Parafraseando a los personajes de Game of Thrones: “Summer is coming” (traduzco para mi mamá y mi papá que no leen en inglés: “Mañana vamos al cine”). En otras palabras, se acerca la que, a mi entender, es la estación más linda del año: el verano. Y si a su entender no lo es, pues déjeme aclararle algo: usted no entiende nada.
No es el propósito de esta columna defender mi actitud antidemocrática que está completamente justificada, ya que soy yo el que se pasa un domingo a la tarde frente al monitor pensando qué escribir, mientras usted seguro está de sobremesa en alguna quinta de Rincón. El propósito de esta columna es, en cambio, expresar todo mi odio contra las personas que, en noviembre, se acuerdan de que llega el verano y les quedan solo diez días para hacer todo lo que no hicieron durante el resto del año. Sí, y no me refiero solamente a los que salen de la ducha, miran para el piso y se dan cuenta que no se ven los pies, el elástico del bóxer y otras tantas cosas porque se los tapa la chopera y piensan: “capaz que si le aflojo a las harinas llego”. No, no llegás. Ni te calientes, eh; seguí dándole a la torta alemana sin culpa campeón. Además, en un mes son las fiestas y vos, yo, el Gigoló, Pata Villanueva y quien se te ocurra, sabemos que le vas a entrar al lechón frío y al pan dulce con frutas abrillantadas y pasas de uvas que no te gustan, oldenait (les vuelvo a traducir a mis viejos: “Era por abajo, Palacio”).
Si me dijeran que ahí se termina la cosa y que, en el último de los casos, se joden ellos nomás, ponele. Pero no. También le tienen que cagar la vida a uno que tiene las 24 horas del día ya planificadas con 4 meses de anticipación. ¿Ah, que no lo hacen?
Esta gente es la misma que se acuerda de ir al gimnasio recién ahora y entonces vos, que te conocés tu rutina de memoria, que sabes con qué aparato empezar, qué ejercicios te conviene hacer en segundo lugar, etc.; y que sabés perfectamente que eso te lleva una hora reloj, tenés que fumarte al que te está ocupando la cama inclinada y levanta pesas de medio kilo pero como se le cansan rápido los músculos se queda tirado 15 minutos entre serie y serie descansando… y encima te saca charla mientras vos te adaptás a sus tiempos. Queda la opción de ir a la Costanera, capaz me dice usted. Bueno, sí. Ocurre que estos salames si no van al gym van a la Costanera y uno no hace otra cosa más que esquivar pseudorunners nacidos ayer, que a los 500 metros se cansaron y empiezan a caminar uno al lado del otro ocupando absolutamente toda la pasarela de la costanera o se frenan a hablar con ese que no ven desde la primaria pero que tampoco se ve el bóxer y por eso “Salgo a correr un poquito, porque se viene el verano y viste, jeje, con esta panza no llego a Florianópolis”. Capo, con ese chiste llegás a la frontera y te deportan.
Otra cosa: ¿es necesario acordarte justo ahora que tenés vencido el pasaporte o necesitás un permiso especial para sacar al amiguito de tu hijo del país, porque viaja sin sus padres? ¿No podés abrir el cajón, sacar el pasaporte y ver cuándo vence, vamos a suponer, en mayo? Además, con lo caro que está todo, ¿por qué no le llevas una tablet a tu hijo para que se divierta solo en la playa en vez de tener que hacerme perder tiempo a mí en la Municipalidad o donde sea que se saca ese permiso para el otro pibito que seguro se termina peleando con tu hijo por la tablet y te caga el viaje? A mí, sí… que solo fui para averiguar por qué no me cortan las ramas de los árboles que me están entrando por la ventana de la casa. Yo no recuerdo que Einstein, en su teoría general de la relatividad hable de algo que hay en la forma del universo que impide hacer esos trámites con tiempo. Tampoco la entiendo, así que capaz lo dice y yo ni me enteré.
Y así hasta con el médico o el dentista. Te hacés un chequeo general o el papanicolau una vez al año, ¿y tiene que ser justo en noviembre? Les deseo que no les duela la muela hasta febrero, porque andá a que te la saque cagaste. ¿Te dio un infarto? Lo mismo: pelá los cables de la tostadora y hacete electroshock vos solo porque ni en pedo encontrás un lugarcito en la guardia de algún sanatorio; y a veces es mejor hacerse una cirugía de colon ascendente uno mismo y sin anestesia, que esperar tres horas en el nosocomio para que el recién egresado de medicina que se quedó afuera de la residencia, y por eso está laburando en la guardia con cara de dormido, te atienda en 4 minutos y te recete amoxicilina. Pero me dio un infarto. “Sí, por eso es preferible evitar una laringitis. No sea cosa que se le complique”, capaz te dice, pobre pibe.
En fin, uno chocho porque se viene el verano, la playa, los inadaptados de siempre, el porrón en la vereda y resulta que, por culpa de unos improvisados que quieren resolver lo imposible a las apuradas para poder disfrutar de su enero como ellos quieren, no lo dejan disfrutar a uno que en marzo ya sabe hasta en dónde va a pasar las fiestas.