Durante los campamentos sanitarios los casi médicos de la UNR realizan tres actividades distintas para cumplir su evaluación final. Ofrecen un servicio de atención primaria para los niños, brindan talleres de prevención y caminan casa por casa para efectuar en los hogares la “Encuesta de situación de salud y morbilidad percibida”.
Cada una de estas actividades es evaluada en función del egreso. La toma de encuestas además es monitoreada al momento de realizarse. A su vez, más que una encuesta, el formulario parece una guía de observación que obliga a los estudiantes a poner en duda la veracidad de los dichos de los informantes, en pos de chequear los datos manifestados. No son encuestadores con un cursito de capacitación quienes llevan adelante la toma de datos, son médicos a los que sólo les falta superar esa instancia final para que les otorguen el título. La muestra, por lo demás, es mucho más que representativa: sobre un universo total de 151.799 personas, 96.874 fueron encuestadas.
En los puntos neurálgicos de divergencia entre el coordinador de los campamentos, el doctor Damián Verzeñassi, y el ministro de Salud, Miguel González, cabe señalar que la encuesta distingue entre información referida e información recabada. Así, no alcanza conque el encuestado mencione que su madre “murió del corazón”; el estudiante tiene que recabar de qué patología concreta falleció. Lo mismo sucede con los padecimientos de salud en general, el cáncer y los embarazos. Además, se indaga sobre el consumo de medicamentos –y su causa referida y recabada–, por lo cual se produce un constante triple chequeo.
La encuesta aborda también datos contextuales sanitarios, desde las características de la vivienda hasta los consumos nocivos de cada encuestado, pasando por efectores en los cuales se atienden.