Mate cocido, polenta, agua y puchos feos

El termómetro de las sensaciones personales se impone por sobre las cifras de la estadística. Si a una persona que gana más de 20 mil pesos se le dice que pertenece al 10% más rico de la sociedad, probablemente se mate de risa. Esa persona cree que su entorno, la gente con la que fue a la escuela, sus compañeros de trabajo, sus vecinos, no son lo mismo que un propietario de cientos de hectáreas sembradas de cereales o un residente de barrio cerrado o un conductor de Hilux. Es verdad, no son lo mismo. Pero eso no quita que el 90% de la población gane menos de 20 mil pesos, según datos del Indec.

Hay que confiar en el uso duro del dinero para mensurar el peso de una recesión y un ajuste como el que se está atravesando. El uso duro del dinero es: cuánto gastás en lo inevitable. Ir al cine es evitable. Comprar ropa es evitable. Leer libros también. Todo lo que no sea pagar los servicios, el alquiler y la comida es evitable. El punto es que la estadística ya está mostrando cómo estamos llegando a un piso histórico en el consumo de alimentos. No importa que vos sí comas un asado o estés clavándote un buen vino ahora o tengas leche para darle al nene. Las cifras oficiales están para eso: para dibujar una realidad que vaya más allá del mínimo entorno inmediato que nos circunda.

Desayuno amargo

La leche es la protagonista de la mañana y de la tarde, pero no es el único lácteo infaltable. El queso blando –para la pizza o el sándwich– y la leche en polvo son productos repetidos en los hogares. En lo que va del año –de enero a agosto– los argentinos tomamos en promedio 15,93 litros de leche per cápita, 0,79 kilos de leche en polvo y 3,79 kilos de queso pasta blanda, según el Ministerio de Agroindustria. Sólo en 2002 tomamos menos leche (15,59 litros); en lo que va del año estamos un -18% por debajo de lo bebido en 2015. Jamás consumimos tan poca leche en polvo, estando la cifra actual un -47% abajo del año pasado. Con el queso la marca es menos peor: hay que remontarse a 2005 para encontrar un consumo menor (3,72 kilos per cápita); respecto de 2015, la caída es de -13%.

Almuerzo triste

“No hay más olor a asado en Santa Rosa de Lima los domingos”, dice Rubén Sala, el referente del Movimiento Territorial Liberación, desde su casa en el antiguo barrio del oeste. Su termómetro es más bien fino. De acuerdo al Instituto de Promoción de la Carne Vacuna, los argentinos estamos comiendo un promedio de 55,2 kilos de vaca per cápita por año. Suena a bastante. Excepto por el hecho de que nunca comimos tan poca carne, ni siquiera en el 2001 y 2002. Es más, en abril de este año se llegó al piso histórico: 50,8 kilos per cápita (en una medida anualizada del consumo mensual). El año pasado el promedio fue de 59,7 kilos por persona. El anterior record negativo fue en 2011, con 56,6 kilos por persona.

Brindis con agua

Pese a haber repuntado en agosto (como muchos otros indicadores, que volvieron a caer en septiembre), la venta de vinos en 2016 es la más baja desde que hay registro (2009), de acuerdo a los datos de Instituto Nacional de Vitivinicultura. El acumulado desde enero a agosto está -8,4% debajo de igual período de 2015 y -1% respecto del anterior mínimo histórico, el 2010. Como tendencialmente corresponde, el consumo fuerte de la bebida mermará con el calor.

Y sobremesa breve

Los fumadores dejaron de fumar o pitan cigarrillos que son una desgracia. Después del aumento de mayo el consumo de tabaco cayó de un mes al siguiente un -44%. Luego pareció recomponerse, pero no. Este será el año con el menor consumo de cigarrillos desde que el Ministerio de Agroindustria lleva el registro (2005). Entre enero y septiembre de 2016 se fumó un -10,6% menos de puchos que en igual período de 2015. Desde agosto, las segundas marcas (cigarrillos que van de los $34 a los $42 el atado de 20) superaron con mucho en ventas a las primeras marcas. Y también crecieron las terceras. Y las cuartas.

 

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