UN AÑO DE MACRI | El análisis económico fino de sus principales medidas y de sus objetivos a mediano plazo.
Inolvidable año ha pasado para los bancos extranjeros que nos vendieron deuda –en un año superamos los siete años de dictadura militar–, los especuladores financieros –de bicicleta y fuga divisas–, proveedoras y distribuidoras de energía –tarifazo, condonación de deudas y dolarización de sus precios–, el sector agropecuario y minero exportador –quita de retenciones y devaluación– y los importadores.
Para los trabajadores, Macri planchó los salarios en las paritarias, los más afortunados perdieron, al menos, el 8% de su salario real.
Producción y comercio dependiente del poder adquisitivo de los trabajadores acusaron recibo. De Bahco a los supermercados. Vendieron poco y los insumos importados y las tarifas se fueron a las nubes. Apretados por los dos lados, cierres, despidos y suspensiones fueron la respuesta. El gobierno reaccionó con un ministro de Trabajo que no camina, con el veto a la ley de doble indemnización y con dos acuerdos empresarios de nulo efecto.
A Macri no le importa bajar la inflación, pese a que tanto lo repita. El problema no es que suban los precios de los bienes consumo, el problema es que los salarios suban menos que esos precios. El problema no es la inflación, es el salario real. Macri bombardeó el salario real, luego a Macri no le importa bajar la inflación en su sentido concreto.
[quote_box_right]Para los trabajadores, Macri planchó los salarios en las paritarias, los más afortunados perdieron, al menos, el 8% de su salario real [/quote_box_right]
Lo que sí le importa al gobierno es el precio del dólar. El único modo de que no vuele es hacer ingresar dólares al país. Los tres mecanismos fueron un endeudamiento nunca visto para uso corriente –nada de la nueva deuda fue a infraestructura–, el blanqueo –rindió la tercera parte de lo esperado– y la inversión extranjera directa, que no se va a producir jamás en un mercado deprimido que tiene salarios que todavía están por encima del promedio que se puede explotar en buena parte de Latinoamérica.
Con una inflación que no se veía desde 1992, el dólar se abarató de nuevo. Luego, el 2017 será un escenario con dos salidas: o el endeudamiento subirá todavía más –superando la proporción respecto al PBI que tenía en el 2001– o el dólar se irá por encima de los ridículos 17 pesos estimados en el presupuesto, lo cual renovará la puja inflacionaria, alcanzando también a las tarifas. Los grandes agentes económicos saben esto de sobra.
Macri necesita una inflación baja para que el dólar no se le vaya completamente de las manos. Los despidos, la baja del poder adquisitivo y una altísima tasa de interés en el Banco Central fueron el método, que continuará. El aplastamiento salarial sucede por otra razón: la domesticación de la fuerza de trabajo es el camino al objetivo del gobierno de los CEOs, la flexibilización laboral. La flexibilización laboral es la meta final de toda política de ajuste. No hay logro mayor para el capital que convertir en letra judicial el abuso económico.