Las ventas en los comercios minoristas en abril cayeron un 3,8% respecto a igual mes de 2016. Desde que cambió el gobierno todos los meses fueron para atrás: esta caída se acumula con la de 6,6% que tuvo lugar el año pasado respecto de 2015.
Como hace ya quince meses que estamos repitiendo esta nota, podríamos repetir también, entonces, su texto mismo. Pero está mal visto. El comercio minorista argentino registró bajas en todos y cada uno de sus rubros. Los derrumbes más profundos se registraron en Joyerías y relojerías (-6,2%) y Marroquinería (-6,1%). La caída acumulada en el primer cuatrimestre del año alcanza el 3,7%.
Si hay brotes verdes, el mercado interno no lo nota ni de lejos. Es tanta la malaria que la Confederación Argentina de la Mediana Empresa –que celebra cada "error" del gobierno con candorosa o masoquista esperanza– pinta un perfecto cuadro costumbrista cuando refiere a la nueva caída en el consumo de comida: "Los almacenes chicos se vieron favorecidos por el mayor control de gastos de las familias, que acudieron con más frecuencia a realizar compras de menor cantidad, y eso le quitó algo de público a los supermercados. Las segundas y terceras marcas fueron muy buscadas, y comestibles como pastas secas y arroz, tuvieron mejor demanda que productos frescos como la carne".
"Por el boom de argentinos que cruza la cordillera para realizar compras de todo tipo se generaron 5.000 puestos de trabajo en la región de Coquimbo, Chile", informa Came. Algo así como lo de Techint abriendo plantas en Estados Unidos.