Una formación acorazada antidisturbios se plantó ante una estructura tubular que los docentes habían levantado para constituir la “Escuela Itinerante”, una forma de protesta por el incumplimiento de la Ley de Financiamiento Educativo y la no convocatoria de la Paritaria Nacional Docente. Contaban con un permiso municipal para hacerlo –para el caso, a los pocos días se otorgó un permiso con mayores formalidades–, pero las fuerza de la Policía Metropolitana arremetieron con palazos, empujones y gas pimientas. Cuatro docentes fueron detenidos y luego liberados, a las pocas horas. La dirigencia gremial convocó a un paro, de muy alto acatamiento, para el día siguiente. Mientras tanto, el presidente acusó a los docentes de violar las normas y convocar paros porque sí. Los medios oficiales defendieron la acción policial –hablaron de “policías heridos” y manifestantes con “antecedentes penales”, cuestiones nunca probadas– y atacaron con virulencia a los referentes sindicales.