El limonero real, un nuevo film rodado en la región y basado en la obra de Juan José Saer.
Por segundo año consecutivo se estrenó una película que replica un texto de Juan José Saer: en 2015 fue Yarará (de Sebastián Sarquís, con base en el cuento “El camino de la costa”), y el jueves 1 fue El limonero real, con dirección de Gustavo Fontán. Tras una disertación en el Iscaa, el director estuvo en el Cine América junto con parte del elenco y con el secretario de Desarrollos Culturales, Paulo Ricci, que enmarcó la función en las actividades programadas por el Año Saer.
La historia desarrolla el 31 de diciembre de un isleño (Wenceslao) que arrastra un luto obligado por Ella, su esposa, que se rehúsa a sobrellevar la muerte de su hijo. Ese duelo conlleva traslados, explicaciones y flashbacks a la vez que configura una recorrida por el paisaje de la costa.
Gustavo Fontán se licenció en Letras en la UBA, donde no daban Saer, pero un profesor se lo recomendó y quedó “fascinado”. Así y todo, Fontán se terminó acomodando como director de cine, pero siempre cerca de la literatura: con Ritos de paso (1997), Marechal o la batalla de los ángeles (2001) y La orilla que se abisma (2008) ya había llevado hasta el cine a Macedonio Fernández, Leopoldo Marechal y a Juan Laurentino Ortiz. El Paraná le mostró a un bonaerense una forma de ser río distinta a la que ya conocía, que también es la del Colastiné, donde el equipo de alrededor de 40 personas se instaló cuatro semanas para filmar. Justamente a partir de meterse con Juanele y de la siguiente producción que llamó El rostro, el director reveló que El limonero… “viene a clausurar algo así como una trilogía sobre el río. Desde la primera, digamos la más abstracta, pasando por la segunda, en la que ya se va delineando una idea de personaje hasta esta, recorro tres veces un mismo lugar pero intentando distintas enunciaciones”, comentó a Pausa.
Así como Saer planta la duda del no saber qué es ese “algo” que se aproxima, Fontán dice: “hay una pregunta que subyace… en toda su obra: ¿qué es narrar? Que también sirve y mucho a los efectos del cine, si la reconvertimos por ejemplo en ¿qué es hacer una película? ¿qué película puedo hacer yo?”, tira al aire, agarrando una respuesta parcial: “Por suerte no encuentro las respuestas a eso, porque el hacer es dinámico, así como las escenas no son cerradas, son siempre susceptibles a las situaciones que lo real nos propone”, comenta un director que tiene una raíz bien prendida en el suelo de lo documental.
Esa dinámica sensible no es solo idea suya, sino que también es la premisa con la que trabajó el elenco de actores y no actores: “A veces, mientras se preparaba un montaje para una escena puntual o lo que fuere, Gustavo (Fontán) me decía que vaya a jugar con los nenes y él prendía la cámara desde cierta distancia y varias de esas escenas quedaron como definitivas” cuenta la actriz santafesina Rocío Acosta, que asume el papel de La Negra. Además, actúa Germán de Silva (Relatos salvajes), Patricia Sánchez, Eva Bianco, Rosendo Ruiz y Gastón Ceballos.
La dificultad de adaptar un texto de Saer al lenguaje cinematográfico (y a cualquier otro lenguaje) se resuelve en el nudo de lo que Fontán califica como una necesaria relación de “amor-odio, porque uno debe encontrar ese equilibrio en el que deja que la novela lo interpele a uno de manera tal de que sea posible apropiárselo de una manera tan violenta que, al fin y al cabo, acabe por representar ese naturalismo del original en el propio, de ahí también la elección de mezclar actores profesionales con vecinos que ni siquiera tienen diálogo, pero que llevan en su semblante las características propias de haber vivido toda la vida al lado del río, la piel, sus caras que en sí mismas son imágenes y que son las mismas que Saer recuperó para construir la verosimilitud”.
La película desarrolla dos argumentos: Wenceslao en el río, debajo de un árbol, sonriendo ocasionalmente en la comida de fin de año, que para él no va a significar una “vida nueva”; en otro plano, la respiración y los movimientos en primera persona ponen al espectador en la perspectiva misma de Saer yendo y viniendo en canoa.