El Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (Ipcva) publicó los últimos datos sobre consumo per cápita nuestro país: el año que se fue tuvo el menor nivel ingesta de bifes, milangas, asaditos, tripitas u osobucos desde que hay registro.
El bolsillo es la víscera más sensible del cuerpo humano; las vísceras de las vaquitas llevan esa sensibilidad a la emoción romántica. Comer carne de vaca asada desata el único aplauso ritual que a un ágape otorgamos, las milangas son el corazón de nuestras comidas rápidas. Cuando dejamos de comer vaca es porque corre lenta la sangre de un bolsillo herido.
El Ipcva difundió las cifras sobre el consumo interno per cápita de carne vacuna en 2016. Cada trimestre, el organismo, que es la referencia principal del Ministerio de Agroindustria en la materia, da a conocer diferentes estadísticas del sector. Con la última publicación, las cifras de todo el año fueron corregidas, notándose alzas muy significativas respecto de anteriores informes. Sin embargo, 2016 culmina con un triste récord: apenas se comieron 56,6 kilos per cápita de carne vacuna en todo el año. Junto al de 2011, es el registro más bajo de la historia. En 2015, el consumo anual había alcanzado los 59,9 kilos.
Diciembre de 2016 –el mes de las fiestas– tuvo el mismo nivel de consumo que diciembre de 2002: 4,75 kilos de carne en todo mes, por habitante. Por otro lado, diciembre de 2016 se encuentra por debajo de diciembre de 2015 (4,85 kilos per cápita), el primer mes del nuevo modelo económico. Otra cifra significativa fue la de abril: 4,27 kilos de delicioso bovino por persona, el nivel más bajo de todos los meses desde enero de 2001 (sólo equiparado por abril de 2011).