Es el año de abstinencia. Si bien hubo un repunte respecto de octubre, las ventas de cigarrillos –un consumo poca elasticidad– se mantienen muy bajas en 2016, sobre todo después del brutal aumento de mayo.
Con poco más de 152 millones de atados de 20 vendidos, noviembre de 2016 fue el segundo mejor mes tras la debacle de mayo, el peor mes en la historia de los fumadores, al menos desde que hay registro (2005). Más allá de que sea algo para celebrar desde el punto de vista sanitario, la merma en la venta de cigarrillos (que alcanza el -10,98% en la comparación del acumulado de enero a noviembre de 2016 y de 2015) es un claro indicador de la caída del salario real –no hay guita ni para fumar un horrible Red Point– y, también, es un llamado de atención para las economías familiares que dependen de los kioscos. Sabido es que los cigarrillos no dejan margen, también sabido es que son absolutamente necesarios para mantener la clientela y vender el resto de los productos.
Para comprender cómo pegó el impuestazo en los puchos
Como sea: en noviembre de 2016 la venta de cigarrillos bajó un -10,86% respecto de noviembre de 2015, siendo el peor noviembre en todos los años registrados. Respecto de su mes anterior, octubre de 2016, las ventas subieron un 6,5%, en una tendencia que es estacional (sucede casi todos los años). En la consideración total, de manera inevitable 2016 será el año con las ventas más bajas de cigarrillos desde 2005.