Investigador, docente y defensor de la educación pública, Axel Rivas repasa la situación actual de un sistema que expulsa mayoritariamente a los alumnos de la escuela secundaria.
De paso por Santa Fe, donde brindó la charla “Tres modelos de justicia educativa” en el Instituto Nº8 Almirante Brown, el reconocido docente e investigador Axel Rivas habló con Pausa sobre la realidad de la educación argentina. Fuerte defensor de la escuela pública y de la educación como transformadora de vidas, afirmó que “la justicia educativa es una forma de tratar de mirar la educación con la lente de las preguntas ¿qué merece el otro? y ¿qué merecen nuestros alumnos?, que vienen de la filosofía política y de las teorías de la justicia. Cuando traducimos esas preguntas a la educación, nos hacen pensar acerca de cómo enseñamos y por lo tanto tienen la capacidad de ayudarnos a discernir distintos modelos de enseñanza, que en cada país es distinto”.
“Nosotros venimos de la tradición francesa, un modelo muy regulado, centralista y donde hay un gran riesgo: si enseñamos de la misma forma los mismos contenidos a todos, hay alumnos que no se van a sentir parte porque no reconocemos la diversidad. Es muy difícil entusiasmar, apasionar, generar aprendizaje cuando tratamos a todos por igual, como si no hubiese caminos distintos de aproximarse a los conocimientos. Por lo tanto es algo muy básico lo que está detrás de esa formulación pero muy difícil de traducir a las prácticas, porque la organización del aula es un desafío”, expresó Rivas.
Sobre las causas y posibles respuestas para revertir las falencias que se presentan, señaló que “a veces no tenemos tiempo, es más fácil enseñar lo mismo a todos, tenemos que dar muchos contenidos y no llegamos, entonces de alguna manera empezamos a ser más instrumentales en seguir esa pauta curricular. Pero es posible mover la frontera, ampliar el horizonte pedagógico y hay muchas formas de hacerlo. Recomiendo mucho el trabajo en equipo, colaborativo”, indicó. En este sentido, sostuvo que “es muy importante la dirección de una escuela para no estar solos, porque el trabajo docente se hace más difícil en esas condiciones. Hay mucho para hacer en equipo, y aún en la soledad del propio proceso de planificación y de cómo uno se para frente a la docencia: si es un desafío real en el cual el trabajo implica conquistar a los alumnos en el sentido de meterlos en el mundo del conocimiento, o si es un trabajo como cualquier otro que se hace, se soporta o sufre”.
—¿Por qué afirma que el primer grado es decisivo?
—Es el momento de mayor fragilidad de los alumnos, en el jardín inicial la contención está garantizada. En primer grado uno pierde la individualidad, pasa a formar parte de un grupo y de una serie de normas. Y es el lugar donde paradójicamente encontramos la mayor cantidad de repetidores de la escuela primaria. Evidentemente la escuela muestra su incapacidad para adaptarse a los alumnos porque debería ser el lugar de bienvenida, de acercarse a la individualidad de cada uno. Difícilmente podemos pensar que un niño a los seis años es responsable de su aprendizaje, por lo tanto tenemos que acompañarlos. Y sin embargo es donde más repiten.
En esta línea, Axel Rivas afirmó que “el primer grado debe ser un lugar de protección, de cuidado, donde toda la escuela esté muy pendiente de los niños, de darles un sentido de compañía. A veces pensamos que es un grado como cualquier otro y es al que más atención le tenemos que dar, por ejemplo tratando que vayan los mejores maestros, los que tienen más continuidad, más capacidades o más experiencia. Un director debería ser capaz de desafiar a sus docentes a que tomen el primer grado. Hay que aprender de aquellos que son educadores apasionados que tienen un proyecto, convicciones y ponen todo su corazón”.
—¿Cree que hay un debate sobre la formación académica que reciben los maestros?
—Tenemos un sistema muy amplio y variado, existen más de 1.300 institutos de formación docente. Ningún otro país de la región tiene tantas instituciones formadoras y eso presenta un riesgo de mucha diversidad en la calidad. Tenemos muchos desafíos: el central es que la formación sea mucho más vinculada a las prácticas pedagógicas, de observación de clases, de trabajo en situación real de escuela, es decir un enfoque más clínico de la enseñanza. Y por otro lado, con el fortalecimiento de las áreas disciplinares, de los contenidos, de los saberes propios de las disciplinas de enseñanza para la educación secundaria y de las áreas para la educación primaria, que requieren fortalecimiento. Hay una tendencia de muchas materias que no permiten centrar la pedagogía en un área de enseñanza.
Interpelado sobre las experiencias de extensión de la jornada, Rivas dijo que “en el nivel primario es un desafío central ante las cuatro horas actuales de clase, que son insuficientes para lo que pretendemos. Pero es una política muy costosa y debe ser muy bien implementada. Un riesgo de la extensión de la jornada es dar más de lo mismo, repetir los contenidos y que el Estado invierta muchos recursos en una política de poco impacto. No se trata sólo de dar más horas de clase sino de repensar el programa curricular, el trabajo de los docentes y generar un proyecto institucional que aproveche esas horas para transformar de alguna manera la propia escuela. Una escuela que entra en jornada extendida o ampliada debería desafiar a sus propios límites y tener tiempo para reflexionar sobre la práctica, para incorporar áreas de contenidos que renueven los saberes de los alumnos, y a veces termina siendo simplemente una reproducción de lo que ya existe.
—¿Qué diferencias hay entre la educación pública y privada?
—Las evaluaciones que existen sobre calidad muestran un mejor resultado en las escuelas privadas pero, cuando sacamos la variable socioeconómica, las públicas tienen mucha ventaja. No es que la desigualdad se produce en la escuela sino fuera de ella. Y las escuelas terminan estando bastante igualadas en sus resultados de aprendizaje, con leve mejor resultado de las escuelas privadas en Argentina, y en América Latina con resultados neutros y similares. El problema es más de segregación social que de calidad educativa. Las escuelas privadas atraen a alumnos de mejor nivel socioeconómico, concentran la matrícula con ventaja sociocultural, separan a la población en distintos grupos institucionales y eso afecta las posibilidades de la integración social, de igualdad. Esto no es culpa de las escuelas privadas sino de no tener igualdad social y carecer de un sistema educativo público que pueda generar una mayor interpelación a las clases medias para que sigan asistiendo ahí.
Consultado por la realidad de la escuela secundaria, Axel Rivas consideró que “es el trayecto más problemático del sistema educativo por los altos porcentajes de deserción. Que falten escuelas no es la causa principal, como sí lo puede ser en el nivel inicial donde el problema central es de oferta. En el nivel secundario es mucho más de sentido, hay que pensar cómo cambiar el modelo tradicional enciclopédico, memorístico, de muchas materias y exámenes por un modelo en el cual los alumnos se sientan interpelados, trabajen por proyectos interdisciplinariamente, en bloques, con distintas organizaciones de grupos, usos de tecnologías, con participación activa en la creación de conocimientos porque pueden hacerlo. Requiere de un movimiento profundo de transformación, hay experiencias aisladas pero necesitamos ser capaces como sociedad de plantearnos el desafío de refundar la escuela secundaria en la política pública y traducirlo en la implementación de políticas”.
Universitarios en problemas
Sobre los reclamos salariales que llevan adelante los docentes universitarios, Axel Rivas opinó que “la situación económica del país atraviesa un momento difícil en el cual hay que tener la capacidad de evaluar quiénes son los que van a quedar afectados por un ajuste fiscal. Deberíamos tener una mirada comparada sectorial: es un rumbo equivocado hacer el ajuste en las universidades o disminuir los salarios por aumento de la inflación cuando hay otros sectores más concentrados de la economía que deberían estar poniendo más en este contexto. Es importante proteger a las universidades, a la educación en general en un momento de dificultad económica. Y proteger, como mínimo, es no disminuir su cantidad de recursos”.
“Hay mucha especulación, a veces hasta puede haber una mirada conspirativa con la que no concuerdo, en la cual uno puede asumir que primero se recortan los recursos para poder privatizar las universidades. No me gusta hacer futurología de esa manera, me parece que primero hay un problema concreto actual real y después hay que discutir la política universitaria, que requiere un clima acorde, construir un proceso de discusión porque es un sector muy complejo, con muchos intereses en juego, entonces cómo se construye esa discusión es tan importante en la primera etapa como ver qué rumbo se toma”, determinó el investigador.