Relaciones sexuales protegidas, realización periódica del test –voluntario, gratuito y confidencial– e informarse debidamente son cuestiones clave para la prevención.
“No tenemos que hacer hincapié en si hay más casos, sino que sigue habiendo nuevos casos, cosa que no debería suceder”. La consideración, que enciende una luz de atención, pertenece a Laura Trosch, médica e integrante del Subcomité VIH Sida que funciona en el hospital Iturraspe de nuestra ciudad. ¿Por qué no deberían existir nuevos casos? “Porque estamos en una etapa en la que las personas deberían testearse –explicó–, deberían conocer su condición frente al VIH, deberían iniciar tratamiento y si los tratamientos se inician y son efectivos, disminuye la transmisibilidad del virus”.
Seguramente, este 1º de diciembre, fecha en la que se conmemora el Día Mundial de Lucha contra el Sida, se reiteren consignas y se revelen cifras estadísticas. Sin embargo, para los miembros del propio comité es necesario marcar que “obviamente, si se motivó más a un grupo etario y son los que más asisten a testearse serán a los que más les dé positivo”, según expresó Patricia Gambino, médica infectóloga. En su opinión, “muchas veces, los pacientes llegan en períodos muy avanzados. Esto habla no sólo de una falla en la naturalización de testearse, sino el ofrecimiento por parte de los propios médicos. Es un análisis que debería ofrecerse ante cualquier consulta clínica o quirúrgica. Naturalizando este tipo de determinación, la sociedad se va a sentir más abierta, más permeable a realizárselo y así vamos a captar más precozmente ciertos casos. Lo más importante no es una gélida cifra estadística, sino bajar a la realidad de que potencialmente cualquiera podría estar infectado y no saberlo”.
[quote_box_right]Williner: “En las mujeres que están en situación de prostitución hay conciencia. La falta de información es por parte de los clientes”.[/quote_box_right]
En efecto, la mayor peligrosidad de la enfermedad es que puede no registrar síntomas durante años; razón por la cual la realización del test es vital.
—¿Qué es lo que aún se desconoce de la enfermedad?
—Si bien se conoce cuáles son las vías de transmisión, sigue habiendo muchas dudas acerca de cuáles son los riesgos sobre todo en el contacto cotidiano –dijo Trosch–. Eso hace que cuando una persona es sospechada de tener esta enfermedad o la tiene, muchas veces es discriminada. Vale la pena aclarar que la saliva, las lágrimas, el sudor, la materia fecal, la orina no transmiten el virus, no tienen una concentración de virus como para ser infectiva y, por lo tanto, no existe riesgo.
Para Gambino, “Lo que uno ve en la práctica clínica es que más que no haya conocimiento de las vías de transmisión, los prejuicios o estereotipos o los mal llamados grupos de riesgo, parecen ser la única fuente infectiva para la fantasía de la comunidad. Ese prejuicio es el que expone a alguien a contagiarse”.
—¿El uso del preservativo ya está instalado?
—Es absolutamente cultural. Lo que se ve es que los adolescentes no adhieren al uso del preservativo –continuó Gambino–. En sus relaciones sexuales está la fantasía del no embarazo y con las píldoras anticonceptivas por parte de las mujeres piensan que ahí se termina todo. Se les dificulta mucho a los adolescentes y a los jóvenes el uso del preservativo. También se han relajado algunas normas de prevención porque parecería, apelando a la fantasía o a una sensación, que la gente se muere menos de Sida o tiene una mayor sobrevida. Potencialmente, es una enfermedad por la que uno se puede morir.
Acerca de los recursos y los fondos con que dispone el sistema de salud, Gambino destacó que la “medicación se provee en forma sostenida. Argentina está muy bien posicionada al respecto. Realmente, se ha mejorado y se sostiene muy profesionalmente”. La mayor dificultad se halla en “las campañas de difusión”. A excepción del 1º de diciembre, “no se habla de Sida, no hay campañas de prevención, no hay un compromiso al respecto”.
María Rosa Sotomayor es técnica de laboratorio y está en contacto con las personas que se realizan el test. “La pregunta siempre es ¿hablaste alguna vez de esta enfermedad? Y en realidad, los jóvenes no lo hablan, ni los adultos, nadie habla de esta enfermedad. Solamente empiezan a informarse cuando ya están infectados”.
En ese orden, Alejandro Crespo, médico infectólogo, resaltó que “es importante saber dónde está y dónde no está el virus. Está en el semen, en el líquido preseminal, en el fluido vaginal, en la sangre y en la leche materna. Hoy en día, el 90% de las transmisiones es por vía sexual, por lo tanto es importante fomentar el uso del preservativo. Usando correctamente el preservativo, el riesgo de transmisión es cero. Hay que usarlo desde que se empieza hasta que se termina la relación. Y el sexo oral también transmite”.
Sobre el comportamiento de los jóvenes, Gambino puso la lupa en que el alcohol es un factor de riesgo. “Es tan frecuente los fines de semana excederse en bebidas alcohólicas, que hace que disminuya el alerta neurológico y se cambie la conducta. Viene en un combo de fin de semana: el alcoholismo, la adicción y las relaciones no protegidas”.
Por su parte, Crespo puso el acento en el caso de las mujeres embarazadas. “La mujer embarazada se tiene que hacer los controles en el primer y el tercer trimestre para descartar. Una vez que la mamá está diagnosticada, se le da el tratamiento para lograr que la carga viral del virus en sangre esté indetectable y en el momento del parto se le da al bebé un jarabe por seis semanas, y un tratamiento endovenoso a la mamá en el momento del parto y queda contraindicada la lactancia. Lo que se busca es llegar a lo que es Cuba hoy día, que es el país que está libre de transmisión vertical. En Argentina, de acuerdo el último boletín del Ministerio de la Nación, en el 5% existe transmisión vertical. De cada 100 mujeres embarazadas, cinco bebés van a ser positivos”.
—¿Qué se sabe sobre la tasa de mortalidad?
—Depende del contexto que se analiza –expresó Gambino–. En el escenario mundial, se ve que los países más pobres y con menos accesibilidad al tratamiento, como África o el Sudeste Asiático, la mortalidad sigue siendo elevada. En general, si uno puede sostener el tratamiento antirretroviral y lograr mejorar el sistema inmunológico, puede hacer una vida y sobrevida igual a la de su grupo etario homólogo comparativo. La población que se chequea y se controla corre con una ventaja en comparación a una población que está envejeciendo. Nos estamos desplazando con esta población con VIH hacia un grupo que va a terminar en la tercera edad. Ya se está instalando en conferencias internacionales la existencia de geriátricos para pacientes VIH positivos.
—¿Cuál es tratamiento básico que se sigue ya detectada la enfermedad?
—Han cambiado las pautas y los consensos internacionales desde que se vio que es mejor tratar precozmente, aunque el paciente no tenga síntomas y el sistema inmunológico todavía esté en buen estado. Siempre es una asociación de distintas drogas retrovirales, que pertenecen en general a distintas familias, y combinadas entre sí atacan a la proliferación viral o a la integración del virus a las células en el organismo. Lo que intenta es bloquearlo. Las drogas en general se han ido mejorando en cuanto a posología farmacéutica, de pronto hay tres o cuatro drogas que están en el mismo comprimido. Muchos de ellos son de toma única. Tenemos las mismas drogas que tienen Europa y Estados Unidos. Son costosas, pero eso no tiene que ser motivo de inquietud para el paciente porque la problemática está totalmente absorbida por los programas provincial y nacional. Las obras sociales y las prepagas tienen que autorizarlos.
Un dato significativo es que la media nacional de infectados se ubica entre los 33 y 35 años. No obstante, se presenta una problemática para tener en cuenta en las personas mayores de 50 años y la utilización del viagra. “Esas personas no han nacido con la cultura del uso del preservativo. Entonces, su sexualidad, que decaía antes por una cuestión biológica y fisiológica, se extiende y se enfrenta a una pareja que ya no puede tener hijos porque obviamente ya está en la menopausia o ha concluido su ciclo de reproducción. Y en el caso del hombre ha extendido su sexualidad. Entonces no se cuidan y esa gente se está infectando”, expuso Gambino.
Con relación a los hábitos sexuales, Trosch enfatizó que “todavía estamos parados en el medio de la epidemia. Las trabajadoras sexuales, que son nuestras pacientes, nos cuentan que los usuarios o clientes a veces ofrecen más dinero para no usar preservativo. Esto está mostrando la no conciencia del riesgo que están asumiendo”. Lucrecia Williner, trabajadora social, agregó que “en las mujeres que están en situación de prostitución hay conciencia y de hecho el espacio de Consejería es un espacio de referencia en el que las chicas se testean testearse. Pero la falta de información es por parte de los clientes”.
Por último, la desinformación también se expande por las redes sociales. “Lamentablemente, hay más desinformación o tergiversación de los datos. Se habla de que todavía es un virus de laboratorio o que hay un comercio detrás de los laboratorios o alientan a dejar los tratamientos o hablan de que ya hay una cura definitiva. Creo que las autoridades y el compromiso social deberían supervisar esta información no calificada”, definió Gambino.
Consejería pública durante todo el año
El Servicio de Consejería del hospital Iturraspe funciona todo el año. Allí, todas las personas interesadas pueden realizarse el análisis sin consultar previamente a un médico y sin receta.
El test es confidencial, anónimo y gratuito. De lunes a viernes de 9 a 12 y los martes de 18 a 20 en el laboratorio del mismo hospital (Bv. Pellegrini 3551).