En la producción del Lebensraum, el nazismo tenía en claro que la defensa de la sociedad aria sólo era sostenible en la medida en que no hubiese ningún tipo de contacto de hibridización con el otro. Dicho en castizo, ni un espacio común para encontrarte con un débil polaco o un animal eslavo y que te guste estar con él o ella. Incluso, había escalas de contaminación de la descendencia y ascendencia familiar, y políticas de persecución y exterminio para los vástagos producto de la cruza con sangre genéticamente degradada.
El término Lebensraum forma parte de los orígenes de una disciplina teórica compartida por todas las academias –la geopolítica– y significa “espacio vital”. Quien cree que es necesario tenerlo, pone en juego la vida. La propia y la de los otros, los invadidos. Dijo Adolf Hitler: “Los alemanes tienen el derecho moral de adquirir territorios ajenos gracias a los cuales se espera atender al crecimiento de la población”.
El 9 de mayo se celebra el Día de la Victoria en toda la patria rusa y en Europa Oriental, porque el 8 de mayo a las 22.43 hora alemana (0.43 del 9 de mayo en Moscú) la Alemania Nazi se rindió ante el Mariscal Zhukov, líder del Ejército Rojo, verdadero artífice de la derrota nazi en la Gran Guerra Patria, conocida a través de la maquinaria cultural occidental como Segunda Guerra Mundial.
En las películas que nosotros vemos los yanquis son aquellos grandes héroes responsables tanto del fin de la guerra –meta bomba incendiaria y atómica en Japón– como del fin del nazismo, a partir del desembarco en Francia y el avance posterior. Pero hasta Eric Hobsbawn señala en sus historias del siglo XX que, al menos, una cosa buena es total responsabilidad de Iosif Stalin: la caída del régimen hitleriano. Sin la defensa de Stalingrado –que tomó 2.000.000 de soldados muertos– y el avance ruso por el frente oriental, a partir de 1943, Europa y Asia quizá serían hoy nazis, o lo hubieran sido mayor tiempo. La diferencia de cadáveres es clara: Estados Unidos puso poco más de 200.000; la Unión Soviética más de 20.000.000 (el 13% de su población), de los cuales 13.000.000 fueron soldados. Más o menos, según los diferentes cálculos, representan un tercio o un cuarto de todos los muertos en el conflicto. Los soviéticos ganaron la guerra con su propia carne.
Por eso, los 9 de mayo desfila el Regimiento Inmortal. Cada uno de los descendientes de un combatiente caído en la lucha por la liberación de la Unión Soviética y la victoria sobre el nazismo lleva la imagen de su héroe familiar, en un interminable desfile conmemorativo por las diferentes ciudades en las que habitan.
Tiempo después se conocerían las atrocidades del stalinismo en las plumas de Aleksandr Solzhenitsyn y Sándor Márai, por nombrar dos referencias de los horrores acontecidos en Rusia y los países del bloque soviético. Pero hoy es 9 de mayo, el Día de la Victoria del Ejército Rojo y compartimos un fotorreportaje de Aarón Julio Mahler del desfile del Regimiento Inmortal en Moscú, del año 2015.
Fotorreportaje: Aarón Julio Mahler