El infierno de Romina Dusso o cómo la violencia patriarcal se puede disparar en cualquier momento.
Como casi todos los años, el 24 de diciembre de 2016 amanecí en la casa de mi abuela en Entre Ríos. Al mediodía ya estábamos reunidos todos los hermanos, tíos, primos y mi papá, que hacía el fuego, me dijo que vaya con una fuente a buscar algo que nos iba a convidar Juan, el vecino. Volví a la mesa con una boga recién salida de la parrilla y me tocó separar para mi abuela unas porciones de pescado y sacarle las espinas. Después, mientras esperábamos el asado, agarré el celular. Había varios mensajes en el grupo de mis amigas de la secundaria. Empecé a leer y a subir en la pantalla hasta encontrar el primer mensaje, de Ana, que compartía una publicación de Aire de Santa Fe:
—Parece que fue Marco Feruglio.
No se entendía nada, ni la nota, ni lo que escribían mis amigas, y lo que decía yo seguro que tampoco. La conversación era un montón de mensajes sin mucho sentido.
—Qué horror, fue acá en el sur –dijo Eve.
—No se pude creer. Cuatro personas, chicas –escribió Ana.
—Son la mamá y su pareja, su papá y una hermana de quince años, vieja –explicó Pil.
—A ella no. Y a sus hijos tampoco. A ella la lastimó –puso Ana.
—Estas fechas son claves –dijo Lucía, un rato después.
Marco Feruglio había empezado en nuestra escuela en sexto o en séptimo grado. Era flaco, alto, morocho y simpático, y el primer recuerdo que tengo de él es el de llevarle una carta de amor de Lucía, entre un aula y otra. Me escribió también Matías, otro compañero de la secundaria, y entre que todos nos preguntábamos cómo podía haber pasado algo así, buscaba en El Litoral, en el UNO, hasta que encontré una nota que se entendía mejor.
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A la madrugada del viernes, Marco habría manejado desde Santa Fe hasta Sauce Viejo, donde vivía su ex pareja, Romina Dusso, junto a su mamá, Claudia Oliva, y su pareja, Nicolás Strubia. Romina no estaba ahí, tampoco los tres hijos que tenían en común: un chico de cuatro años y las mellizas de un año y medio. La evidencia indica que usó un arma blanca para asesinar a Claudia y a Nicolás, después regresó a Santa Fe y entró a un edificio en barrio sur, en el que vivía Gustavo Dusso, el padre de Romina, media hora antes de las seis de la mañana. Alrededor de esa hora su ex suegro salía a trabajar. Romina había dormido ahí con los chicos, la pareja de su papá, Noelia Huss, Camila, su hermana de quince años, y Brisa, una amiga de esta última. Para la Justicia, estuvo 46 minutos adentro: en ese tiempo se sucedieron los homicidios de Gustavo y Camila y resultaron heridas Noelia y Romina. Mientras todo ocurría, su hijo varón le pedía a Marco a los gritos “que no le hiciera nada a su mamá”. Brisa, cuando lo tuvo de frente, le dijo “Marco, yo a vos no te hice nada”, y él le dio la razón.
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Me acordé cosas del secundario. Fuimos juntos a cumpleaños de quince, salimos a bailar, nos juntamos en una quinta. Me vinieron imágenes de él con las chicas de mi curso: tirados en el pasto, sentados en la tribuna del gimnasio, peleándose en un boliche. Me acordé también de un día que Marco, de novio con una de ellas, apareció en el aula más callado que de costumbre y con un ojo negro de una piña. Cuando le preguntaron qué le había pasado, ella dijo:
—¿Vos te pensás que él no me zamarrea?
Desde que terminé la escuela no supe mucho más de él. Cada tanto me llegaba alguna novedad: trabajos, amistades, parejas. Los días después de la noticia, y hasta hoy, me encuentro con compañeros de la secundaria y me cuentan cosas que nunca supe, o que me olvidé. Un cumpleaños en Colastiné al que Marco no estaba invitado, y llegó antes que todos, saludó a la mamá del cumpleañero y lo esperó con el fuego prendido para las hamburguesas. Una vuelta, hace mucho, que Marco pasó por la casa de uno de los chicos y le pidió que le guarde algo, un cuchillo, que quedó olvidado en un cajón. El grupo de Facebook de un bar, de ahora, en el que Marco subía chistes sobre cuchillos.
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Cuatro días después, el 28 de diciembre, se hizo una audiencia en la que se imputó a Marco Feruglio y se le dictó prisión preventiva. Lo trasladaron a la cárcel de Coronda. “Cuádruple femicidio vinculante” es la carátula que reclamaron las agrupaciones feministas. En la audiencia se conocieron los resultados de la pericia psiquiátrica que se le practicó, que habla de un “discurso coherente, orientado globalmente y (con) juicio crítico”. Jorge Nessier, el fiscal de Homicidios, dijo que Marco “actuó con una frialdad y un control de sí mismo llamativo. Esto se advierte en los registros de las cámaras de seguridad del edificio. Actúa como cualquier vecino”.
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El viernes 23 de diciembre, a la tarde, Romina entró en la Comisaría 19º de Sauce Viejo con los dedos de la mano quebrados, una patada en la cabeza y un corte atrás de una de sus orejas. Hizo una denuncia por violencia de género contra Marco. No era la primera vez: ya lo había denunciado en 2014 y en marzo de 2016. Después, por orden de la Comisaría, a Romina la llevaron en ambulancia al Hospital Cullen. Informado por la Policía, el fiscal de turno, Andrés Marchi, dispuso que después de las curaciones la trasladaran a la Comisaría de la Mujer de Santo Tomé, donde contó, por segunda vez en el día, la discusión que había tenido con su ex pareja, acerca de que él no quería ir a la Justicia para acordar la cuota alimentaria de los chicos, y la agresión posterior. Recordó que no era la primera vez que le pegaba. Marchi consideró que las lesiones que tenía Romina eran leves y postergó el accionar para el día siguiente. No comunicó a la Unidad Especial de Violencia contra la Mujer ni al juez de turno en la órbita Civil, tampoco sugirió el ingreso de Romina y su grupo familiar al Programa Provincial de Acompañamiento y Protección de Víctimas y Testigos, no ordenó la detención del agresor ni solicitó ninguna medida de protección especial para ella. Mientras, Romina decidió irse con sus hijos al departamento de su papá, donde se sentía más segura. Días después, cuando declaró en los Tribunales, Romina contó que, antes de salir del departamento, Marco la miró y le dijo:
—Arreglatelá.
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En noviembre de 2016 se publicó el Informe Ejecutivo del 1º Índice Nacional de violencia machista, una de las iniciativas de Ni Una Menos después las marchas multitudinarias que empezaron el 3 de junio de 2015 para denunciar los femicidios y exigir respuestas del Estado. Entre las fuentes del informe se cita el Registro Nacional de Femicidios de la Justicia Argentina elaborado por la Oficina de la Mujer de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, fruto de los reclamos de la misma movilización. Un dato central del registro es el vínculo entre agresor y víctima: el 58% eran parejas, ex parejas, novios, maridos o convivientes y el 12% era un familiar, el 17% era un conocido y sólo el 5% de los femicidios fueron cometidos por extraños. Otro dato importante es que al menos el 20% de las víctimas había denunciado previamente por violencia de género al imputado, el 27% no tenía denuncias previas y en el 53% de los casos la oficina no tuvo forma de constatar este dato.
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El día de la audiencia el fiscal Nessier también reveló: “Romina Dusso nos dijo que había denuncias previas por violencia de género. Una de ellas era de hace dos años y la otra de hace unos meses. Estos antecedentes no constan en el Ministerio Público de la Acusación. Ya le solicitamos a las comisarías que habrían intervenido que nos informen. Ellos no tienen nada”.
“Romina hizo todos los pasos que tenía que hacer para denunciar. ¿Qué más le podemos pedir a Romina? ¿Qué más le podemos pedir a las mujeres?”, se preguntó Lucila Puyol, abogada de Hijos, integrante de la mesa Ni Una Menos Santa Fe y una de las firmantes de la denuncia penal presentada el 30 de diciembre ante el ex fiscal general Julio De Olazábal, reclamando la destitución de Marchi para ser procesado. “Si a un comerciante le sucede lo mismo que a Romina, toda la maquinaria judicial y policial se activa en busca de esa persona que lo amenazó y agredió. No sucede lo mismo con las mujeres. Sigue considerándose un tema del ámbito privado”, agregó Puyol.
La misma comparación hizo el periodista Héctor Martín Galiano el lunes después de los asesinatos, en Cable & Diario: si Marco Feruglio hubiera intentando robar una panadería, lo hubieran detenido.
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El informe publicado por Ni Una Menos también cita a Google Argentina, que recopiló algunos datos relacionados con el interés de búsqueda en el país sobre femicidios. Una de las conclusiones es que, de acuerdo con el comportamiento de los argentinos, las búsquedas por femicidio y por denuncias de violencia de género se quintuplicaron en 2016 en relación con 2011, mientras que las búsquedas por violencia de género crecieron un 95% en el mismo período. De acuerdo con el informe de Google, las cinco preguntas más formuladas sobre violencia de género en la Argentina fueron: ¿Qué es la violencia de género? ¿Qué dice la ley de violencia de género? ¿Qué es el femicidio? ¿Cómo prevenir la violencia de género? ¿Cómo denunciar violencia de género?
Agustina Lescano es escritora, integrante del clan poético La Chochán, autora de “Se rompió la máquina" (Colectivo Editorial 4ojos, 2015) y “Nena” (Corteza Ediciones, 2016).