El doctor Damián Verzeñassi en el juicio internacional contra Monsanto presentó los datos epidemiológicos sobre el daño de los agrotóxicos.
“¿Por qué la coincidencia en 27 ciudades distintas de provincias diferentes, con los mismos problemas de salud?”. Alrededor de esta pregunta, el doctor Damián Verzeñassi de la Universidad Nacional de Rosario expuso de los resultados de las Campañas Sanitarias con las que Facultad de Medicina realiza perfiles epidemiológicos en pueblos y ciudades de la región y evalúa a los estudiantes antes de egresar. El ámbito fue más que prominente: su alocución se realizó en La Haya ante el Tribunal Internacional Monsanto, una iniciativa que busca reunir prueba sanitaria y jurídica para incorporar la figura de ecocidio dentro de los delitos que puede juzgar la Corte Penal Internacional.
Más de mil organizaciones que vinculan a víctimas, ambientalistas y académicos que se oponen al modelo de transgénicos y agrotóxicos se reunieron entre el 14 y el 16 de octubre en Holanda, en pos de relevar si Monsanto vulneró los derechos a un entorno seguro, limpio, saludable y sostenible, a la alimentación, la salud y la libertad de investigación científica. Además, el Tribunal deberá expedirse sobre si la empresa fue cómplice de un crimen de guerra (por haber proporcionado materiales al ejército norteamericano en la guerra de Vietnam) y deberá establecer si la firma efectúa un ecocidio, un daño o destrucción del medio ambiente que altera de forma significativa y duradera el patrimonio mundial.
Las vidas del glifosato
Las Campañas Sanitarias se vienen llevando adelante desde 2010. A través de ellas se efectuaron encuestas para elaborar perfiles epidemiológicos de morbi mortalidad en las poblaciones visitadas, donde viven 151.799 personas: 96.874 fueron encuestadas, por lo que el rango del estudio es prácticamente censal.
Verzeñassi habló el 15 octubre, por la mañana, frente a los jueces del Tribunal. Lo primero que dejó en claro es que los datos obtenidos por las Campañas Sanitarias no coinciden con los datos oficiales que ofrecen las autoridades sanitarias nacionales o regionales. Lo segundo, que las formas de vivir y morir en esas poblaciones no siempre fueron las mismas y que hubo un momento de quiebre. “El cambio coincidía en el tiempo con la instalación de un modelo tecnológico de producción agroindustrial de eventos transgénicos dependientes de venenos. El año 1996 es un año bisagra en la aparición de muchos de estos problemas de salud y nos permite identificar un punto desde la epidemiología para entender la aparición entre 5, 10 y 15 años después de otros problemas de salud”, explicó.
Los datos epidemiológicos que luego enumeró trazaron un cuadro estremecedor. El cáncer es la primera causa de muerte en 25 de las 27 localidades: “Si bien crecieron la mayoría de los cánceres que conocemos, como el de pulmón, también han crecido los renales, los linfomas, las leucemias y los linfoma no Hodgkin fundamentalmente”, padecimientos vinculados a la exposición a los venenos rurales. Lo mismo sucede con la segunda enfermedad crónica más frecuente según el relevamiento, el hipotiroidismo, y con otros padecimientos que aumentaron su frecuencia desde 1996, como los problemas respiratorios, las alergias, los problemas en la piel y los problemas neurológicos.
Especial atención le otorgó a las cifras sobre abortos espontáneos y malformaciones congénitas, vinculando los resultados epidemiológicos con las pioneras conclusiones sobre malformaciones en embriones del fallecido investigador Andrés Carrasco.
“En algunas de estas localidades, en el caso de los abortos espontáneos, en el período que va de 1995 a 1999 de cada 100 mujeres embarazadas hubo 5,8 abortos espontáneos. En esas mismas localidades, en el perìodo que va de 2010 a 2014 de cada 100 mujeres embarazadas hubo 11, 5 abortos. En otras, mientras que en el período que va del 95 al 99 de cada 100 embarazadas hubo 6 abortos espontáneos, en el período de 2010 a 2014 hubo 22, 5 abortos”, especificó. “En el caso de las malformaciones congénitas, los datos también son escalofriantes. Mientras que en el período que va del año 2000 al año 2004 de cada mil niños nacidos vivos, en algunas de estas localidades, 8,8 nacían con alguna malformación congénita, en el período que va del año 2010 al 2014 de cada mil niños nacidos vivos fueron 17,9 los nacidos con malformaciones congénitas”. Como se ve rápidamente, los padecimientos se han duplicado, o más, desde la imposición de un modelo de convivencia continua con el veneno.
Sostiene Verzeñassi
“La diversidad está en peligro. Nos han empujado a una situación de ecocidio y estamos aquí para poder denunciarlo”, sentenció el profesional al terminar su intervención. “Este Tribunal es histórico, porque ha permitido darle una dimensión internacional a la voz de las víctimas, que lamentablemente, en estos sistemas, somos obligadas a demostrar que somos víctimas. La ciencia exige pruebas científicas. Las exigencias de pruebas científicamente sólidas operan como un recurso para dilatar la toma decisiones políticas públicas y se transforman en un instrumento político ideológico antes que científico. Nosotros queremos decirles que se nos mintió cuando se nos dijo que los modelos de producción de transgénicos dependientes de veneno eran para que se use menos veneno. Que se nos mintió cuando se nos dijo que la química que se iba a utilizar era inocua para la salud humana, porque se sabía que así no lo era. Y entonces, hoy, tenemos que seguir demostrando lo que ya está demostrado. Lo que está patentado como antibiótico, lo que está patentado como veneno, lo que está patentado como antifúngico, efectivamente elimina la vida, elimina los hongos, elimina la diversidad. Finalmente, quiero hacer mías las palabras de Adolfo Maldonado: ‘La ciencia está tardando entre 40 y 60 años para demostrar lo tóxico de los pesticidas y siempre llega a demostrarlo cuando hay otros nuevos que los reemplazan’.”