas potencialidades”.
Legalidad y comprensión
Con una diversa programación que comprende la música ciudadana, la cumbia, el rock, la ópera, las transmisiones de local de Unión y Colón, la ecología, la literatura y el análisis de la actualidad, la radio dispone de una potencia que permite acceder a todo el cordón oeste de la ciudad, incluso hasta Santo Tomé, y al norte “sin problemas”. “Hay planes de aumentar la potencia y estamos en tratativas de ver cómo, con el nuevo panorama nacional, podemos legitimar la parte legal de la radio, la adjudicación de la frecuencia, la potencia. Participamos de la sanción de la Ley de Medios con mucha esperanza porque para dispositivos como este era absolutamente maravilloso pensar en la posibilidad de tener legalidad. Las últimas averiguaciones que hemos hecho nos pararon los pelos de punta porque te dicen ‘sos un número en un Excel’ que cualquiera puede venir y borrar y 10 años de laburo se van al tacho. Siempre fue ese el riesgo”, manifestó con pesar la psicóloga.
[quote_box_right]“Hay planes de aumentar la potencia y estamos en tratativas de ver cómo podemos legitimar la parte legal de la radio”.[/quote_box_right]
En paralelo con la problemática legal, el equipo de la radio –que comanda el trabajador social Daniel Carrizo– requiere de mayor comprensión por parte del propio hospital y del Ministerio de Salud de la provincia, además del “fehaciente cumplimiento de las políticas públicas que están regidas por las leyes. El presupuesto está lleno de trabas burocráticas. Hoy, la provincia tiene una gestión que tiende a contratar poco recurso humano y recurso humano poco formado porque se le puede pagar menos. Eso es un problema muy grave porque defendemos la especificidad de la salud mental como una rama de la salud compleja. No suponemos que la gente pobre tenga menos problemas en salud mental”, argumentó, “ni más fáciles de resolver que la gente con recursos de todo tipo. En general, aspiramos a incluir personal con experiencia, con formación, capaz de diseñar estrategias diferentes, de poder cuestionarse los carriles tradicionales de abordar el sufrimiento psíquico. Lo que uno más encuentra es incomprensión”, planteó Mántaras.
Recursos y humanos
Los recursos materiales, en ese contexto, son vitales. “El equipamiento que tenemos es muy mínimo. Se cuida con muchísimo amor porque es el único que tenemos. Reparar cualquier cosa sería casi catastrófico. En este momento, nuestro proyecto más anhelado es aumentar las horas de transmisión”, esgrimió. “Es mínimo el equipo que tenemos mientras la radio está al aire, de la producción de la radio hay un 98 % que se hace en vivo. Siempre hay un operador técnico y un operador clínico o un coordinador de aire”. Además del coordinador general y tres psicólogos, la radio cuenta con dos operadores técnicos. La inquietud presente es “incorporar más gente, pero está muy complicado por el momento”.
“El delirio no es comunicación”
Para definir la impronta del dispositivo, Mántaras establece diferencias con la mentada La Colifata, la radio de internos y ex internos del hospital Borda de Buenos Aires. “Si bien es una experiencia señera, no emitimos el delirio al aire. Esa es la diferencia sustancial. El delirio no es comunicación, es manifestación de un sufrimiento psíquico. Entendemos que debe ser cuidado como está garantizado por las leyes con el derecho a un tratamiento adecuado, en un ámbito de intimidad y de respeto. Hemos habilitado un circuito diferente, no asistencial de alojamiento del sufrimiento psíquico”.