—Es muy lindo ver reunidas a miles de personas con un mismo objetivo.
—Sí, la verdad que emociona.
—No puedo creer, que por primera vez estemos de acuerdo.
—Y… la cumbia nos hermana.
—¿De que cumbia me habla?
—De la Fiesta Nacional, en el Hipódromo. No me dijo que le emocionó la convocatoria.
—Sí: la participación de los trabajadores en la marcha del miércoles 9 de noviembre. Alrededor de 20 mil personas de la Legislatura a Plaza de Mayo.
—Había más en el Festival de la Cumbia, casi 60 mil. Una hermosura.
—Pero no puede comparar, son dos situaciones distintas.
—Cantidad es cantidad, no me venga con estadísticas ahora…
—Me parece que usted es el que se equivoca. Yo no mencioné ninguna estadística.
—Claro, las estadísticas son un invento del demonio. Lo fáctico de las estadísticas tiene directa relación con aquel que las interpreta. Es el método por el cual si en una ciudad un hombre come dos pollos por día y otro ninguno, el consumo de pollo promedio es de uno por persona.
—¿Qué tiene que ver el pollo? ¡Por el amor de Dios!
—Pensé que me iba a hablar de Donald Trump y a exponer alguna teoría erudita de las masas y las xenofobias, de la otredad y la mar en coche…
—Con tanto facho en potencia por estos lares, la verdad que lo de Trump es como el final de una mala serie. Es como si hubiera fallado el algoritmo. Por momentos, uno pensaría que quizás se pueda dar el primer golpe de Estado en la cuna de la democracia capitalista.
—No hay Embajada de Estados Unidos, sería muy difícil. Además, a las Torres Gemelas ya las derribaron.
—La verdad es que de a ratos parecería que EEUU es una ficción. Lejos de la realidad, existe el relato que supieron construir a fuerza de cine y simulacros.
—Claro, como la llegada del hombre a la luna que filmó Kubrick.
—No, me refiero a que tenemos un imaginario sobre el sueño americano y toda la sarasa que nos venden. Luego pasa el huracán Katrina y descubrimos que hay miseria.
—No me parece que sea para tanto, ya tuvieron de presidente a un mal actor de Hollywood. La familia Bush, de la CIA a la Casa Blanca. Arnold Schwarzenegger gobernador de California. Aparte: corta la bocha. No te votan una mina después de un negro ni con Durán Barba dirigiendo la campaña.
—¿Vio que en California legalizaron la marihuana para uso recreativo?
—Bueno, eso explicaría porqué Terminator fue gobernador…
—El mismo día que ganaba Trump aquí se modificó un artículo del Código Penal para penalizar la tenencia de semillas y autocultivo de cannabis para uso personal.
—Está muy bien. El negocio es el miedo, dice siempre un amigo polaco. Más yuta. Más armas.
—Drogas más rentables. La planta no garpa si no es persiguiendo a quien consume tan barato.