Lanzaron en Santa Fe un Servicio de Acompañamiento a las Infancias Trans inédito en el país.
“Tengo 13, empecé la transición a los 9, cuando estaba en tercer grado. Me gusta el fútbol y la lucha, voy a torneos de fútbol pero mi mamá no me quiere anotar en un club por la revisación, tiene como un temor. Hoy vivo como lo que sabía que era desde que tenía 2 años. Cuando pude manifestarlo mi familia no entendió pero me acompañó. Mis compañeros, mi maestra y la directora me ayudaron a ser lo que soy, tengo muchos amigos y gracias a eso hoy en día soy feliz”. Facha habla por primera vez en público y en esas pocas líneas resume su vida, dejando en un suspiro a quienes lo escuchan.
Facha fue el primer niño trans, luego de Lulu, la primera niña, en acceder en 2014 al reconocimiento de su identidad en el país, sin pasar por un proceso judicial. A sus nueve años, miró a su mamá, Bárbara Mengarelli, y le dijo “voy a cagar a palos a la cigüeña porque me trajo nena y soy varón”. Mengarelli, luego de acompañar a su hijo en el proceso de transformación, es hoy secretaria de infancias y adolescencias trans de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans. Mientras Facha habla, lo mira emocionada, le saca fotos y lo filma. “Siempre fue él, sólo que a mí me lo vendieron como una ella que no era. La primera vez que fuimos al hospital para hablar con una médica, se encerró en el baño y me dijo que nunca más salía a la calle disfrazado de nena. La única referencia que yo tenía de una persona trans era Florencia de la V, nada que ver con un niño de 9 años”.
Las infancias trans existen, aunque casi no las veamos. En los medios, personas y personajes como de la V o Lizi Tagliani parecen ser todo el universo trans posible, mostrable y aceptable. Cómo fueron sus infancias, sus procesos de afirmación identitaria, los obstáculos que enfrentaron, pueden ser referenciados pero nunca llevados más allá de la anécdota ni más acá enmarcandolos en un contexto social, político y cultural que contiene, y expulsa, esas existencias.
La visibilidad que aún parece difícil en los medios, en Santa Fe comienza a asumirla el Estado. “Este servicio que se propone acompañar el tránsito de las niñas y niños trans en toda la provincia, tiene como objetivo poder garantizar no sólo un marco de derechos sino infancias felices y plenas”, resume Esteban Paulón, subsecretario de Diversidad Sexual provincial.
El Servicio de Acompañamiento a las Infancias Trans funciona de hecho desde que la subsecretaría arrancó a trabajar en diciembre de 2015, pero ahora comienza a sistematizar sus intervenciones, que han brindado ya asesoramiento y contención a 10 niños, niñas y adolescentes trans, con edades que van desde los 4 hasta los 17 años.
“Es muy importante para nosotros poner a disposición este servicio, del cual aún no hay mucha demanda pero donde queremos que la haya”, comentó Paulón. “Es una apuesta a que cada vez más las familias, los entornos, escolares y de todo tipo, puedan ir visibilizando y comprendiendo que esto que hoy les están expresando estos niños y niñas no es nada que haya que corregir, silenciar, reprimir ni tratar. Muchas veces esas familias caen en un mal profesional, en ciertas comunidades, donde les dicen que pueden ‘corregir’ esto con medicamentos. Queremos que esos padres y madres sepan que el Estado tiene un servicio de acompañamiento y que el tránsito de sus hijos e hijas puede ser de otra manera”.
Entornos inclusivos
El programa Género y Familia, que contiene este servicio, se plantea como un acompañamiento para los pequeños pero también para sus familias y comunidades. “El núcleo de este proyecto tiene que ver con aumentar los niveles de aceptación familiar, además de que partimos de la base de que lo que une a las familias es el afecto, el amor”, explicaba el psicólogo Javier Panziera, coordinador del equipo que realiza los abordajes. “Si yo puedo lograr comprender cómo esta familia construye el mundo, comprender que están sufriendo e ir viendo por qué lado viene ese sufrimiento, seguramente voy a poder entablar una buena relación y ahí va a haber alguna chance de que algo del orden de la aceptación comience a aumentar. Fundamentalmente porque, hagan lo que hagan, el niño o la niña, sólo puede ser quien es… no podemos ser otra cosa que eso, solo podemos sufrir más o menos por los obstáculos que se nos ponen en ese camino hacia ser quienes somos”.
Los objetivos del servicio son brindar asistencia psicológica, sanitaria, médica, priorizando los abordajes familiares, “aunque no siempre realizamos intervenciones terapéuticas, muchas veces lo que hacemos es proporcionar orientación, democratizar información”, comentó Panziera. “Cuando nos llega un caso lo primero que se hace es un proceso de admisión, conocer a la familia, entrevistas con los padres, y luego damos una devolución. Muchas veces el proceso termina ahí. También nos encontramos con que los niños y niñas no están en crisis pero sus familias sí. En la consulta, un niño de ocho años, en proceso de transformación pero que aún responde a su nombre de varón, viene y me dice ‘quiero poder usar en mi cumpleaños el vestido de Frozen y que mi mamá no se ponga mal’. La intervención ahí no es con el niño sino de orientación a los padres, pautas de cuidado para con la familia ampliada, los vecinos, la escuela”.
Intervenciones
Los niños y niñas trans no existen aislados en este mundo, van a la escuela, se atienden en el sistema de salud, concurren a un club, y en cualquiera de estos ámbitos puede sufrir hostigamiento y discriminación, por eso el abordaje tiene que ser interdiciplinario y articulado.
Los casos, según informó Paulón, se analizan de manera individual y específica. Las particularidades de cada entorno configuran los tipos de intervención. “No es lo mismo desarrollar una identidad trans en Rosario o Santa Fe que en Gato Colorado”, explicó.
En este sentido, además, comentó que desde hace un mes se encuentra a disposición un número telefónico de guardia (0342-155329647) y que los casos llegan por diversas vías: organizaciones sociales, referentes territoriales, redes sociales, los equipos locales de Municipios y Comunas, por las escuelas, las propias familias. “Hay un montón de vías, lo importante es que llegue al equipo para que podamos darle un cauce”.
En cuanto a la articulación con otras áreas del Estado que puedan estar implicadas en el entorno de los niños y niñas, el subsecretario comentó: “Tenemos que armar un circuito con el Ministerio de Educación, con los CAF, con Cultura, los hospitales. Nuestra apuesta es que esto que hemos estado haciendo artesanalmente, se transforme en un servicio articulado”.
Para todos los mundos
Según una encuesta de la Mesa Nacional por la Igualdad y la Asociación de Travestis Transexuales y Transgéneros de Argentina (ATTTA), realizada a 400 personas trans adultas, el 75% afirmó que desde siempre supo cuál era su identidad de género, pero un 31% lo expresó socialmente antes de los 12 años y un 43% lo hizo entre los 13 y los 17.
Para Panziera, hay una serie de políticas que son claves para que las y los niños trans puedan desarrollarse en ambientes propicios para que su proceso de afirmación identitaria sea, al menos, amable. “Nosotros entendemos que quien transiciona no es la persona sino la familia, porque está pensado el género como algo estanco, no fluido. Entonces ¿cómo hacemos para empezar a vivir en un sistema con variabilidad de género? Para esto creemos que es fundamental la Educación Sexual Integral, porque permite que los niños y niñas, desde muy pequeños, reciban educación en clave de género”.
Finalmente, Vanesa Oddi, secretaria de Políticas Sociales, de la que depende la Subsecretaría de Diversidad Sexual, comentó: “la humilde pero desafiante pretensión de este programa es, nada más ni nada menos, que transitar y hacer efectiva la presencia de un Estado que, si se dice democrático, plural y que trabaja en defensa de la igualdad de derechos y oportunidades, no puede hacer otra cosa más que cumplir y hacer cumplir la ley. La ley de identidad de género y también la de infancias. Con este programa queremos hacer una apuesta a que nuestros niños y adolescentes puedan transitar sus vidas de maneras libres, sin violencias, sin estigmas, sin miedos, sin correctivos, y con la presencia efectiva de adultos, familiares e instituciones que se comprometan no sólo con esos catálogos de derechos sino con lo que nos merecemos todas las personas, ser felices. Trabajar por los niños y adolescentes no es solo una apuesta de futuro, sino una apuesta de presente, porque mientras podamos elegir y ser libres desde más pequeños, seguramente nuestros futuros estarán más llenos de la dignidad que merecemos”.