Investigadores del CONICET y de la brarsileña Universidade Federal de Juiz de Fora estudiaron la bandera argentina más antigua para conocer sus colores verdaderos.
Cuestionarse cosas que uno da por supuesto es saludable. Más todavía si la duda (o la creencia) forma parte de una idea colectiva, con cierta importancia para la historia de una comunidad, de un país. Un lugar en el que bien ejercen su derecho a preguntar es en el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, el afamado CONICET.
Así fue que mientras Carlos Della Védova, investigador superior en CONICET y director del Centro de Química Inorgánica, paseaba por Tucumán y vio una antiquísima (muy antigua) bandera argentina desteñida casi totalmente y se preguntó por sus colores originales.
Si bien aprendimos que la primera bandera de nuestro país fue diseñada por Manuel Belgrano e izada por Cosme Maciel el 27 de febrero de 1812 a las 18:30 en la por entonces Villa del Rosario, puede que el celeste y el blanco no hayan sido específicamente sus colores dominantes. A todo esto, esa primera bandera que confeccionó María Catalina Echevarría de Vidal se nos perdió, así que la réplica más antigua -se cree- es la que está en el templo tucumano de San Francisco.
Entonces, ¿qué hizo Della Védova? Pues le pidió permiso al fray Marcos Porta Aguilar, quien amablemente colaboró con la causa científica, para tomar una muestra de esa bandera de 1814 y que quizás no sería una referencia tan fuerte sino fuera porque el nombre de don Bernabé Aráoz (primer gobernador de Tucumán) está ahí bordado. Aráoz, cuentan las versiones, tenía confianza con Belgrano, entonces se presume que entre la bandera original y la tucumana, habría una correspondencia.
Después de lásers y pruebas químicas, dicen los investigadores del CONICET que la bandera, es bastante probable, haya sido azul de ultramar y blanca. Acá, la reconstrucción del modelo de la pieza sobre la que se experimentó:
Y acá un plano de la bandera de la que se tomó la muestra: