Bestiario de las Islas, una publicación que recopila historias y mitos sobre seres, peligros o fenómenos que nutren la cultura de los isleños.
Como el nombre lo indica, habla de bestias: bestiario. A lo largo de la historia supo ser un compendio de animales, plantas o demás cuestiones de la naturaleza, y llegó a ser muy popular durante la Edad Media. Muchas veces, se trataba de especies irreales, es decir, mitológicas o imaginarias. Y aunque la ciencia y la tecnología hayan modificado el conocimiento y el desarrollo de la humanidad, hoy día la geografía costera e isleña guarda múltiples relatos sobre seres y peligros naturales o sobrenaturales, incluso de apariciones y de elementos de protección como el cuchillo o el machete. Bestiario de las Islas es un libro que se encarga de recoger y dar a conocer esas maravillosas historias, tras un apasionado y riguroso trabajo realizado en el territorio. Aquí nomás, en Alto Verde, La Vuelta del Paraguayo, Colastiné, San José del Rincón y la isla Clucellas.
A lo largo de 2015, las promotoras del proyecto, Cecilia Moscovich, por parte del Ministerio de Desarrollo Social de la provincia, y Mariana Reyes, de Innovación y Cultura, realizaron entrevistas a pobladores y talleres o “ruedas de historias” en las escuelas Almafuerte de La Boca, N°39 9 de Julio de Colastiné Norte, N°16 Fray Castañeda de Rincón, en el Bachillerato Popular La Vuelta del Paraguayo, en el Centro de día CILSA de Alto Verde y en la secundaria Omar Rupp, donde llevaron a cabo su labor junto a Guardianes del Río, un proyecto de Extensión de la Universidad Nacional del Litoral. Pero no fueron los únicos. También participaron activamente alumnos de 4° y 5° año de la Escuela de Artes Visuales Juan Mantovani que, bajo la coordinación de la profesora Lía Demichelis, fueron los ilustradores.
Sobre la experiencia de propiciar el diálogo con los chicos, Reyes hizo hincapié en que “había que entrar mucho en confianza”. “Hablamos de lo que era un bestiario hoy y de lo que fue hace un montón de tiempo. De a poco empezaron a salir las historias porque había mucha reticencia por decir ‘van a pensar que estoy loco’, o ‘no voy a contar lo que me contó mi papá porque van a pensar que era un borracho’. En las escuelas había mucha euforia y emoción, típica de los chicos. Ir al lugar era mágico”, relató al repasar ese encuentro con el imaginario colectivo de la comunidad isleña.
Moscovich y Reyes son dos amantes del río, el agua y las islas –de hecho, ambas habitan la zona costera– y, sin duda, ese fue uno de los motivos esenciales de la aventura que emprendieron. “En principio nos interesaba recolectar historias de apariciones, de seres sobrenaturales. Pero a medida que los íbamos escuchando, sobre todo a Juan Carlos Romero, que se resistía a contar ese tipo de historias porque ‘eso era de borrachos’, él nos hablaba de los peligros reales, de que te sorprenda una tormenta en medio del río, de la inundación, de que te pique una yarará. Cosas del orden natural, social o cultural, no sobrenatural”, comentó Moscovich. Así y todo, este bestiario de nuestra región “reúne los peligros naturales o sobrenaturales y lo que el hombre ha hecho para defenderse de esos peligros”.
El libro –estructurado en forma alfabética– habla del Agua Bendita, El Carpincho Blanco, el Diablo, la Luz Mala, la Neblina, el Temporal, los Negritos del Agua, la Yarará y tantos otros seres o fenómenos que nutren la identidad de hombres y mujeres que, a pesar del sacrificio, eligen y se sienten ligados a su territorio. Una de ellas es María del Carmen Fernández, “una señora a la que llegamos de casualidad por una conversación. Un día yo estaba –recordó Moscovich– con un grupo de jóvenes, contándoles que estábamos por hacer este libro y una señora que estaba pescando al lado escuchó y me dijo ‘si querés saber historias de las islas, la que sabe un montón es mi mamá, que tiene 93 años, y vive desde chiquita en la isla’”. Otros son Ducules, hijo de María del Carmen, Carlos y Luz del Alba. Y a ellos se suman las voces de los chicos que no dejaron de contar las historias que han escuchado por parte de sus padres o abuelos.
A la hora de buscar un denominador común en estos relatos, Reyes consideró que “son historias muy sorprendentes o del ámbito de la imaginación, pero la mayoría tratan de personas o seres que, por algún motivo, sufren un mal y se terminan transformando. Generalmente, sobre un mismo personaje hay diferentes versiones. La Llorona es una mujer a la que se le murieron los hijos y anda penando buscando a esos niños. Algunos dicen que, en verdad, los había asesinado. Siempre son historias muy terribles –recalcó–. Hay un relato de La Llorona, de los nenes de la sala de cinco de la escuela 39, que dice que hay una Llorona negra y otra blanca. Después está el Lobizón que era un hombre muy particular que termina medio perdido y en determinado momento del año, del mes, de la luna, sufre una transformación. El Carpincho Blanco es un carpincho que aparece, pero si lo quieren cazar o matar empieza a doblarse en su tamaño en vez de morir”, ilustró.
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Llegado el momento de la compilación, se impuso el criterio de elegir los testimonios que refiriesen a “peligros sobrenaturales”. Así fue como, en el resultado final, se puede hallar un texto “polifónico”, entre “el relato de ellos y nuestras voces”, señalaron las hacedoras. Y agregaron: “Con el mismo registro se cuenta lo que puede parecer sobrenatural o lo del orden de lo natural. Está todo en el mismo nivel. Todas las historias protegen a algo a alguien, por más terribles que sean”.
Bestiario de las islas –cuya ilustración de tapa es obra de Jesica Bertolino– se ha distribuido en escuelas, bibliotecas populares e instituciones como museos. De hecho, el Museo Ameghino lo tomó como disparador para actividades previstas para las vacaciones de invierno. Y al mismo tiempo, Señal Santa Fe le dio vida a un documental basado la transmisión oral de la memoria, mientras que el grupo de teatro Los hijos de la pavota tomó como base el libro para la obra El Lobizón versus La Llorona.
Con relación, justamente, a la repercusión alcanzada y el valor de la publicación Moscovich argumentó: “Nos dimos cuenta que vino a llenar algo que estaba haciendo falta. Apenas tiramos la idea, todos se entusiasmaron. Tiene que ver con la identidad, las islas son misteriosas, el agua es una barrera, la mayoría de la gente no las conoce. Hay una reserva de biodiversidad que es ajena al mundo urbano. En esa misma línea, Reyes aplaudió “el compromiso” de los alumnos de la Mantovani. “Trabajaron extracurricularmente. Lo tomaron con mucho compromiso, hicieron visitas al Ameghino para ver los distintos tipos de animales. Habla del compromiso y las ganas. Trabajó y participo el que tenía ganas”, definió.
Si bien la tradición oral es un eje constitutivo del trabajo realizado, de la mano el “vínculo intergeneracional”, para los protagonistas sus historias “tienen que ver con todo el entorno en el que viven, con un contexto, no es sólo una historia que se escucha”, observó Moscovich, en tanto exaltó el valor “colectivo” del proyecto. “Es un proyecto generoso. Todos los que participamos lo hicimos desde la generosidad, de la alegría de compartir y de reconocernos en el otro”, definió.
El pasado 26 de mayo, Bestiario de las Islas tuvo su presentación formal en el Centro Cultural Provincial. Allí estuvieron presentes todos los protagonistas, que abandonaron por un rato su lugar de pertenencia para compartir, “verse, tomar un micrófono, poder hablar, hacer viva su propia voz”, concluyó Reyes.