[Actualización: el martes 13 de diciembre, con la segunda votación del Senado brasileño, la PEC 241 –renombrada como PEC 55 en la cámara alta, fue aprobada, por lo que el ajuste en Brasil ya tiene carácter constitucional]
El cambio de dirección en Sudamérica profundiza el déficit comercial y la primarización productiva.
Con la presión de las patronales industriales de San Pablo, Río de Janeiro y Minas Gerais y la Confederación Nacional de la Industria, las posteriores loas del Fondo Monetario Internacional y el voto de 366 diputados contra 111, el presidente de Brasil, Michel Temer, obtuvo apoyo para un plan de ajuste de 20 años. El lunes 10 de octubre la Propuesta de Enmienda Constitucional 241 dio su primer paso y los brasileros van hacia el literal congelamiento del gasto público. Ayer martes, con con 359 votos a favor y 116 en contra, Diputados volvió a refrendar la PEC 241.
Si el proyecto de Temer avanza (por ser una enmienda, tras las dos votaciones en Diputados debe ser votada dos veces más en el Senado) la principal economía latinoamericana y una de las mayores del mundo sólo podrá aumentar su gasto público de un año al otro en función del porcentaje de inflación del año que deja atrás. Esta abolición de la política implica que ni siquiera el presupuesto aumentará junto al crecimiento vegetativo de la población. Frente a semejante ajuste, la titular del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, se confesó “animada por el foco y la dirección de esas reformas”. “Si se aprobaran en un período razonable, ayudarían a fortalecer la credibilidad de la política macroeconómica, generar confianza en la economía y anclar el retorno al crecimiento fuerte, inclusivo y sustentable”, fantaseó.
La misma música
Brasil pasa por una fuerte recesión. Se estima que su PBI caiga un -3,2% en este año. Además, ya alcanzó un 11% de desocupación. El cepo al gasto público alcanza a la salud, la educación, las políticas sociales, todo lo que el Estado paga, y por su rango constitucional se mantendría aún si la economía crece y el Estado aumenta en recaudación y recursos.
La justificación de la enmienda es remanida: “el PT ha dejado un agujero fiscal que hay que cerrar”, indicó el diputado oficialista Marcus Pestana. Para justificar la sequía por venir, el ministro de Economía Henrique Meirelles pidió por cadena nacional la comprensión de la población y prometió el futuro desierto será el “camino a un desarrollo con justicia social de verdad”.
Abajo, nosotros
Mercosur mediante, Brasil es nuestro principal socio comercial. Solito fue el destino del 17,78% de las exportaciones argentinas durante 2015 y del 15% en el período que va de enero a septiembre de 2016, según el Indec. A la inversa, en 2015 fue el origen del 21,77% de nuestras importaciones; entre enero y septiembre de 2016 esa cifra subió a 24,12%.
El estornudo verdeamarelo es un ventarrón en nuestra economía privada y pública; la relación es muy asimétrica. Con la transformación del tablero político, Temer tomó la misma perspectiva que Mauricio Macri, pero con mayor dureza: pretende que Brasil negocie con otros bloques comerciales por fuera del Mercosur, pero con autonomía respecto de sus socios sudamericanos.
En la comparación de los primeros nueve meses de 2015 y 2016, las exportaciones argentinas hacia el país vecino cayeron -18,04%, mientras que las importaciones aumentaron un 0,9%. Así, el déficit en la balanza comercial (esto es: la diferencia entre compras y ventas al exterior a favor de Brasil) creció durante estos ocho meses: entre enero y septiembre de 2015 Argentina quedó abajo en -1.999 millones de dólares; en el mismo período de 2016 el saldo negativo llegó a los -3.532 millones de dólares, superando con mucho el déficit total de 2015, que fue de -2.907 millones de dólares.
Campo e industria
Este empeoramiento del intercambio, consecuencia de la crisis brasilera (compran menos y buscan con desesperación colocar su stock en mercados volcados al aperturismo, como el argentino) no sólo se dio en conjunto con una caída global del dinero negociado superior a los mil millones de dólares; además conllevó una rotunda primarización de las exportaciones argentinas, en el marco de la recesión local.
Pese a la señalada caída del -18,04% del volumen total, las exportaciones de productos primarios subieron un 13,9% y las de manufacturas de origen agropecuario un 3,6%. En ambos casos, las exportaciones principales tienen muy poco valor agregado: en los productos primarios son los cereales y, dentro de lo más elaborado, los productos de molinería: harina y galletitas, por ejemplo. Pero, por otro lado, las poco significativas exportaciones de combustibles cayeron un -26,9% y las muy relevantes de manufacturas de origen industrial un -28%. La caída se explica casi en su totalidad por el descenso de las ventas de vehículos y autopartes (cerca del 48% de las exportaciones de origen industrial). La caída en este rubro, entre 2015 y 2016, fue del -30,9%. Peor la pasan los empresarios del rubro textil, gran generador de empleo: de los 108 millones de dólares que exportaron en el año, 53 van a Brasil. El año pasado, a septiembre, ya llevaban exportados 149 millones en el global (la caída es del -27,5%) y 82 millones a Brasil (la caída es del -35,4%).
El peso de los productos industriales dentro del total de lo exportado a Brasil cayó del 71,13% en 2015 al 62,49% hoy, mientras que los productos primarios aumentaron del 14,77% de 2015 a un 20,37% en 2016, en los primeros nueve meses de cada año.
Entre 2015 y 2016 las exportaciones a Brasil cayeron y las importaciones subieron, el déficit comercial aumentó, el peso relativo de las importaciones brasileras es mayor, los productos con mayor valor agregado pierden su lugar a favor de los dueños del campo, dos hombres sustituyeron a dos mujeres en las presidencias, el FMI festeja y la burguesía paulista se acaricia la panza glotona mientras se devora al Estado brasilero y el impotente mercado argentino.