Por Beatriz Gutiérrez, Multisectorial de Mujeres de Santa Fe
Por esa maldita costumbre que tenemos las mujeres de querer andar solas por la vida, arriesgando nuestra integridad intelectual, moral y física, una vez más concurrimos al Encuentro de cada año. A compartir viajes, alojamiento, comida, vinos, abrazos y bienvenidas.
Abandonamos los cuidados, las ollas, las oficinas y los tacones; rumbo a ocuparnos de nosotras. Un plural en colores, en voces, en sintonías y también en desencantos. Un nosotras con certezas, con miedos y con fortalezas. Acordamos, disentimos, lloramos, nos reímos y bailamos. Durante tres días nos escuchamos. Mujeres levantando su mano para pedir la palabra y a su turno expresar qué era el feminismo. El feminismo en su barrio, en su cerro, en su monte, en la Patagonia, en la villa. Buscando palabras que describían el lugar de reconocimiento a la otra, a su entorno, a las diferentes violencias cotidianas, a la posibilidad de llegar a las hermanas que en sus camas, en sus mesas y en las calles pagan muy caro el hecho de ser mujeres.
En otros talleres escuchamos a las compañeras relatar sus luchas solitarias fabricando el aceite de cannabis para mejorarle la vida a sus hijos e hijas y pagar con cárcel en Ezeiza por semejante atrevimiento. Conmovidas, entendimos y fuimos más sabias y más hermanas. Otras compartieron sus tropiezos en la justicia ciega, esa que no ofrece acompañamiento ni patrocinio y que sigue construyendo un discurso misógino e incomprensible. Nuestros cuerpos también fueron ejes del sexismo, de las críticas a las crianzas y de sus usos y abusos en los medios de comunicación.
Y discutimos, y no nos pusimos de acuerdo en todo, pero juntas salimos a gritar: Aborto legal, en el hospital; Educación sexual para decidir; Anticonceptivos para no abortar; Paridad, paridad, queremos la mitad. Compartimos 40 cuadras con las gargantas empoderadas, el puño en alto, con pañuelo verde y nuestros pasos firmes.
A días de finalizado el Encuentro, seguimos compartiendo fotos, videos, leyendo crónicas, relatos y temáticas en las que no pudimos estar. Y sin embargo, estamos todas allí, las que fueron por primera vez y las que cada año reincidimos en demostrarle al sistema que seguimos fuertes, mal que les pese. Fuertes, con aprendizajes, con nuevos colores, con más proyectos. Fuertes en las dudas y en las convicciones, más articuladas, más coordinadas, esas cualidades que en tan sólo 24 horas nos permitieron reaccionar ante el asesinato de Lucía Pérez y en minutos organizarnos para no dejar pasar otro castigo del machismo que nos sigue matando porque nos tiene miedo. Con indignación y rebeldía: paren de matarnos, #VivasNosQueremos.