Rubén Sala es un histórico dirigente del barrio Santa Rosa de Lima, del Movimiento Territorial de Liberación. Con el surgimiento de los piqueteros y de las organizaciones que fueron recogiendo y conteniendo a quienes, por desocupados, no encontraron cauce en los espacios sindicales tradicionales, Sala supo estar al frente de las demandas de sus vecinos, expresando las necesidades de uno de los barrios más antiguos y castigados de la ciudad. Ahora, como en los 90, Sala ve con mucha preocupación el aumento de la pobreza.
“La pobreza todo el mundo la siente. Las madres, los padres, la gente más grande puede hacer alguna privación, pero los chicos no entienden no tener para comer, o bajar la calidad de los alimentos, que es lo que se está viendo en este momento. Los comedores de los barrios y de las escuelas cada vez están más llenos y el que no manda los chicos al comedor, o la gente grande, otra vez está volviendo a comer guiso. El domingo era el día que en Santa Rosa de Lima a las 11.00, 12.00, se sentía el olor a asado. Eso desapareció. No hay más olor a asado en Santa Rosa de Lima los domingos".
"La cuestión de no comer carne es algo que a partir de fin de año se agravó, se agudizó. Es muy difícil comer carne vacuna", Sala.
— Periódico Pausa (@PeriodicoPausa) 29 de septiembre de 2016
En diálogo con Pausa en el Aire, Sala fue taxativo “Es mentira que le tienen tanta fe al gobierno. Los vecinos del barrio están viendo que se viene brava”. Y caracterizó cómo es la situación laboral en el barrio: “Los que están en blanco son empleados públicos, y una mayoría de obreros de la construcción y precarizados. Los de la construcción se quedaron todos sin laburo y las changas se cortaron totalmente, porque la clientela de cortadores de pasto, pintores, cuidadores de niños está cuidando el mango”.
–La gente que se va quedando sin changas, sin trabajo, ¿quién los ayuda?
–Nosotros históricamente en el MTL hemos sido una organización de trabajadores desocupados. Nunca dejamos de serlo. Pero lo que nos pasó durante un montón de años es que no teníamos compañeros que fueran a buscar programas sociales o que no tuvieran mercadería. Nos pasó durante bastante tiempo. Nos dedicamos a otra cosa, a formar cooperativas. Hoy ha recrudecido y nosotros empezamos a gestionar programas sociales nuevamente. Algunas cosas se han conseguido del gobierno municipal y nacional. El gobierno municipal sabe bien. A lo mejor públicamente pueden decir que vamos bien, pero ellos saben que vamos mal, porque ellos son los que tienen el contacto con el territorio y con los pedidos de toda la gente de los barrios. Están muy preocupados por lo que pueda pasar a fin de año.
–Esto se lo dicen los funcionarios que van al barrio
–Sí, sí. De hecho, hasta ahora todo lo que hemos pedido lo hemos conseguido, sin hacer ningún tipo de movilización ni nada. Reconocen que hay más pobreza y reconocen que algún tipo de herramienta hay que tener para que la gente pueda seguir sobreviviendo.
Antes y ahora
“El modelo de país que necesitan es el modelo de país con muchos desocupados, como tuvimos en los 90 cuando tuvimos que salir a la calle”, sentenció Sala y lanzó una advertencia: “Siempre dijeron que el problema de la Argentina era que el argentino ganaba mucho. Y así y todo el obrero argentino siempre salió a pedir mejores sueldos y condiciones laborales. Muchas veces, como creo que va a pasar ahora, por encima de los dirigentes”.
Sin dejar de aclarar que los 12 años pasados “no fueron el paraíso” y que “el famoso desborde no terminó de llegar”, para indicar que “hubieran sido necesarios 10 años más”, Sala habló en una primera persona plural sobre cómo se transformó la vida de los habitantes de Santa Rosa de Lima: “No somos los mismos después de una década de cosas que se consiguieron, no somos los mismos que éramos en el 2000. Hay cosas que las conocimos y que para nosotros tienen que ser un derecho, como el dormir con aire acondicionado en Santa Fe. Está bien, algunos pueden decir ‘estos negros no tienen por qué tener estos lujos’, pero bueno, no es ningún lujo”.
El dirigente también remarcó la gravedad de la situación y trazó la diferencia con la crisis que devino en el estallido del 2001: “Está mal de verdad la situación social. No estamos en una situación como en el 2001, pero ¿por qué? Porque todavía tenemos la espalda de que muchos compañeros de la construcción o que hacen changas se habían comprado una moto, un aire acondicionado, un equipo de música y hoy están empezando a venderlo. Los que trabajan en la construcción o en algún lugar en donde se quedan sin laburo reciben indemnización. Todavía hay libreta de fiado. Entonces, no se siente tanto la situación. Pero mes a mes se empieza a agravar cada vez más. Este verano, al que se le rompa el aire acondicionado ya no lo va a poder arreglar”.