Se terminaron los Juegos Olímpicos y a Argentina, aparentemente, le fue bastante bien. Yo no sé si es tan así, porque no soy Bonadeo. No importa. No quiero hablar de resultados deportivos. Tampoco de la erupción de patriotismo que nos despierta ver a un tipo que, como dijo de manera magnífica Belisario (un ‘amigo’ genio), te desilusiona a pesar de que hasta ayer no lo conocías.
O sí, capaz que de patriotismo hablo. Porque para mí los Juegos se terminaron cuando Manu quedó eliminado tras perder contra el drin tim. Un injusto final para el mejor deportista argentino de la historia (Manu, sos vos, no otro). Entonces, a mí la cosa del amor por la camiseta, ni fú ni fá. Y confirmé eso con dos situaciones: una fue la inauguración de los Juegos y la otra, la infame canción futbolera “Brasil decime qué se siente…”. ¿Saben qué sentí en ambas ocasiones? Que yo quería ser brasilero.
La cosa fue así. Estábamos de juntada con unos amigos, y mirando por la tele me doy cuenta que la inauguración de Río 2016 era hermosa, alegre, divertida y con gente en bicicleta. Todos felices, todos lindos. Y yo, que creí que lo pensaba nomás, dije: “Esto es una desgracia. Yo hubiese preferido haber nacido en Finlandia o Chipre, no sé, pero a 500 millones de kilómetros de acá, porque capaz viviendo allá ni me entero que existe Brasil. Pero no. ¡Yo tengo que nacer a 1000 km de Brasil… a 1000 nomás! ¡¿Me entendés?! ¡Tenerlos al lado, loco! (Dicen mis amigos que les gritaba) ¡A 1000 km nada más de ser lindo y feliz!”. Y como para que me calmara empezaron a alentar a la delegación sueca y yo me prendí.
Y bueno, la canción… “tener en casa a tu papá”. ¿En serio? Muchachos, todo bien con el folklore y el show de la tribuna, pero por favor. Si al menos hubiésemos sido nosotros los que les metimos 7, ponele… pero no. O sea… ellos son pentacampeones y nosotros ganamos dos mundiales y uno de local, sospechado. Handball, Volley, Beach Volley… y con el basquet nos salvamos gracias a la generación dorada, cuyo DT, Magnano, ahora dirige a Brasil. Sí, ok: hockey y rugby. Y tenemos oro olímpico en fútbol. Bueno, ellos ahora también.
Brasil tiene 8500 km de playa contra el Atlántico. Mar de templado a cálido. Caribe… nosotros tenemos La Bristol… y los lobos de mar. Y cornalitos. Lo más lindo de nuestra costa es Los bañeros más locos del mundo.
¿Dónde está el pulmón terrestre más grande? Tienen el Amazonas. Nosotros tenemos La Pampa y Santiago del Estero. Sí, dale, contate otro: la Cordillera la compartimos con Chile. ¿Y las cataratas con quién? Correcto: Brasil. Una a favor como para terminar con el rubro geografía antes que me quiera matar: el Perito Moreno. Se está derritiendo. Ya ni Crónica pasa el deshielo porque es aburrido.
La canción brasilera más famosa dice “Brasil, lalalalalalalala; Brasil, Brasil”. Es decir, se autoproclaman, se celebran a sí mismos. La nuestra dice “Olé, Olé, Olé… Oleeeeee, oleeeeee”. Sí, y encima le hacemos publicidad al diario deportivo de La Corpo. Siguiendo en este rubro musical: ellos tienen la samba y la bailan tan alegres que te querés teñir de negro y luxarte las caderas… bueno, nosotros tenemos el tango, la oda a la desgracia. Y es misógino. Y capaz Gardel ni siquiera es argentino. Caipirinha versus el mate… que, como Gardel, capaz también es uruguayo.
Ellos tienen a Xuxa… nosotros a Panam y Caramelito; ¿o son la misma persona? Está bien: para compensar nos mandaron a Anamá Ferreyra (que ni le importa aprender el español) y a Luis Ventura.
Nosotros somos un país grande… ellos son “país mais grande du mundo, Brasil, Brasiiiiiiiil”.
Una de las mejores películas de la historia se llama… Brazil.
Ellos tienen al increíble Hulk… nosotros a Superhijitus y chu cu chu cuchillame el intestino delgado y terminá con este sufrimiento.
Ellos tienen a Garrincha y Ronaldo… Higuaín. Ah, ¿te parece poco? Era por abajo Palacio.
A nosotros no nos quiere nadie… ellos tienen un millón de amigos.
Yo sé que me debe estar puteando. Y puede que tenga razón. Debe pensar que soy una persona horrible. Pero por tan poquito, acá nomás: 1000 km. ¿Que tenemos lo nuestro? Sí, claro… y es lindo. Entonces, en vez de putearme, defiéndalo, cuídelo y deje de quejarse por lo que tienen los otros y no nosotros. Y además, ¿sabe qué? Tenemos mucho más que los brasileros, que se tuvieron que bancar en casa a su papá, jugando la final… y la tenés adentro brazuca fracasado. Y el Canigol y el ‘90 no te lo olvidás más… y ahora capaz que entiende por qué quiero ser brasilero.