El desarrollo de una política deportiva de base tuvo su fruto: en Rio 2016 Argentina recuperó un sitial perdido en Londres 1948. Tokio 2020 será un indicador del presente.
Si todo se lo analiza desde un concepto que sólo premia el ganar, y el resto es un fracaso, mejor seguí con otra nota. La concepción del triunfalismo y la extraviada mirada colonizada de compararnos con los países dominantes (económicos y deportivos) jamás ayudaría a entender la posición argentina en el marco mundial, y mucho menos en un contexto continental.
El trabajo de una política de Estado en el deporte argentino empezó a dar sus primeros pasos en la década anterior, y con la creación del Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (Enard), decenas de deportistas compatriotas empezaron a progresar en algunos aspectos, desde lo organizativo hasta lo competitivo. Cabe recordar que este organismo fue creado por Ley Nacional en diciembre de 2009 y está formado por el Comité Olímpico Argentino y la Secretaría de Deportes de la Nación con el objetivo de financiar el deporte olímpico. Esta Ley Nacional dispone retener el 1% de los abonos de la telefonía móvil para destinarlo al Enard, generando alrededor de 210 millones de pesos anuales. El 33% de ese dinero está destinado a los deportistas, mientras que el resto se utiliza para la capacitación de atletas y entrenadores, además de mejoras de infraestructura.
Las intenciones desde el Estado para mejorar al deporte en su conjunto estuvieron y en muchos casos se vieron reflejadas en sistemas de entrenamientos, en disputas internacionales que antes no se daban, en infraestructura y en cuestiones organizativas. Seguramente no se dieron los avances deseados en diferentes federaciones, ya sea por el estado mismo de cada una o por sus dirigentes, pero la mayoría de los deportistas contaron con un mayor acompañamiento si lo comparamos con las delegaciones que nos representaban hace 20 años.
Hace pocos días, leía declaraciones del ex secretario de Deportes de la Nación, Claudio Morresi, que allá por 2011 decía: “Va a ser muy complejo el cuadro para la obtención de medallas. Nuestro trabajo apunta más, en la mayoría de las disciplinas, a 2016. No obstante, Argentina va a llegar de mejor manera que a los Juegos anteriores, con mejor preparación”. Hoy, con la llama olímpica recién apagada, el deporte argentino puede recordar esas palabras de Morresi sin generarle ningún tipo de rencor o fastidio; el ex funcionario hablaba de un camino a seguir para poder avanzar sin tantas piedras en el camino.
Para entender un poco sobre el crecimiento del deporte nacional, desde hace algo más de una década, la Secretaría de Deportes “comenzó a trabajar con políticas de Estado en la ampliación de la base de participación para Río 2016 y los Juegos de 2020”. Fue un trabajo organizado en la búsqueda de objetivos. Fue la ejecución del deporte social y de base para la detección de talentos, distribución de becas y apuntalamiento sistemático dividido en ciclos olímpicos. Así fue como lo idearon y en gran parte fue llevado a cabo por la anterior gestión, que finalizó con el olímpico Carlos “Camau” Espínola como secretario de Deportes de la Nación, desde febrero de 2014.
En su momento, Morresi también explicaba que se habían ampliado la cantidad de deportes en los Juegos Evita: “Lo de sumar siete deportes más no tiene que ver con agrandar la cantidad y nada más, tiene una explicación por el lado de ampliar la base a futuro para esas disciplinas. Doy un ejemplo simple: un Nacional de Judo puede contar con la participación de 90 o 100 jóvenes de todo el país. Acá, con los Evita, se termina haciendo otro virtual Nacional, pero con 240 participantes, de las 24 provincias argentinas”. El mismo domingo que terminaban los Juegos, el ex funcionario le daba sentido al proyecto con este tuit:
Con su remera de los Evita @brainfinitoledo empezó a crecer y no paro hasta ser el mejor sudamericano de la historia pic.twitter.com/YNcHA9ekVn
— Claudio Morresi (@ClaudioMorresi) 21 de agosto de 2016
La jabalina de Braian Toledo voló por el cielo de Río hasta alcanzar la final. El pibe que surgió de un barrio muy humilde de Marcos Paz se convirtió en el sudamericano que logró hacer el mejor papel en la justa.
Clasificá y después te cuento
El primer ítem a tener en cuenta para entender el camino olímpico es la instancia clasificatoria. Es bueno saber que a la máxima contienda deportiva no va cualquiera, todos los deportes tienen una vara alta a sortear que le da un lugar entre los participantes, por lo tanto llegar ya es el primer logro. En esta oportunidad, Argentina llegó a Río de Janeiro con una delegación que estuvo integrada por 213 deportistas, de los cuales 139 fueron hombres (65.26%) y 74 mujeres (34.74%). Representaron al deporte albiceleste en 25 deportes, sobre 39 posibles. En tanto, vale destacar que se trató de la segunda delegación más numerosa en la historia del deporte olímpico argentino, luego de la representación de Londres 1948, que tuvo a 242 atletas de nuestro país.
Pasos para adelante
Río 2016 fue el mejor logro deportivo en 68 años, con tres medallas de oro (Paula Pareto en judo, la dupla Santiago Lange y la rosarina Cecilia Carranza en yachting, y el hockey masculino), una de plata (Juan Martín Del Potro en tenis masculino) y once diplomas (los que finalizan entre los mejores 8): quinto puesto en Lucha (Patricia Bermúdez), Boxeo (Yamil Peralta y Alberto Melian) y vóleibol; sexto lugar en rugby; séptimo en Hockey femenino y octavo lugar en Equitación (Matías Albarracín), Tiro (Melisa Gil), Golf (Emiliano Grillo), básquetbol masculino y Vela (Lange-Lange).
[quote_box_right]Chiaraviglio llevó nuestra garrocha a la final
El libro de los deportistas de nuestra ciudad también le guardará una página muy especial a Germán Chiaraviglio.
El Flaco de barrio Sur llegó a los Juegos Olímpicos con una historia de lesiones y una dosis importante de experiencia.
Con todo para disfrutar, el garrochista santafesino hizo una marca de 5,70 metros y se metió en la final de Río.
Primero saltó 5,30 y 5,45 metros sin mayores inconvenientes. La competencia se detuvo por problemas técnicos para fijar la vara. Luego fue por los 5,60. En su primer salto falló, en su segundo intento estuvo algo más cerca, pero la vara cayó. Sin embargo, en su tercera oportunidad logró el salto y se acercó a la final. A los 5,70 ya llegó en su segundo intento. También esa marca es la mejor suya en el año.
En la final en la que tanto soñó estar y un día alcanzó, el Flaco terminó en el puesto 11.[/quote_box_right]
La mejor actuación había sido en 1948 (Londres), repitiendo las 3 de oro, pero con 3 de plata y una de bronce. Las otras dos oportunidades en la cual nuestra delegación consiguió tres doradas fueron en Amsterdam 1928 y Los Ángeles 1932. Cabe destacar que en los Juegos Olímpicos el orden en el medallero no está conformado por la cantidad de medallas, sino por las de oro y, en caso de igualdad, cuántas de plata y bronce logra cada país.
A estos valiosos números hay que enmarcarlos en otros datos para valorar un poco más el paso argentino en tierras cariocas. ¿Cuántos países participaron en Amsterdam 1928, Los Ángeles 1932, Londres 1948 y Río de Janeiro 2016? En la capital de Holanda 46, en el oeste de los Estados Unidos 37, y en Londres, tres años después de la Segunda Guerra Mundial, participaron 59 delegaciones. Mientras que en Río 2016 compitieron 213 naciones. En las respuestas numéricas se agrandan los recientes frutos que se cosecharon en Brasil.
Hay más números que avalan el crecimiento argentino: en Atlanta 1996 el deporte nacional terminaba en el puesto 54, mientras que hace pocos días finalizó en el escalón 27. Para más datos, Argentina culminó en el puesto 57 en 2000, 38 en 2004, 35 en 2008 y 42 en 2012. La data dura y la importancia del Estado para el deporte también se ponen de manifiesto en una comparación simple: de 1956 al 2000, en 44 años, Argentina ganó 14 medallas, ninguna de oro. Y de 2004 al 2016 ganó 19 medallas, 8 de oro.
El deseo de mejorar en beneficio de todos los deportistas argentinos se acrecienta al finalizar cada Juego, pero más que nunca, los que vemos al deporte como una de las principales herramientas para mejorar la calidad de vida de un país, le pedimos al secretario de Deportes de la Nación, Carlos Javier Mac Allister, que continúe y mejore la anterior política deportiva, ya que no existe mejor sponsoreo en el deporte olímpico que el del Estado.