Apocalipsis, una raza alien de géneros separados que se aterrorizan ante un beso, casamientos no interraciales, sino interestelares, armas de destrucción masiva que se alimentan de algo así como el amor, la primera trans de la televisión argentina de los 80, alteridades constantes, por todos lados, y cyborgs, toneladas y toneladas de cyborgs y de vida cyborg. Queer, lo que se dice queer, es pasar la infancia mirando Robotech, la serie que hoy 1° de octubre repone Netflix en su servicio de streaming.
Redundaremos en lo sabido: los 85 capítulos de Robotech son un emplasto norteamericano hecho en base a tres series japonesas diferentes. A los que les importa la diferencia entre esas tres series, ya habrán visto sus versiones originales. Quienes no tenían conocimiento de esta diferencia, pues la verdad que Robotech así toda junta es mucho mejor. Habrá que ver si sale en su original doblaje al castellano, para que la nostalgia sea saciada y no advenga la melancolía.
El estratégico revival está destinado a que compartas tu infancia con tu actuales crías, en un mismo sillón. La serie se estrenó en Argentina en 1986, hagan el cálculo. Robotech es un ejercicio imponente de educación sentimental y emocional, un relato monumental sobre la guerra y su horror y una lección sobre la diversidad y la diferencia, que no gusta incurrir en moralinas ni pavada. Acaso la fluidez de la animación esté un poco fuera de época, pero la estridencia de las batallas todavía sigue estando vigente.