Una organización social de Los Hornos brinda contención a chicos del barrio con talleres de cine, fútbol y murga. Los adultos y los emprendedores también tienen capacitaciones.
Cada tarde, el Movimiento Solidario Barrio Los Hornos le hace honor a su nombre: en su interior la movida es incesante y los pibes se tratan con esa familiaridad de transitar muchos años juntos. La asociación civil abrió sus puertas a mediados de los 90 con una copa de leche para los chicos del barrio y talleres de capacitación para mujeres. En 2007 se inauguró la nueva sede, ubicada en San Lorenzo 6045, que consta de dos plantas con cinco aulas, un salón de usos múltiples, una gran cocina comedor, sanitarios y una pileta que hoy está inactiva por falta de recursos para su mantenimiento. Actualmente funciona un comedor al mediodía y por la tarde preparan la merienda; el espacio también alberga diversos emprendimientos productivos y educativos, entre ellos dos centros de enseñanza para adultos –un Eempa y un Cepa– y actividades específicas para la tercera edad. Además, cada tarde hay diversos talleres para niños y jóvenes, como fotografía y cine, murga y fútbol, a los que asisten un promedio de 20 personas. Asimismo, las actividades abiertas a la comunidad llegan a convocar a más de 80 chicos de la zona.
Teresita Ibanchi preside la institución desde comienzos de 2015 pero conoce la organización desde sus inicios. “Siempre trabajamos con niños y adolescentes, con apoyo escolar y comedor. Arrancamos con un taller de costura, eran mamás que reciclaban ropa. Después se incorporaron los chicos y los jóvenes del barrio. Ahora nos gustaría poder incluir actividades en la pileta que tenemos en el patio, pero no llegamos con el presupuesto para arreglarla. Antes hacíamos aquaerobics y natación. Es una picardía no poder usarla porque es lindo cuando los chicos hacen deportes, les cambia mucho la disciplina”, recuerda.
“En la copa de leche tenemos cerca de 80 niños y 170 en el comedor. En los últimos meses la demanda aumentó. Todos los días viene gente nueva a pedir asistencia y abrimos una lista de espera porque tenemos que ajustarnos al presupuesto que tenemos”, lamentó Teresita. Por su parte, la psicóloga Paulina D’ Epiro detalló que “planteamos reuniones a comienzos de cada año para planificar el trabajo, que sea coherente y que todos los talleres tengan que ver con la protección de los derechos de los niños y adolescentes. Desde el espacio joven hacemos otras actividades para trabajar sobre las nociones de ciudadanía y sus derechos”.
En tanto, la trabajadora social Vanesa Haupt explicó: “ésta es una organización de la sociedad civil que se vincula con diversas políticas públicas. Nosotros trabajamos las problemáticas que tiene el barrio, vamos vislumbrando lo que pasa para poder ir abordándolas. La situación es compleja, como en cualquier territorio hay muchas disputas. Y uno debe tener la capacidad de deconstruir estas prácticas. Durante muchos años las políticas públicas fueron de asistencia, y nuestra tarea se basa en trabajar sobre el reconocimiento de las personas como sujetos de derecho capaces de ejercerlos. La idea es empoderar a las poblaciones, no dar asistencia pública sólo para generar lazos de dependencia. El resto de actividades que hay acá hacen variado nuestro trabajo”.
“Esta labor me genera muchas ganas de seguir construyendo con otros. Sostengo que podemos combatir entre todos la desigualdad, es decir que la salida es colectiva. Es un desafío encontrar esa forma y en pos de eso construir las estrategias como movimiento, para enfrentar cada situación y hacer un lugar más habitable para todos”, expresó la trabajadora social.
Buenos puntapiés
Matías es ayudante del Movimiento Solidario. Nació y se crió en Los Hornos. “Venía acá de chico y volví unos años después para colaborar en la cocina, también me incorporé a los talleres que me gustan. Acá los pibes tienen un lugar propio, esto es de ellos. Siempre están atentos a las normas de convivencia y hacen las cosas según su elección. Algunos vienen y no participan de un taller pero están charlando o jugando entre ellos”, contó.
Sobre el barrio, dijo a Pausa que “hay algunos conflictos y problemas territoriales. El mayor drama que tuvimos fue convivir con un narco cerca, muchos pibes del barrio se metieron ahí y se estaba complicando. Pero algunos trajimos de vuelta, por ejemplo con la murga. El ruido los atrae mucho. También planteamos visitas a las escuelas de la zona, así que fuimos a la Cullen para invitarlos a participar del movimiento y se sumaron bastantes más”.
Rodo, coordinador del taller de fútbol, destaca que su grupo “siempre está unido y permanentemente convocamos a nuevos chicos, son unos 15 y se divierten un montón. Les enseño lo básico; algunos se han ido al Club Peñaloza motivados por este taller. Siempre les digo que si quieren ser jugadores se tienen que mentalizar e ir siempre para adelante, algunos me hacen caso”, dijo entre risas.
Contar el día a día
Las realizadoras audiovisuales Mercedes Rondina y María José Audisio coordinan el taller de cine y fotografía del Movimiento Solidario Barrio Los Hornos desde 2012. “Enseñamos a contar historias con distintas técnicas de animación y aprendemos a vincularnos con la cámara para transmitir las cosas que nos suceden, nos gustan. También pensamos ficciones, visualizamos muchos cortos y largometrajes, hacemos ejercicios prácticos. Tratamos de hacer, de lo que sucede, una experiencia hacia algo que tenga un significado para todos, eso me parece lo importante de este lugar. Hace unos días vimos videos con música y nos pusimos a bailar, todo eso está permitido porque nos construye. Les damos ese espacio para que hagan y descubran lo que les gusta. Es emocionante. Hay pibes en muchos barrios que no tienen acceso a las nuevas tecnologías, y esa es una especie de función política que cumplimos nosotros porque éste es un espacio de democratización”, describió Mercedes Rondina.
“Hace tiempo visitamos una muestra en Rosario y exhibimos trabajos propios en distintos festivales, tratamos de salir bastante. Queremos generar un ambiente lindo, que los invite a venir y que se enganchen desde los vínculos. El Movimiento es una comunidad, ellos pasan mucho tiempo acá y se crea un vínculo fuerte más allá del uso de la cámara, que usan todo el tiempo”, añadió Rondina sobre el trabajo. En este sentido, María José ejemplificó: “cuando hacen tortas fritas o empanadas para vender, les dejamos la cámara para que registren ese día a día. Queremos que todos vean que acá están súper activos”.
“No sólo usan los elementos quienes participan del taller de cine, acá vienen los chicos y piden las computadoras y las cámaras del movimiento, están acostumbrados a cuidar y a compartir las cosas, que es lo más importante. Realmente hemos logrado que se sientan parte de esto”, detalló María José.
Una de las características del taller es que su cantidad de participantes varía a lo largo del año. “Es caótico por la variedad de edades. Elegimos un equipo estable de entre 5 y 8 chicos que vienen siempre. Durante los rodajes se mechan los conocimientos de los otros talleres, como los de arte, maquillaje y música. Está bueno porque nos abastecemos a nosotros mismos”.
Ailín, Daiana, Alexis y Milton se pasan la cámara y corren de un lado a otro. En un descanso que dura apenas un par de minutos, cuentan a coro que el año pasado realizaron una historia de animación con dibujos realizados por ellos mismos: “Cuqui era una señora que tenía muchos gatos. Un día se escapó uno y se metió en la casa de Alexis. La historia termina con Cuqui convirtiéndose en gato”. Recientemente rodaron una historia de terror en las instalaciones del Centro Cultural y Social El Birri, donde los participantes organizaron sus roles minuciosamente.
“Además los chicos están muy copados con la fanpage de Facebook Movimiento en el movimiento, donde suben las actividades que hacemos para poder mostrarse un poco más y que los conozcan. La cuenta es manejada por los más grandes y siempre que nos juntamos vuelven a mirar el material realizado”, concluyó la coordinadora María José Audisio.