El deporte argentino puso en sus vitrinas uno de los trofeos más ansiados: la Copa Davis.
El individualismo del tenis desde hace años alimentaba el sueño de ganar en equipo. Ese sueño quedó a un paso de la realidad en cuatro finales (1981, 2006, 2008 y 2011), pero en la quinta, luego de jugar de visitante en toda la serie, un grupo de obreros inteligentes más un talentoso, se quedó con uno de los pocos logros importantes que le quedaba por ganar al deporte argentino.
La consagración del tenis nacional en Croacia cerró un círculo que lo abrió Guillermo Vilas y hoy lo concluye Juan Martín Del Potro. Con el gran objetivo cumplido, ahora nuestro tenis transitará sus caminos individuales y el año que viene, cuando salgan a la cancha a defender el título, la Davis ya no será un motivo de presión, será un placer de jugar por el bien de un grupo.
Con esta hazaña que comandó Del Potro, el tenis ingresó al salón más importante del deporte argentino. Ser campeones de la Davis es ser campeón a lo Fangio, es colgarse el oro con la Generación Dorada de básquet en los Juegos Olímpicos 2004, es la piña de Monzón a Benvenuti y todas las defensas consecutivas a ese título, es el fútbol campeón del Mundo en casa y más Héroes con Diego en 1986. A los capítulos del fútbol, básquet, automovilismo y boxeo, el 27 de noviembre de 2016 se agregó el del tenis. ¡Bienvenida esa raqueta al libro dorado del deporte argentino!