Charlamos con Cristian Matungo Deicas, en la previa a los 10 años de Astro Bonzo.
Luces muertas, murmullo ansioso en todo el campo y Jimmy Page que aparece en medio de esa oscuridad, también todo de negro y con un pucho en la boca, con la panza de su Gibson Les Paul Standard 1959 colgando debajo de la costilla y cuando explota la batería empieza a riffear Inmigrant song. Robert Plant no canta el coro, pero enseguida nomás enganchan The wanton song, otra de Zeppelin, y ahí sí. Igual, ese jueves de enero del 96, saliera como saliera,para el Matungo sería una de las noches más altas de su vida. En los años que siguieron, los efectos de ese show en Ferro ayudaron a que Matungo se convirtiera él mismo en una referencia del rock local para los que acostumbrados están a las noches de bares y pubs en la capital de la cumbia: además de Astro Bonzo, supo grabar con La cruda un disco impecable como Mente en cuero:“Con Rodrigo nos conocíamos de años -ya habían compartido otra banda: Ozono Mental-, cuando Tristán se fue a España me llamó, una de las pocas veces que me tocó tocar con otro guitarrista y con el Leo hicimos lindos juegos de arreglos y estructuras, estuvo muy bueno”. Y además de todo, también sirvió guitarras para que Gustavo Angelini reviviera canciones de Carneviva, Patada de elefante y su material solista en algunas fechas.
Sería injusto que alguien dijera que el Deicas rockero no estambién protagonista de la historia contemporánea de nuestra música.
Astilla de varios palos
El final de una gira de Los Palmeras a fines de los 80 significaba para Matungo que su viejo, Cacho, iba a volver con nuevos casettes de The Beatles o Creedence y así creció no solamente su memoria sonora y la influencia que más tarde aportarían a su toque, sino también un entusiasmo por rastrear y explorar la genealogía de esos artistas. “Muchos de los primeros rockeros de la ciudad eran contemporáneos de mi viejo y, de una forma u otra, me fui acercando a la historia de Bichos de Candy y Virgem, por ejemplo. Mucho tiempo después tuve la suerte de poder tocar con Carlitos Joannas y Horacio Bidarra”, le contó a Pausa en la previa de la presentación de Electrocutar, en diciembre de 2015. Menos de un año después de esa salida, el divorcio artístico de esa formación, exigió dejar en piloto al Bonzo, hasta ahora: “en ese mismo tiempo la Hot Band, empezó a ganar su propia fuerza y como en los dos proyectos coincidimos con HG (Hernán Gorosito, bajista) encaramos esa etapa con muchas ganas, porque esta banda nueva sonaba lindo también. En ese momento yo le había propuesto a Dany Fanky rodearlo con una banda y en ese primer tiempo funcionó bárbaro hasta que él eligió otros recorridos y ahí entraron Agostina (Arnold) y Diego (Arenales). Hoy día está muy buena la energía que corre en la Hot, sobre todo porque logramos pasarla bien y el público se copa mucho”.
Después de años de perseguir el vuelo de la “abeja de una tonelada” (también conocida como el pedal Fuzz), de ese “rock clásico de los ’70, Pescado Rabioso y Zeppelin que están patentes en el sonido de Astro Bonzo, empecé a escuchar más a tipos como Jeff Beck, Clapton, Rory Gallagher o Nile Rodgers, que son referentes del blues y el funk y tocaron siempre con Stratocaster, que es un mundo nuevo: bobina simple, más brillante su sonido, bien definido, y que me lleva por otros lugares distintos a la Les Paul que siempre usé. En verdad son como el día y la noche, muy distintas, ahora estoy todavía acomodando las manos, tratando de sacarle el sonido, de manipular su esencia. Incluso hasta tiene más combinaciones de bobinas que las tres clásicas de la Les Paul y eso fue gracias a Hendrix, que destrabó las típicas 3 posiciones y podía conseguir nuevos sonidos en posiciones intermedias. Después Leo Fender adaptó eso y ya quedó como característica misma de la guitarra. Pero bueno, más allá de eso también disfruto bastante de bandas como Wild Cherry, The Metters, Chic, RH Factor que noto que exponen su alma tocando o cantando, son tan genuinos que logran ese estado de sintonía con su público que, más allá de qué tan purista se pueda ser de un estilo u otro, esas cosas para mí hay que imitarlas. Yo creo que las mejores bandas son las que logran sonar a sí mismas poniendo el alma y el cuerpo”, cuenta acomodado en el living de los estudios /sala de ensayo Brain Damage, está en lo hondo de una cuadra de pocas luces por barrio Belgrano.
La década bonzo
Cuando todos eran un poco más jóvenes, los ensayos eran en la piecita del fondo de La Llave. El 14 de septiembre de 2007 en Black and White: ese día Astro Bonzo hizo su primera ofrenda: Matungo, el Flaco Ferrero, Francisco Rusillo y el Topo Adrián Perren (hoy de vuelta en la banda) tocaron clásicos de su futuro como "Mujer mocoretá" y "Vaho vaho".
Desde ese año hasta ahora, ¿adónde no tocó Astro Bonzo? En lugares perdidos como el del debut, en La Llave, el Patio Catedral y el Marconetti, en la Avenida 7 Jefes, la playa de El Pozo, la Bienal, Tecnópolis, el Roxy, el anfiteatro Humberto de Nito y La Sala Lavarden de Rosario, junto con la Banda Sinfónica Municipal, junto con el Emparche, en la ópera rock “Indio”, en el documental 65/75 Comarca Beat, tocaron una versión de La balsa con Litto Nebbia, Rodolfo García y Emilio del Guercio y, en 2012, “uno de los grandes desafíos de mi vida musical fue abrir el cumpleaños 40 de Los Palmeras, ¡imaginate! Por suerte la gente se portó 10 puntos con nosotros, nos aplaudieron y llevamos los límites del rock un poco más allá… digo, cuesta pensar cómo reaccionaría un público rockero ante una situación inversa”.
Después de haber pasado por varias bandas y manejar distintas formas de trabajo, Matungo volvió a asumir el rol de líder de banda como en la época de La Moto y esto es importante porque esos temas no solamente sirvieron para darle de comer al Bonzo, sino que además trascendieron y abrieron todos esos escenarios nombrados y los pusieron a tocar con algunos de los artistas más valiosos del país.
“Si bien pasó bastante tiempo desde que la banda estaba parada, no quería dejar de hacer un homenaje a todo el trabajo que se hizo y ese homenaje empezó a tener forma más que nada en los ensayos de la Hot, cuando nos poníamos a jammear rocanroles y hacíamos, por ejemplo, el “Blues del resentido”, le caía tan bien a Diego cantarlos que al toque paré la oreja. Para hacerlo realmente como Astro Bonzo nos reencontramos con el Topo Perren y ahí se cerró el círculo perfecto para pensar en este concierto y hasta se le nota futuro al Bonzo”.
Mientras, en lo que duró el invierno, salió la segunda parte de Electrocutar, cinco canciones en formato acústico que se llamaron Refugio y tiene su versión de Cantata de puentes amarillos: “ya vamos a encontrar el momento de hacerle justicia a ese disco, creo que va a hacer falta porque veo una onda de que los viejos músicos nos estamos poniendo las pilas, ojalá los pibes más nuevos se contagien de eso. La idea es que si los chicos nuevos del rock tienen que tomar algo de nosotros que sea eso: la ganas, la pasión y el laburo siempre por la música”.
La vuelta va a ser este sábado en Tribus (Pedro Vittori 3523) desde las 22, con el show previo de Sucios Diamantes. Las anticipadas se consiguen en el mismo bar y en “Lo de Tato” (Lisando y 9 de Julio), están a la venta a $100 y vienen con disco.