Las experiencias de interacciones con la policía no se reparten democrática e igualitariamente en la población santafesina: la policía suele elegir a un grupo social determinado para detener.
Así lo confirma la “Segunda Encuesta sobre Delito, Sensación de Inseguridad y Sistema Penal en la Ciudad de Santa Fe” realizada por el Programa Delito y Sociedad de la UNL, que indagó a una muestra representativa de la ciudad sobre (entre muchas otras variables) los contactos que los ciudadanos tienen con la actividad policial, sus motivos y características. A quienes responden que tuvieron una experiencia de contacto con la institución policial, se les consulta quién inició el mismo. En los casos en los que era la policía la que iniciaba el contacto, los datos muestran que los policías inician una proporción mayor de contactos entre los varones (casi 3/10) que entre las mujeres (1/10); en el grupo etario más joven de los encuestados (de 15 a 29 años), alcanzando el 33,8% del total, y disminuyendo a medida en que la edad aumenta. Asimismo, los policías propiciaron un mayor nivel de contactos entre los ciudadanos que se autoperciben como pertenecientes a las clases bajas o medias bajas, registrando un 24,6%, sensiblemente superior al 17,1% entre quienes se consideran a sí mismos de clase media o superior. Se registraron además, llamativas diferencias en los distritos municipales de la ciudad: los funcionarios policiales inician los contactos en proporciones bastante más significativas entre los residentes del Distrito Noroeste; luego se ubican los distritos de la Costa, Noreste y Norte.
Todo este camino transita la ciencia para afirmar algo que los jóvenes de algunos barrios de Santa Fe saben desde que tienen 10 años: si sos pobre, vivís en algún barrio del cordón de la ciudad y andás por la calle, la policía te va a parar. Y no te va a tratar bien.