En las IV Jornadas de Homenaje a Enrique Pichón Rivière, Rosa Nassif estuvo en Santa Fe.
Rosa Nassif nació y estudió en Tucumán. Recibida de psicóloga, se decidió después por la Psicología Social, rama científica que en Argentina se debe en una gran cuota a Ana Quiroga y Enrique Pichón Rivière, creador de la Primera Escuela Privada de Psicología Social en 1967 en dos sedes: Tucumán y Buenos Aires. El 22 y 23 de junio pasado, en contexto de las VII Jornadas de Homenaje al Dr. Enrique Pichon Rivière: “En un mundo de Muros y Grietas, la Psicología Social Interpelada”, Nassif llegó a Santa Fe para dirigirse a profesionales de la salud en los términos de esta escuela, que todavía tiene como prioridad la divulgación de su oficio: “Al psicólogo social Pichón Rivière lo concibe como un promotor de salud, primero que todo. Él fue un psiquiatra que fundó la Asociación Psicoanalítica Argentina y a comienzos de los 60 rompe con el psicoanálisis de forma bastante traumática, justamente, porque lo acusaban de que estaba loco. Algo que pasa normalmente cuando alguien intenta romper con las pautas dominantes. Pero lo de él no es una negación en bloque del psicoanálisis, sino que, a partir de sus prácticas clínicas, plantea entonces que no se puede comprender al ser humano ni a la composición de su psiquis sino en el conjunto de las relaciones sociales en las que emerge. Pichón Rivière hace una serie de redefiniciones a algunas de las cuestiones centrales del psicoanálisis. Su concepción acerca de cómo se constituye la psiquis se ve por ejemplo en el reemplazo de la categoría de ‘instinto’ por la de ‘necesidad’ o ‘deseo’, que se satisfacen socialmente en relaciones sociales que lo determinan y al sujeto como productor y producto de las prácticas”. O sea, nuestro entorno debe ofrecernos la seguridad de poder hacer lo que nos hace sentir bien.
Esta ruptura con la corriente iniciada por el psicoanalista más célebre, Sigmund Freud, se inclinó entonces por desarrollar, con o sin intención, una perspectiva con lentes marxistas. Entonces, tomando en cuenta las condiciones materiales de existencia de cada quien (el grado de acceso a bienes y servicios, a la cultura, sus relaciones laborales, familiares, etcétera) y las representaciones que nos hacemos de esas condiciones (o sea, de qué manera nos imaginamos en medio de esas condiciones materiales, con qué posibilidades de que resulten más amables para cada uno), se habla de qué se entiende por salud entre los psicólogos sociales: “Es sano el sujeto que es capaz de adaptarse activamente a la realidad. Esto sería, que a partir de una lectura crítica de lo real, se pueda mover en dirección de transformar lo real para que favorezca nuestras necesidades. Esa actitud de movilizar para un cambio, que en definitiva es social, pone a los psicólogos sociales en papel de promotores de una salud y de una mirada capaz de reconocer en el sistema las cosas que resultan dañinas y que, justamente, son las que originan la mayoría de las enfermedades conocidas”.
En esta línea, mucho de lo que tiene que ver con nuestras prácticas cotidianas, cuenta Nassif charlando con Pausa, también influye negativamente sobre nuestras mentes, que es lo mismo que decir que nos hacen muy mal tal vez no en una sola vez, sino en la repetición de situaciones de angustia a cada rato y por cualquier cosa: “En lo que tiene que ver con la salud mental nuestra, estudiamos varios casos a partir del concepto de ‘sociedad líquida’ que es de Zygmunt Bauman y que tiene que ver con la imposibilidad de mantener vínculos permanentes. La idea de que hacer proyectos es un espejismo por esto y que, por ejemplo, no nos podemos calmar más allá de la ansiedad que nace porque no nos contestan rápido un mensaje de WhatsApp. De esos episodios pueden derivar ataques de pánico, por nombrar una de las posibilidades. Asimismo el trabajo, que es el organizador principal de la vida cotidiana a la vez que es una de las cuestiones más atacadas desde las políticas que vienen desde las potencias económicas, sobre todo desde la crisis de 2008”.
En ese momento, se acuerda, “la salida fue tomar medidas a favor de los sectores bancarios mientras que las cuestiones negativas se descargaron sobre los sectores populares de todo el mundo. Pero igualmente esas transformaciones deben ser de fondo, porque en las escuelas se sigue enseñando y aprendiendo a ser sujetos que supuestamente llegarán al mercado laboral y ahí se quedarán, estables, como si eso fuera cierto. Sería más apropiado empezar a hablar de trabajo precarizado o hasta prepararse para pensar en todos los trabajos que deberemos afrontar durante nuestra vida. En ese sentido, María Eugenia Vidal mostró que con su carita de ángel se puede ser un ser terrible, las acusaciones a los maestros que trabajan en condiciones realmente miserables es una prueba contundente”.
La autora de ¿Es posible conocer la realidad?, que en 1970 cursó en Francia una beca con el filósofo Louis Althusser, uno de los referentes del pensamiento marxista del siglo XX, adhiere a la opinión de que el sistema está diseñado para reproducirse a sí mismo a través de las distintas instituciones ideológicas que lo componen: la escuela, los medios, la cultura, son todos agentes que mayormente se encargan de mantener el orden establecido, desde las relaciones de poder hasta la forma en la que funciona el mundo en el que “todavía faltamos muchísimos que empecemos a discutir que unos pocos se queden con lo que producimos todos”.
A esos aparatos ideológicos primero los conocemos en la propia casa: “Uno de los ámbitos de la psicología social es la familia. Trabajando sobre los vínculos que ahí se desarrollan se la puede convertir de reproductora del sistema a cuestionadora del mismo. No desde lo político, sino más bien a partir de la concepción de cuáles son los valores que nos van a ayudar a sentirnos más plenos y cuál es la vida que merece ser vivida, por ejemplo”.
Bajo el influjo de ese sistema de valores es que es posible que pasen cosas como que lo que debería beneficiar a todos se usa para el favor solo de algunos así como para profundizar y reproducir cada vez más la exclusión. El fenómeno del desempleo, tanto a niveles locales como mundiales está directamente relacionado con esto: “Este aparente ‘trabajo sobrante’ tiene que ver mucho con la robotización y la cibernética, que en vez de estar al servicio de satisfacer más plenamente las necesidades de los humanos, como para que trabajemos menos horas y dispongamos de tiempo para realizaciones más propiamente humanas como el arte, el crear, disfrutar de los amigos, de la naturaleza. En lugar de eso, esas tecnologías están más orientadas al incremento cada vez mayor de la riqueza para un grupo cada vez más pequeño”.
Como reflexión orientada a la transformación social que promueva una reconciliación entre cómo es el mundo y cómo necesitamos que sea, Nassif dice que “no se puede hacer nada desde una minoría, que por más que presuma entender cómo funcionan las cosas. El primer desafío es lograr la unidad”.