Un estudio de investigadores de la UNL y del INTA da cuenta de las deficientes condiciones de vida que atraviesan los empleados de los tambos de la cuenca lechera central.
Las necesidades básicas de los trabajadores de los tambos, como salud, educación, recreación, comunicación, jubilación y protección laboral, entre otras, no están satisfechas. Es una situación que los coloca en un bajo nivel de condiciones de vida, según una de las conclusiones a las que arribaron investigadores de la UNL, estudio del que colaboraron profesionales del Ministerio de la Producción y del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA).
Esas necesidades insatisfechas pertenecen a los trabajadores que quedaron luego de la gran expulsión de mano de obra que se produjo entre 1988 y 2008, un lapso relevado por tres censos agropecuarios, cuando cerraron 926 tambos sólo en el departamento Las Colonias. “Se perdió en esa zona un 50% de los tambos en tan solo 20 años y con ellos se expulsaron del sector a más de 900 familias tamberas”, explicó Patricia Sandoval, que formó parte del grupo investigador de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNL.
Se trata de empleados que se dedican al ordeñe de las vacas y a las actividades asociadas, utilizando generalmente la mano de obra de su familia. “Son sujetos sociales de fundamental importancia en la producción lechera, ya que constituyen la mano de obra y porque su presencia asegura y construye tejido social en el sector rural. Sin embargo, han sido afectados y desplazados por el proceso de agriculturización de los últimos 25 años”.