Cómo pega en Argentina el inédito ajuste de Brasil.
El socio comercial más pesado de Argentina, Brasil, se embarcó en un ajuste delirante y suicida, de la mano de un presidente carente de todo apoyo popular, Michel Temer, que llegó aupado por Eduardo Cunha, el presidente de la Cámara de Diputados que organizó el impeachment a Dilma Rousseff y que hoy, justamente, está preso por corrupción. Para más escándalo, Temer era el vicepresidente de Rousseff, quien judicialmente está ilesa.
El lunes 10 de octubre la Propuesta de Enmienda Constitucional 241 dio su primer paso y los brasileros van hacia el literal congelamiento del gasto público. El 25 de octubre, los diputados refrendaron la PEC 241, que pasó al Senado con el nombre de PEC 55. Los senadores también aprobaron la enmienda, el 29 de noviembre, con 61 votos a favor y 14 en contra. El 13 de diciembre la volvieron a votar, 53 a favor y 16 en contra. Todo cocinado.
La Enmienda establece que la principal economía latinoamericana –una de las mayores del mundo– sólo podrá aumentar su gasto público de un año al otro en función del porcentaje de inflación del año que deja atrás, ¡durante 20 años! El presupuesto ni siquiera aumentará junto al crecimiento vegetativo de la población o al eventual incremento en los ingresos. Múltiples voces avizoran un destino de lisa y llana privatización de las funciones estatales públicas más elementales. Frente a semejante ajuste, congelamiento más bien, la titular del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, se confesó “animada por el foco y la dirección de esas reformas”.
Temer predice que el año que viene el gigante verdeamarelo crecerá un 1%. Eso quiere decir que se profundizará la recesión del -3,2% de este año. La burguesía brasileña apretará donde pueda: a sus países dependientes, por ejemplo. Para exportar o importar, Brasil es nuestra referencia. Compra el 15% de nuestros productos que salen al exterior y es el origen del 24% de los bienes que ingresan a Argentina. Su estornudo es nuestra tormenta. Con el mercado interno disuelto a fuerza de ajuste y desempleo, con el real devaluado –¿bajaste la zapán para viajar a Floripa?– y con una capacidad productiva y tecnológica que nos supera en mucho, es más que probable que la tendencia bilateral de este 2016 se agrave: habrá más déficit en contra de Argentina, nuestras exportaciones retrocederán en lo industrial y aumentarán en lo primario, en un proceso inverso al de nuestras importaciones. Triste, lacayo y real: según el último dato de Indec, el déficit acumulado entre enero y octubre en 2015 fue -2.253 millones de dólares; en 2016, en igual período la diferencia negativa fue de -3776 millones.