Como pasó con la devaluación de 2015, la promesa de que nada va a pasar con los precios finales ni siquiera expresa buenas intenciones, sino una salida de ocasión. Los precios de promoción subirán hasta el precio en efectivo actual, el precio en efectivo subirá casi hasta el de la venta en cuotas, y las cuotas aumentarán en sus costos del 10% al 40%.
“Dicen los que saben”, la expresión suena más clara con la gola gangosa de Marcelo Bonelli. “Dicen los que saben” alude a una obvia división. Dentro de los que no saben suelen caer los civiles en un sentido extenso. Es decir, los ciudadanos y los políticos. Porque el empresariado hoy parece la última voz autorizada sobre cualquier cosa, la última reserva moral del país, como alguna vez fueran los hombres de verde. Ellos no son civiles, ellos son “los que saben”.
Por eso, al mejor equipo desde 1965 se le ocurrió lo de “transparentar” las cuotas, instando a los comercios –cosa que controlará mandinga porque la Secretaría de Comercio está desguazada– a que publiquen el precio en efectivo y el costo financiero de pagar en cuotas. Pero, al mismo tiempo, se autorizaron las subas de los intereses en las compras en cuotas y el Banco Central ya no se hará más cargo del Costo Financiero Total del Ahora 12 y 18. La diferencia se trasladará a precios.
Está lo concreto y lo que se cree. Lo concreto es duro: las medidas significan apenas una sugerencia a los comercios sobre cómo publicar los precios y un nuevo apapacho a los bancos, que podrán cobrar más comisiones en sus negocios de bajo riesgo.
Del lado de lo que se cree: si el consumidor ve cuánta diferencia hay entre el precio del Ahora 12 o 18 o las cuotas que sean, respecto del efectivo, “reclamaría” una baja del precio en efectivo. También se intuye: el precio en efectivo actual estaba “inflado” para alcanzar los precios en cuotas.
Ah, poderoso es el mercado, dicen los que saben.
Sí, poderoso es. La cuestión es que su funcionamiento no se debe a la concurrencia de las buenas intenciones, sino de los intereses y las determinaciones.
En la devaluación de 2015, el traslado a los precios se suponía que jamás iba a pasar, porque los precios “ya estaban dolarizados”. En lo concreto, pudo haber sido cierto en algunos sectores. Eso no evita que pudieran subir los precios a la par de la suba de la divisa, lo que efectivamente sucedió, más allá de lo que postulaba la creencia. Este anuncio de las cuotas devendrá en una mini estampida inflacionaria. Lo exactamente opuesto a lo que se pregonó. No lo digo yo, lo dice lo concreto, que es meticulosamente conocido por "los que saben".
La Cámara Argentina de la Mediana Empresa (Came) todo el año se dedicó a publicar continuamente cómo en todos y cada uno de los meses las ventas caían en picada en todos y cada uno de los rubros, evidenciando la contracción del consumo y la merma del salario real de 2016. Los sectores con mayor impacto fueron los que requieren mayor gasto o los más prescindibles: electrodomésticos, ferretería, materiales para la construcción, golosinas o bijouterie.
Doce meses para atrás: caen -5,4% las ventas minoristas en diciembre
En cada uno de los meses en que Came publicó sus informes, tres cuestiones se repitieron de forma continua:
1) la contumaz esperanza de que todo va a mejorar
2) la frase “importantes rebajas y promociones” a la hora de puntualizar por qué la caída de ventas en un sector no fue peor
3) la ponderación del Ahora 12 y Ahora 18 como motor principal de consumo en los rubros de altos precios, que a la larga fueron los más castigados
Eso lo dicen los que saben también.
Para no aburrir más: el precio de promoción o rebajado o de ganga del futuro próximo va a ser el precio en efectivo actual que estamos despidiendo, el precio en efectivo futuro va a subir hasta aproximarse todo lo posible al precio de venta en cuotas, y la venta en cuotas ya tiene autorizado el aumento de sus costos financieros entre un 10% y un 40%.
Y es así simplemente no sólo porque puede ser así –y eso es una razón suficiente para que un hecho de mercado se produzca– sino porque nadie baja un precio si no está absolutamente necesitado de hacerlo y porque nadie puede hacer bajar un precio si no tiene herramientas reales para imponerlo. El escenario avala perfectamente la suba de los precios, que no ascenderán exactamente al mismo monto en que aumentaron los planes en cuotas sólo porque los comerciantes también saben que los bolsillos están exhaustos.