La policía jujeña irrumpió en la Facultad de Ciencias Agrarias de Jujuy, algo absolutamente impedido por la ley, dado que se trata de una dependencia de una universidad nacional, y detuvo al presidente del Centro de Estudiantes, Joaquín Quispe, y a su compañero Ignacio García. Junto a otros jóvenes, estaban en una fiesta tradicional de la institución, que contaba con los permisos correspondientes. Quispe fue prácticamente arrastrado hasta el transporte policial y, durante su estadía detenido, recibió todo tipo de verdugueos y lesiones. El Ministerio de Seguridad jujeño defendió el accionar violento, argumentando que las detenciones se había producido en la vereda, a pesar de que se comprobó que al menos diez oficiales con armas largas extrajeron a los estudiantes de la sede universitaria. La justificación para las detenciones fue meramente contravencional: estaban haciendo ruido y no contaban con autorización. El rectorado de la Universidad Nacional de Jujuy y el Consejo Interuniversitario Nacional expresaron su enérgico repudio. El gobernador Morales demoró dos días y el 15 de abril también lamentó los hechos.