El Instituto Nacional de Estadísticas y Censos informó hoy los datos del Índice de Precios al Consumidor para Capital Federal y Gran Buenos Aires: lo que conocemos como "la inflación". La variación de agosto respecto de julio fue de 0,2%. En alimentos y bebidas alcanza el 0,7%. La brusca baja se debió a que el tarifazo del gas fue frenado judicialmente –por ahora–, lo cual incidió en una baja del -0,7% del indicador de agosto y del -0,6 en el futuro indicador de septiembre.
En mayo fue 4,2%, en junio 3,1%, en julio 2% y ahora hubiera sido de 0,9% de no ser por el freno al aumento del gas. El gobierno nacional puede exhibir con orgullo el parate, si no se considera que se debe por el congelamiento de la demanda producto de una pronunciada caída del poder adquisitivo, tal como se podía prever en febrero de este año o, por qué no también, enero. En castizo, los precios bajan porque no hay demanda, la población dejó de comprar porque perdió poder adquisitivo, si no fue despedida. En el paralelo, se revela este proceso en la caída de ventas de casi todos los sectores sensibles de la economía.
La nota sobre la incidencia de las tarifas del gas deja entrever una futura suba en los precios. Habrá que ver, también, cómo se calculará la incidencia de los aumentos en la luz, que fueron ratificados por la Justicia, cuando llegue la calor.
En los precios de los alimentos, Indec relevó como aumentos significativos los de aceites y grasas (10%), azúcar, miel, dulces y cacao (2,2%), productos de panificación, cereales y pastas (2,1%), productos lácteos y huevos (2,1%). También registró un muy notable descenso en los precios de las verduras, de un –11,5%.