Anuario 2016 | Los tatengues cierran el año con una clásica sonrisa.
Una de las primeras notas del año se titulaba “Juguemos a soñar”. Reflejaba el primer paso que habían dado Colón y Unión en un torneo que se dividía en dos zonas, apenas habían pasado dos fechas y ambos estaban bien arriba. Alan Ruiz y Malcorra invitaban a los hinchas a renovar la ilusión, y nosotros desde Pausa buscábamos en el fútbol otro motivo para no perder jamás la capacidad de soñar.
La ilusión futbolera de pelear en los primeros puestos duró muy poco por el lado tatengue, y algo más por los vecinos sabaleros. Unión fue una sucesión de empates y derrotas, Madelón no le encontraba el rumbo al equipo y muchos hinchas empezaban a manifestar sus preocupaciones. En tanto, Colón se convirtió en un equipo absolutamente irregular, con una gran capacidad para golear y ser goleado.
La salvación
A mitad de torneo (corto), en la fecha ocho, aparecía una opción de auxilio que los dos clubes tenían a mano: el clásico. Leonardo Madelón planteó una estrategia que sus jugadores supieron interpretar y llevar a cabo en la acción. El resultado de la misma fue positivo por donde se la mire: Unión pegó en los momentos precisos y ganó 3 a 0 de visitante. Con esa gran victoria el DT renovó la confianza entre los suyos y consiguió los mejores rendimientos en la segunda mitad del campeonato.
La derrota en el Centenario a Franco le costó la desconfianza generalizada del planeta sabalero. A eso se le sumó la salida anticipada de Alan Ruiz y la división interna de la Comisión Directiva. La revancha del clásico (apenas un mes después) tampoco pudo ser capitalizada para utilizarla de salvavidas. Al contrario, el Tate volvió a ganar (1 a 0) y agravó la situación deportiva e institucional de Colón.
El final sabalero fue pobrísimo y quedó en un lugar incómodo en la tabla del descenso. El entrenador Darío Franco se fue, se adelantaron las elecciones y un 12 de junio José Vignatti se consagró nuevamente presidente.
Nuevos ciclos
En la segunda etapa del año Unión intentó dar el salto de calidad que tanto ansió Leonardo Madelón, pero no sucedió. Uno de los motivos fue por la falta de incorporaciones importantes al plantel y otro por el mal comienzo que tuvo en el campeonato. Pero el buen camino lo estaba transitando en la Copa Argentina, y en ese torneo donde el DT apostó todo. La oportunidad de dar “el salto” lo tenía en ese certamen, pero cayó sin atenuantes ante River (3 a 0) y la ilusión se truncó en cuartos de final.
A los pocos días Madelón pegó el portazo, se fue del club y con él se cerró un ciclo de tres años. Juan Pablo Pumpido contó con la confianza de muchos directivos, el joven se hizo cargo del plantel, y Unión, sin brillar, comenzó a sumar puntos. Ahora espera un nuevo año para ver si, definitivamente, está para algo más que “quedarse en Primera tranquilo”.
En la otra vereda, con la llegada de Vignatti apareció Paolo Montero. Así Colón volvió a tener un técnico uruguayo y un presidente experimentado (con sus blancos, negros y grises). El arranque con una enorme cosecha de puntos lo sacó del pozo del descenso. Aunque salir de ese lugar sigue siendo el principal objetivo, de a poco el charrúa le encontró una identidad de juego al equipo y el final de año lo encuentra al sabalero con la energía suficiente para dar batalla en 2017. Sin embargo, pegó un portazo desleal y dejó otra vez al club del Centenario a la deriva a pocos días de la pretemporada.