El secretario general de la CTA Santa Fe y de Amsafe sostiene que la política económica del gobierno nacional resulta cara para el bolsillo de los ciudadanos. Entiende además que la unidad en la lucha sindical es la herramienta principal del pueblo para defender su salario.
José Testoni no cree que Mauricio Macri mienta cuando dice que el plan económico de Cambiemos conectará a la Argentina con el resto del mundo. Por el contrario, afirma que el Mini Davos fue “una muestra de cómo el nuevo gobierno apuesta por mejorar las relaciones con el capital financiero internacional”. En todo caso, la lectura que deben hacerse las centrales sindicales al respecto es sobre “el lugar que tiene asignado el sector trabajador dentro de tales iniciativas”.
—¿Cómo ve la política económica de Cambiemos?
—La Argentina se convirtió en un país al que no le interesa jugar en la economía real. Por el contrario, busca generar las condiciones esperadas por aquellos sectores que generan concentración alta de capital y poca mano de obra.
—¿No cree que fue el camino elegido para resolver las cuestiones inconclusas durante el kirchnerismo?
—El gobierno no vino a solucionar las problemáticas que no pudieron resolverse bajo el mandato kirchnerista. Por el contrario, los principales ejes sobre los que giraron los reclamos del sector trabajador en aquella época (33% de trabajo no registrado, cuestiones tributarias como el impuesto a las ganancias, falta de ayudas a las economías regionales, inflación), son problemas que este gobierno profundizó. No deja de sorprender el aval que tuvo en las urnas un gobierno que excluye de su agenda a tanta gente.
—¿Cómo debería incluirse al sector trabajador?
—Lo que el pueblo necesita es una economía diversificada, donde las grandes empresas no tengan la posibilidad de comerse a las más chicas. Si bien el pensamiento neoliberal es el que hegemoniza las decisiones económicas en todo el mundo, las grandes potencias tienen especial interés por cuidar sus industrias.
Confluir en la calle
Apostar por la unidad significa confiar en que las distintas partes que confluyen tengan como prioridad el objetivo común y no los intereses particulares. Para referirse a estos últimos Testoni dice “residuos de personalismo”, y es una forma eficaz para graficar que la apertura al diálogo depende en gran medida de los dirigentes de turno.
—¿Cómo viene dándose el diálogo entre las distintas centrales sindicales en la provincia?
—Santa Fe es una de las pocas regionales en que las dos centrales más convocantes (CTA y CGT, liderada por Claudio Girardi) mantienen un diálogo fluido desde hace por lo menos dos años. A esto debe sumarse el hecho de que, en el rubro docente local, la relación es incluso mucho más profunda. La Asociación de Magisterio de Santa Fe (Amsafe, nucleada en la CTA), y el Sindicato Argentino de Docentes Particulares (Sadop, de CGT), trabajan desde hace más de 20 años a la par.
—¿En qué se basa esta unidad local?
—El consenso nace de una lectura más amplia que el mero panorama nacional del último año. El reciente golpe en Brasil, y la situación de países como Honduras, Paraguay y Venezuela, muestran que hay un intento por unir en un solo lugar a los poderes económicos, mediático, judicial y político. Así, si bien el modo en que la derecha llegó al poder en cada caso es distinto, el resultado siempre es medias como un profundo ajuste, la apertura de importaciones, la caída del mercado interno, o la pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores. Esta unidad de la derecha hizo que las organizaciones y centrales sindicales puedan confluir en la calle. Y esto es lo deseable, ya que la confrontación, teniendo en cuenta que la lucha se da contra semejante poderes, no va a ser eficaz a través de actos individuales. El camino es la Marcha Federal.
—¿Cómo debe transitarse este camino?
—Federal y desde abajo hacia arriba: así debe ser el camino de la unidad. Se trata de un imperativo ético necesario para que las discusiones y las decisiones no se den centralizadamente. Por eso, tanto la unidad entre las centrales de Santa Fe, como las similitudes en los reclamos de los movimientos obreros y populares, deben ser un ejemplo respecto al sentido en que deben moverse las luchas nacionales.
—¿Qué impronta tendrán estas luchas?
—Mientras que antes se luchaba para avanzar, ahora se hace para no retroceder. Pero si bien la lucha es una verdad de Perogrullo para el sector obrero, se realizará (como siempre) desde un posicionamiento profundamente democrático y sin atentar contra el orden constitucional. Por el contrario, estas formas de resistencia son primordiales para que la democracia política sea acompañada por una democracia económica.
—¿En qué se basa esta “democracia económica”?
La situación del sector docente es un caso distintivo de lo que se está padeciendo al respecto. En el transcurso del 2016 se generó en el sector una importante pérdida del poder adquisitivo. Y es una situación directamente ligada a que el único precio que no aumentó es el de los trabajadores. Como consecuencia aumenta la necesidad de conseguir más ingresos, lo que deriva en la autoexplotación ante la imposibilidad de rechazar suplencias.