Pese a que en los últimos meses se fue recomponiendo –o, más bien, dejó de bajar–, el consumo per cápita de leche pasteurizada es el más bajo desde 2001 a la fecha. La cantidad promedio de litros que bebimos los argentinos entre enero y agosto de 2016 es de 15,93. Sólo entre enero y agosto de 2002 se tomó menos leche: 15,59 litros. El año pasado nomás se bebieron en el mismo período unos 19,35 litros. Hay 3,42 litros de leche per cápita menos y un cambio económico de diferencia negativa. Los datos son del Ministerio de Agroindustria de la Nación.
Una lectura muy auspiciosa diría que en los últimos meses la ingesta de productos lácteos viene aumentando. Otra lectura indica que, en casi todos los casos, está por debajo de 2015. Y de 2014. Y de muchos años más. El año que se acerca a su fin bien podría ser recordado como el año sin leche. Es que el consumo acumulado de leche pasteurizada no sólo está un -18% respecto de 2015, sino que es el más bajo desde 2002. En el resto de los productos más importantes derivados de la Señora Vaca, el consumo de leche en polvo entera está un -47% debajo de 2015 y es el más bajo desde que hay registro (2000); el consumo acumulado de quesos de pasta blanda –el cuartirolo– está -13% respecto de 2015 y es el más bajo desde 2005; el de dulce de leche está casi igual (2,04 kilos acumulados en 2016 contra 2,05 en 2015), siendo el más bajo desde 2011; el yogur altera el panorama, ya que en 2016 se lleva consumido 6% más que en 2015.
En lo que respecta al último mes registrado, agosto de 2016, la baja es de -8% respecto de igual mes de 2015 en lo que refiere a la leche pasteurizada; -55% en leche en polvo; -19% en queso de pasta blanda; 26% arriba en yogur; empate en dulce de leche.