En los últimos doce meses, por distintas razones –mudanzas, roturas de artefactos, un virus que encriptó todos mis archivos, problemas con la instalación del servicio– estuve en varias ocasiones sin computadora y/o Internet.
Ahora mismo, estoy hace cuatro meses sin Internet en casa. Es verdad que tengo el 3G del teléfono, y lo uso bastante –para mails, Facebook, lecturas cortas–. Pero obviamente no es lo mismo leer en el monitor de una compu que en la pantallita del celular, así que no me cuelgo tanto, y mi relación con la web se modificó.
En una de las cosas que más noté la falta de Internet, más quizá que en el cambio a la hora de leer, fue en la posibilidad de escuchar música.
Los últimos años, como creo que nos pasó a muchos, me acostumbré a escuchar música online. A tal punto, que no tenía casi ningún álbum cargado en la computadora. Este último tiempo, con un pen drive, fui poblando de nuevo mi compu y mi tiempo con la música que más me gusta. Pero en el medio, hubo un período de transición (de hecho creo que estoy todavía en ese período) en el que recurrí a música olvidada hacía años, guardada en CDs polvorientos que reproduje con el equipo de DVD.
Todos sabemos que cada época de nuestra vida tiene una banda sonora determinada, más allá de que hay artistas que nos son tan necesarios que no los abandonamos nunca (en mi caso, Bowie, DepecheMode y The Cure). Así que el hallazgo de estos CDs fue también un viaje en el tiempo.
La mayoría de los CD que encontré eran del 2008. Unos compilados muy extraños –sin otro criterio de selección de las canciones que el hecho de que a mí me gustaran– que yo armaba bajándome música del Ares y después grababa. En ellos convivían Nancy Sinatra con Fabiana Cantilo, Pequeña Orquesta Reincidentes con The Beatles, Soundgarden y REM con los Cadillacs, y así. También encontré compacts originales que habían sido de mis viejos: The Wall, Queen, las bandas sonoras de James Bond.Compacts que me grabaron mis amigos y hermanos, y así fue como pasé un par de mañanas limpiando con música tan disímil como Iron Maiden, grabado por Leo, o Jorge Drexler, grabado por Paulo, y me maravillé de ser capaz de disfrutar los dos. Resucitó Björk, a full, después de años de abandono (cuando vivía con mi papá la escuchaba todo el tiempo en unos cassettes; cada vez que mi papá me veía acercarme al equipo se quejaba: “¡Otra vez la esquimal depresiva!”). Me reencontré con la música que traje de España: Chambao, Ojos de Brujo. Ojos de brujo me sigue gustando.
Otra cosa que cambió, no tanto al estar sin Internet sino cuando estuve sin compu, fue la escritura. Yo nunca abandoné completamente la escritura a mano, pero obviamente que escribir a mano sea tu única alternativa cambia las cosas.
Mi chico hoy me contó que Jack White usa en su casa artefactos exclusivamente analógicos. White, obviamente, no lo hace por pobre, sino por excéntrico.
Y mi chico, él no tiene celular, así que si bien nos comunicamos vía Facebook, no tengo forma de comunicarme con él de forma instantánea, porque no lleva un dispositivo electrónico encima todo el tiempo.