El consumo per cápita de leche pasteurizada entre enero y junio de 2016 fue de 11,62 litros por habitante. En 2015, durante el mismo período, los argentinos bebimos 14,36 litros de leche cada uno. Es una caída del -19% en el primer semestre en el producto lácteo más importante. Hay que remontarse a los efectos de la crisis del 2001 para llegar a una cifra tan baja. En el caso de la leche en polvo entera la situación es todavía más grave: desde que hay registro (año 2000), nunca el consumo fue tan bajo. Los datos son del Ministerio de Agroindustria de la Nación.
El hábito de desayunar y merendar se ajustó a niveles de estallido. Es un objetivo muy difícil de alcanzar en apenas seis meses, sobre todo si se considera la poca elasticidad con la que varía la alimentación. Una cosa es dejar de comprar juguetes o no arreglar la mancha de humedad de la casa, cosa que se refleja en las jugueterías y ferreterías, y otra cosa es no servirle la leche a los pibes antes de ir a la escuela. Para el caso, tampoco es para el asombro: lo mismo sucede con el asadito, el chupi y los puchos.
Entre enero y junio de 2002 el consumo per cápita de leche pasteurizada fue de 11,27 litros por habitante. En 2003 subió a 12,02 y luego siguió subiendo, con algunos vaivenes, para alcanzar un promedio entre 2003 y 2015 de 14,21 litros de leche per cápita consumidos en cada primer semestre del año. Hubo que esperar a 2016 para que volver a la penosa cifra de 11,62 litros de consumo de leche por habitante.
En la leche en polvo entera la situación es inédita. Este año se van consumiendo 570 gramos de leche en polvo por habitante, un -47% del 1,08 kilo consumido entre enero y junio de 2015. Hasta ahora, la cifra más baja había sido la de 2013 (630 gramos). El promedio desde el 2000 a la fecha es de 1,1 kilo de leche en polvo, casi el doble de lo que se sirvió este año.
Otros productos lácteos, de mucho menor peso en la mesa, tuvieron diferente performance. El queso más consumido, el de pasta blanda (el de la pizza), cayó de 3,25 kilos por habitante a 2,83, siempre en el período de enero a junio de 2015 y 2016. Es una diferencia de -13%. Hay que remontarse hasta 2005 para encontrar un consumo tan bajo, cuando se comieron 2,73 kilos por habitante. A la inversa, el consumo per cápita de dulce de leche y yogur aumentó un 1% en cada caso, aunque puede señalarse que el punto de comparación es bajo, ya que 2015 no fue un año de alto consumo de ninguno de esos dos productos.