Ezequiel Villanueva Moya (15 años) e Iván Navarro (18) se estaban saludando cuando unos policías de la Federal los acusaron por el origen de su ropa y golpearon al mayor. Los jóvenes, vecinos de la Villa 21-14, se disponían a seguir su camino cuando tres patrulleros de la Prefectura los pararon a quince metros y los secuestraron.
Primero en una garita y después en un descampado lindero al riachuelo, les dieron “trompadas en la cara y palazos en las piernas, como tantas otras veces a tantos otros villeros, esta vez no fueron suficientes. Nos obligaron a tirarnos al piso y hacer flexiones de brazos, hasta que uno le saltó sobre la espalda a Ezequiel y otro me preguntó a mí dónde quería el tiro", comentaron los chicos a través del Facebook de La Garganta Poderosa, medio popular en el que participan.
Además, “Alterados, como sacados, nos esposaron a un caño y dispararon varios tiros al aire, mientras nos quitaban las camperas que supuestamente habíamos robado (...); se reían cuando nos ponían un cuchillo en el cuello y nos decían que también les parecían lindas nuestras zapatillas, nuestras cadenitas… Nos sacaron todo”. A unas cuadras de la Parroquia Caacupé, uno de los prefectos lo encañonó a Iván y lo puso a rezar: “Dale, un Padre Nuestro para que no te mate, dale”. Antes de dejarlos, los volvieron a encañonar con una escopeta al grito de “corran bien rápido, o van a ser boleta”.
Cuando Ezequiel estaba efectuando la denuncia en la fiscalía de Pompeya, vio a uno de sus torturadores (el prefecto Leandro Adolfo Antúnez) se encontraba ahí. Ante la precisión de la denuncia, Antúnez quedó detenido.