El otro día, mientras hacíamos tiempo para entrar a ver Babasónicos, fuimos a comer unas porciones de pizza a Yusepín. Como es sabido, Yusepín es la única pizzería en Santa Fe en la que podés pedir porciones para comer al paso, de parado, en la barra. Si bien nos tentaron las fugazzas y el fainá, nos pedimos dos porciones de napolitana, dos de roquefort y dos latitas.
Sobre el foso de la cocina, pintado en los azulejos, se lee: “1933-3 de agosto-2013”. Atrás, los pizzeros, sudorosos y eficientes, sacaban del horno a leña una tras otra las pizzas con sus palas, las cortaban a gran velocidad, y las ponían del lado del mostrador. Los que atienden al público son recios y también eficientes. Solamente había una mujer entre los empleados, atendiendo la caja.
Una pareja comía parada en la barra, una familia cenaba sentada en unas sillas de plástico al lado de la puerta, cuatro personas más esperaban para hacer sus pedidos. Un chico con un leve retraso miraba embobado la tele desde la vereda y un borrachín que llegó de la plaza de enfrente se pidió un vino y se lo llevó.
Las porciones salieron rapidísimo. Todas las pizzas, incluida la de roquefort, traen la base de salsa de tomate. Comimos bajo los destellos de TN y la mirada disecada de un surubí gigante, cuya cabeza cuelga de la pared.
En las paredes revestidas de azulejos también cuelgan algunas noticias y varias fotos de esa zona de la ciudad a comienzos del siglo XX. La pizzería tiene 83 años y todo era bien distinto por ese entonces.
Por mi trabajo, y por la fascinación que las fotos antiguas me provocan, he visto, en museos, libros e internet, muchas fotos de esa época de estas cuadras: de la inundación de 1905, que llegó hasta la Plaza España, en las que el agua llega casi a la mitad de las ruedas de los carruajes; unas panorámicas tomadas desde la cúpula de la hermosa estación de trenes francesa que después tiraron abajo; varias tomas de la estación misma, que estaba donde ahora está el cuadrado sin gracia de la terminal de ómnibus. Nuestra ciudad tiene 350 años pero no se nota porque casi todos los edificios antiguos se demolieron. Me acuerdo de una frase que una vez leí: Santa Fe es una ciudad que se fagocita a sí misma. Los habitantes de Santa Fe nos movemos por ahí, ignorantes de su pasado. Si no fuera por esas fotos, nada queda para decirnos que esos edificios hermosos alguna vez estuvieron.
Después de comer fuimos a hacer la cola para entrar al recital. Se movía rápido. En la fila, alguien de mi edad le contaba a otro más joven que ahí, en ATE Casa España, había funcionado Acrópolis, un boliche al que yo también fui alguna vez en los 90. Y antes de eso, Acrópolis había sido un cine.
Adentro, en el recital, la gente filmaba y se sacaba fotos en vez de bailar. La mayoría del público, a juzgar por sus reacciones, era de los que empezaron a escuchar Babasónicos después de Jessico. A mí me gusta Babasónicos hasta Jessico, y había ido a este recital ilusionada justamente porque se comentaba que habían incluido algunos temas de los 90 y los primeros años del 2000. Así fue. No tocaron muchísimos, pero me di el gusto de bailar Zumba en vivo, y escuchar una versión muy linda de Natural.
Salimos con ganas de tomar un porrón. Yusepín ya había cerrado, así que no nos quedó más remedio que encarar para Boulevard.