Los clubes argentinos, como asociaciones civiles, resisten ante el embate de las sociedades anónimas.
Un profesional de la antropología, Verónica Moreira, y otro del campo de la sociología, Rodrigo Daskal, se unieron para escribir Clubes argentinos. Ambos coincidieron en que “no todos tienen claro qué es un club en la Argentina”, y desde ese lugar partieron para explicar en qué consisten los clubes de nuestro país, con las características específicas y un modelo único en el mundo de asociación civil sin fines de lucro, “un modelo que resiste los intentos de convertirlos en sociedades anónimas”.
Luego de la presentación oficial de la obra –editada por la Universidad de San Martín– el pasado miércoles 3 de mayo en la Feria del Libro de la Ciudad de Buenos Aires, Pausa se comunicó con Rodrigo Daskal, para conocer el tópico de un tema que es parte de nuestra sociedad: el club. “La idea es poder poner en un escrito el modelo de club que hay en Argentina, porque no todos tienen claro qué es un club en nuestro país. El modelo de acá es muy particular, es muy especifico, casi que no existe en otro lugar del mundo. En el libro contamos muchas de sus características. No es un libro de historia, aunque hay muchas referencias a la historia y tampoco es un libro teórico, pero también reseñamos cuestiones teóricas para saber qué es un club”, arrancó Daskal.
—¿Cuál es la principal diferencia con el resto del mundo?
—Son asociaciones civiles sin fines de lucro, su formato legal es muy parecido a la gran mayoría de las ONG o bibliotecas populares y eso responde a un modelo inicial de clubes que nació en Inglaterra a principios de siglo pasado. Después, en gran parte de Europa, se trastocó este concepto y muchos se transformaron en sociedades comerciales, como cualquier empresa. Un modelo europeo de club de fútbol prioritariamente está compuesto por oficinas, empleados, un equipo de fútbol y a lo sumo uno o dos deportes más. En América Latina tenemos un modelo mixto, donde en muchos países conviven las sociedades comerciales con las civiles, pero en Argentina nos mantuvimos en términos de capital social, de sociabilidad, de cultura deportiva, de cultura social, por eso tenemos clubes que tienen actividades deportivas, sociales y culturales con fútbol profesional o sin fútbol profesional, pero con formato asociativista. El libro cuenta estas características con las continuidades, con las rupturas, con las características especiales de algunos clubes, y fuimos buceando todas estas cuestiones para dar una imagen de lo que es un club en Argentina.
—¿Los clubes mantuvieron una línea histórica desde su fundación a la actualidad?
—Primero aparecen los clubes como modelos de los ingleses, después clubes de la elite, como Gimnasia de La Plata o Gimnasia de Buenos Aires unos años antes (1880) y luego llegan los clubes criollos, fundados por los hijos de inmigrantes. Hay clubes que cambian de paradigmas, por ejemplo GyE de La Plata, se convierte en un club popular de fútbol cuando no lo era, pero la mayoría de los clubes mantiene el modelo con vaivenes. Esos vaivenes tienen que ver según la situación económica que atravesaron o el sello que cada directiva elegida democráticamente por sus socios le haya querido dar. En los últimos años muchos clubes copiaron modelos de otros e incorporaron colegios, hasta la universidad, como tiene River. Aparecieron cosas nuevas, pero siempre mantuvieron el formato asociativista.
La larga mano del mercado
Sobre este último concepto, el sociólogo dijo que “estaría en crisis si mediante alguna ley o modificación del estatuto de la AFA (que por ahora parece que no va a ocurrir) se habilitara a que existan las sociedades anónimas deportivas, que tienen otro objeto, que es el comercial. Quien no está empapado en el tema piensa que porque un club maneja dinero eso implica que es una sociedad comercial. No es una sociedad comercial, qué hacer con el dinero es una potestad de los directivos que representan a los socios del club, en cambio una sociedad comercial deriva el dinero hacia el bolsillo de cada accionista”.
—¿Por el perfil del gobierno de Macri, los clubes, tal como lo conocemos, están en riesgo?
—Nosotros no tuvimos experiencias de sociedades anónimas en Argentina, sí tuvimos experiencias de gerenciamientos en el fútbol profesional. En 1993 Argentinos Juniors gerenció el fútbol y jugó en Mendoza de local, lo que representó una experiencia fallida, Quilmes también fue otra experiencia fallida y otros que también gerenciaron su fútbol, como el caso de Racing que es el más conocido. Lo que hicieron es entregar una parte del club a una empresa comercial, concesionarlo. En casi todos los casos fracasaron, porque la lógica comercial chocó con la de la asociación civil. Yo creo que un gobierno que tiene en sus lineamientos privilegiar la actividad privada, pero lucrativa, es riesgoso para el modelo de club que defendemos. Macri lo intentó en Boca Juniors, y también refloró el año pasado, ya como presidente de la Nación, la idea de que algunos clubes pasen a ser sociedades anónimas. Si esa modificación existiera se pone en riesgo el carácter central que tienen nuestros clubes, que es el capital social.
Daskal opina que “los clubes deben ser considerados patrimonios culturales del país, son parte de una lógica que tiene más de 100 años, sobrevivieron a cualquier empresa, generan confianza en sus asociados, actividades deportivas, culturales y sociales, todos sabemos los beneficios que tienen para la sociedad”.
El aporte de la antropología en el libro, que lo brinda Verónica Moreira, “ayuda a entender lo que implica un club en el entramado de la sociedad”. Además dijo que la antropóloga porteña profundizó “en las sociedades anónimas deportivas y el modo de gestión en la década del 90”. Uno de los argumentos más importantes para comprender la centenaria resistencia del modelo de asociaciones civiles se debe a que “los asociados tienen conciencia de que el club les pertenece, tienen presente que son los dueños de las instituciones”.
—¿A lo largo de la historia, la relación de los clubes argentinos con los gobiernos fueron cambiantes según el partido político que estuviera en el poder?
—Los clubes argentinos demostraron una gran capacidad para adaptarse a los momentos políticos, es algo muy típico de los clubes, uno puede revisar en la historia como se van llevando bien con los gobernantes de turno. No hay que verlo como algo negativo, es lógico que usen su capital social para poder solucionar sus problemas y conseguir algunos beneficios. En términos individuales, al mismo tiempo que estaban como dirigentes del club también lo hacían en sus partidos políticos, como ejemplo de eso a lo largo de la historia se pueden encontrar a muchos radicales en el comienzo del siglo pasado, también hubo grandes dirigentes, como José Amalfitani (Vélez Sarfield) que estaba vinculado al Pardito Demócrata Progresista. Cuando llega el peronismo en 1945 aparecen muchos dirigentes deportivos en sus dos roles, uno de ellos es Antonio Liberti (River Plate). Hay un entramado de necesidades mutuas, el Estado requiere de algunas cosas de los clubes y los clubes a través de sus directivos le piden cosas al Estado, esto es así desde el principio de la fundación de los clubes.
Además, Daskal subrayó que “los clubes deportivos tienen una potencialidad enorme, particularmente el campo del fútbol demuestra que tiene un claro poder de autonomía que va más allá de la política”.
—¿Cómo analiza la llegada de Mauricio Macri al poder político?
—El caso del presidente de la Nación es bastante específico, porque él pensó su estrategia tal como ocurrió. En este caso no hubo una doble pertenencia, donde su vida estaba ligada al club y a la política, acá fue más “berlusconiano” –en referencia a Silvio Berlusconi–, por eso de saltar de un campo a otro directamente.