Para el secretario general de la CGT Santa Fe y titular de La Bancaria local, es necesario proyectar un paro nacional total y sin movilización. Además entiende que el problema del progresismo actual es “su incapacidad para capitalizar el descontento social ante las políticas neoliberales”, y ve con preocupación el panorama de cara a las legislativas de 2017.
El despacho que Claudio Girardi ocupa en La Bancaria tiene dos retratos típicos de dirigente sindical: uno de Juan Domingo Perón y otro de Evita. Además exhibe una foto con Néstor Kirchner que data del 2002. Sin dudas, son las tres figuras con las que el secretario general de la Confederación Gremial de Trabajadores local (CGT regional Santa Fe) enrostraría sus convicciones políticas. “A Néstor lo traje en aquella época, cuando no era tan conocido, y hoy lo volvería a invitar”, dice y agrega en seguida que con Cristina Fernández, en cambio, se da el permiso de cuestionar “algunas estrategias que llevaron al progresismo a la derrota”.
—¿Cómo se viene dando el diálogo entre las distintas expresiones gremiales de Santa Fe?
—Hace dos años y medio que asumí la conducción de la CGT regional Santa Fe y desde entonces tenemos un diálogo fluido con la CTA de José Testoni. El slogan “La clase trabajadora es una sola” resume de forma íntegra el espíritu de esta unión. Estamos convencidos de que debemos trabajar a partir de las coincidencias, que no es más que atender las problemáticas del sector trabajador. Es nuestro deber el representarlo lo mejor posible.
—¿Cómo se reconfiguró esta relación a partir de la asunción de Mauricio Macri como presidente de la Nación?
—Antes del ballotage promovimos un encuentro en el que participaron alrededor de dos mil personas, entre militantes y dirigentes. Bajo la consigna “No a Macri, Sí a Scioli”, planteamos nuestra postura respecto a dos ejes. El primero era que, si ganaba Daniel Scioli, la propuesta de las centrales sindicales de Santa Fe iba a ser la de profundizar un modelo de país que considerábamos progresista, inclusivo y de mayor participación, diagramado en torno a un círculo virtuoso de la economía que incluía a los trabajadores activos y pasivos. Si ganaba Mauricio Macri, en tanto, la propuesta sería la de resistir las políticas neoliberales que permiten la concentración de la economía en las grandes empresas. Y este último camino es el que actualmente estamos transitando.
—¿Cuáles fueron las deudas de la década kirchnerista?
Hubo algunas cuestiones no resueltas. Entre estas sobresale el modo en que se aplicó el impuesto a las ganancias y el déficit habitacional para muchos sectores sociales. Debe sumarse además la falta de algunas obras estratégicas para la región, como el puerto y el puente Santa Fe–Santo Tomé. Por otra parte, creo que el peronismo tiene como sujeto social al movimiento obrero organizado, y el gobierno de Cristina Fernández erró al correr del eje a este actor para colocar en el centro a los jóvenes. Fue una equivocación estratégica que se pagó caro, con la derrota.
Capitalizar el descontento
—¿Cuál es tu análisis en relación a los primeros nueve meses del gobierno de Cambiemos?
—El proyecto de este gobierno es el de concentrar la economía. Es decir, que llegue menos dinero al bolsillo de los trabajadores y más al de los empresarios. El tarifazo, la devaluación, la inflación, la quita de retenciones (que perjudica además a las autonomías provinciales porque atenta directamente a la coparticipación), son medidas ejemplares de cómo se proyecta un modelo de país bajo un marco liberal conservador. Es lo que dijo Paolo Rocca, máxima expresión empresaria argentina, en el Mini Davos, cuando sostuvo que la Argentina es cara para producir y que tiene “un montón de otras cosas”. ¿Qué son estas “otras cosas”?, los derechos laborales. Entonces, cuando Rocca dice que la Argentina es cara, está pidiendo que se libere el mercado mediante otra devaluación y la reducción en el salario de los trabajadores. Otro rasgo distintivo es la intención de achicar el Mercosur. Política impulsada tanto por Mauricio Macri como por el nuevo presidente casi de facto de Brasil, Michel Temer. Ambos países promueven un acercamiento con los Estados alineados en la Alianza del Pacífico. Y allí también lo que se tiene en cuenta como variable de ajuste para “ser competitivos” es el salario de los trabajadores y los derechos laborales.
—¿De qué modo repercutieron estas medidas en la vida cotidiana?
—A través de la pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores. Porque cuando esto ocurre, los ciudadanos consumen menos. Ningún asalariado deposita su plata o la guarda en una cuenta bancaria sino que, por el contrario, la utilizan para realizar obras en sus casas, comprar un jean, salir a cenar en familia, o comprar zapatillas para sus hijos. Y esto produce un efecto en cadena, porque los comercios y las empresas locales tienen más venta y consumo interno, lo que genera mayor mano de obra. Hay que mencionar además que los sectores que ganan menos son los más afectados. Quien un año atrás apenas llegaba a fin de mes, hoy ya no lo hace. Lo que más aumentó, del 10 de diciembre a hoy y en un 50%, fue la comida y los artículos de higiene, tanto personal como del hogar.
—¿Crees que este panorama hizo que baje el respaldo a Mauricio Macri?
—Sí, la clase media empezó a replantearse algunas cuestiones porque ya no vive como antes. Pero mi preocupación pasa por el hecho de que en el sector progresista nadie capitaliza políticamente este saldo. Entonces aparece el temor respecto a que la derecha se esconda en diferentes partidos políticos y consiga el año que viene la mayoría política en ambas cámaras.Frente a este panorama, nuestro rol es el de prepararnos para que no obtenga mayoría en las elecciones legislativas del 2017. La pregunta es cómo nos organizamos dentro de los marcos democráticos.
—¿Cómo?
—La CTA hizo una Marcha Federal compuesta por cinco columnas. Miles de personas estuvimos presentes, incluyendo algunos sectores de la CGT. Fue una demostración concreta de cuál es el camino. Por eso planteo que se haga una medida de fuerza contundente, y que sea lo antes posible. El sector empresario va a ir por mucho más si lo dejamos avanzar. Para impedirlo tenemos que lograr confluir con el gobierno en una mesa de diálogo, único lugar donde se resuelven los problemas de los trabajadores. Hay que hacernos escuchar de alguna forma,por lo que un paro nacional de actividades, en el lugar de trabajo y sin movilización para lograr el mayor consenso, sería sumamente importante.
—¿De qué dependerá el éxito de estas posibles medidas de fuerza?
—Los paros nunca son exitosos. Pueden ser grandes y fuertes, pero el éxito solo se consigue a través de la mesa de diálogo. Las medidas de fuerza son acciones extremas que adoptan los trabajadores para establecer un límite, cuando los sectores empresarios-políticos avanzan sobre derechos o conquistas del pueblo. Pero cuando hay un paro todos estamos perdiendo un poquito.