A poco de celebrar su primera década, el proyecto SOS Música apuesta al aprendizaje y también a fomentar el trabajo colaborativo y a observar las problemáticas de los chicos.
Son las 9.30 de un sábado fresco y soleado. Ni bien se ingresa a la escuela Nº 1255 Malvinas Argentinas, ubicada en Las Flores, un sonido particular comienza a ser parte del encuentro. De un aula sale Dylan, donde hasta hacía un ratito estaba afinando su violín. Enseguida responde que tiene 10 años y que empezó hace cuatro a ser parte de SOS Música, el proyecto que lleva adelante la Secretaría de Cultura de la Municipalidad de Santa Fe en barrios alejados de las comodidades del centro.
“Empecé este año acá. Iba a mi escuela Gálvez. La vi a mi hermana, mi hermana empezó hace ocho años a tocar el violín. La vi a ella y me encantó todo lo que podía hacer. Cuando sea grande voy a seguir estudiando y voy a ser profesor de música”, aseguró el pequeño que trascendió por las redes sociales al dar a conocer su versión del popular “Despacito”, en violín.
[quote_box_right]Para Nardi, la idea es “retroalimentar el proyecto con el ejemplo más contundente que es el de chicos que han salido del proyecto”.[/quote_box_right]
Según comentó Gustavo Nardi, coordinador y gestor de la propuesta, “la familia de Dylan es una de las clásicas familias del extra radio de la ciudad que tiene ganas de salir adelante y, en este caso, el Municipio está presente tratando de brindar esas herramientas”. El niño habita junto a su familia en Nuevo Horizonte. Tiene tres hermanos, de los cuales dos también tocan instrumentos. “A través de poner el foco en Dylan y mostrar que tiene unas condiciones fantásticas para el instrumento, profundizamos en el entorno de la familia. Con José Corral fuimos a visitarlo. El intendente vio dónde vivían, conoció la situación de la familia. El padre y la madre se dedican a la panificación en casa. Desde el Estado –remarcó el docente–, se les brindó ayuda para darles cursos de capacitación, a través de Escuelas de Trabajo, para poder obtener el alta como montributistas y se le facilitaron materiales para construir un espacio delante de la casa y poder hacer la elaboración”.
La historia de Dylan es sólo un ejemplo del talento que anida en cientos de niños que aguardan una oportunidad. “Son historias de vida muy gratificantes porque, en definitiva, uno está en el lugar que está para hacer cosas, con errores, con aciertos, pero poder propiciar y apostar por un estilo de vida que es tener un trabajo y objetivos”, reflexionó Nardi.
De alumnos a asistentes
A poco de cumplir una década –en diciembre próximo– de trabajo creciente en cada uno de los núcleos ubicados en Las Flores, Barranquitas, Guadalupe Oeste, El Pozo, Alto Verde y Yapeyú –y dentro de poco también en Santa Rosa de Lima–, SOS Música posibilitó este año que dos jóvenes de 19 años realicen pasantías como asistentes. Tal es el caso de José, quien empezó a tocar el violoncelo a los 12 años en el mismo proyecto. “A fin de ese año, por cuestiones de movilidad y porque el instrumento es muy grande, cambié al violín. Después fuimos a un festival de orquestas en Chascomús y al regreso me anoté para estudiar en el Liceo Municipal. Gracias al estudio en el Liceo hoy estoy haciendo la pasantía”, relató.
Con el apoyo de su familia y particularmente de su mamá, José comenzó a sentir que el instrumento era “una compañía”. “No tenía muchos vecinos de mi edad y me la pasaba con el instrumento, estudiando, tocando la música que a mí me gustaba. Es algo que te ayuda a ser libre porque se expresa lo que quiere, se toca con los sentimientos”, manifestó. Este estudiante del sexto año de la carrera de Formación Profesional de Instrumentos del Liceo Municipal consideró que la experiencia de estar frente a un grupo de chicos no es otra que la de “compartir”. “Es poder decirles cómo uno estudia, cómo pueden estudiar en casa, si algunas cosas les cuestan cómo resolverlas. También otras técnicas o cosas que yo haya aprendido. Hay que ir viendo qué les sirve. Y que el día de mañana, gracias a alguna cosa que le dije o aprendieron, puedan salir adelante e incentivarlos a que también estudien”, definió.
[quote_box_center]Desde que el proyecto se gestó en la Secretaría de Extensión de la UNL, han pasado más de mil chicos por SOS Música.[/quote_box_center]
A la hora de fundamentar esta nueva iniciativa, Nardi apuntó que la idea es “retroalimentar el proyecto con el ejemplo más contundente que es el de chicos que han salido del proyecto. No sólo los ayuda económicamente para poder seguir sus estudios, sino también pueden potenciar la cuestión formativa. Están comenzando al aprendizaje del trabajo con otros grupos de alumnos, y son nuestra apuesta a futuro”.
La otra asistente es Milena, que reside en Cabaña Leiva y ya cursa el primer año del Profesorado de Música con Orientación en Violoncelo y el Profesorado con Orientación en Dirección en el Instituto Superior de Música de la UNL. “Me tiré a la pileta para ver si me daba para hacer dos carreras. Para mi gusto personal, voy bien –dijo entre risas–. Es todo nuevo. No me imaginaba que iba a hacer esto”, expresó. Al igual que sus pares, esta joven comenzó a tocar el violoncelo a los nueve años en SOS. “Lo elegí porque en ese tiempo estaba la posibilidad del violín o el violoncelo. Todos iban a violín y a celo nadie, entonces dije ‘voy a celo, voy a hacer algo distinto’. Cuando uno toca se siente algo muy personal, es una sensación de liberación. Está muy bueno”, enfatizó entusiasmada.
Su nueva tarea de enseñar a los pequeños violoncelista, “es muy nueva”. “Estoy aprendiendo muchas cosas, (por ejemplo) cómo manejar un grupo. Por ahí los chicos se dispersan demasiado, pero somos compañeros. No me considero ‘profe’, les brindo a los chicos lo que sé. Si ellos lo quieren, yo estoy ahí. Venir un sábado a la mañana es un gran desgaste porque ahora estoy cursando. Pero en vez de quejarme, le veo el lado positivo. Los ensayos recargan de energía –acentuó–. Y, además, después tenemos un concierto y sale genial y decís ‘valió la pena todo el esfuerzo’”, sostuvo con una sonrisa abierta.
Otra vuelta por Paraguay
Como ya es habitual SOS Música participó del 18 al 21 de julio último del Seminario y Festival Nacional de Orquestas Juveniles de Sonidos de la Tierra en Paraguay. “Fue una experiencia fantástica no sólo por compartir con cerca de tres mil chicos un objetivo común como es armar un concierto. Siempre es una buena oportunidad para testear cómo vienen creciendo los chicos porque son compromisos importantes, no solamente desde lo musical”, ponderó Nardi y agregó que la orquesta de SOS, con su contingente de 30 chicos, fue la única representante argentina. El resto de los asistentes fueron todas las agrupaciones de Sonidos de la Tierra de Paraguay y delegaciones de Bolivia, Francia y Chile.
“Esta vez la experiencia fue más tranquila que la del año pasado. Los chicos están más crecidos, más seguros. El año pasado fue para muchos de ellos la primera vez que se iban de viaje. Este año ya habían vivido esa experiencia y, a la vez, mostraron un crecimiento personal muy importante”, aseguró el coordinador, que también encontró en SOS Música un espacio para su propio crecimiento.