En los primeros siete meses de 2017, el déficit comercial escaló a 3.428 millones de dólares, con importaciones en rápido ascenso y exportaciones que no logran despegar. Hay que remontarse hasta 1994 para encontrar el registro de un déficit similar, aunque menor: 3.255 millones de dólares.
En julio el rojo fue de 798 millones, el segundo más alto del año, provocado por un salto de las compras al exterior del 30% (15,4% en el año) y una suba de las ventas de apenas 5,2 % (1,4% en el año).
Estos datos todavía no contemplan el impacto en las exportaciones de biodiésel por las políticas proteccionistas de la gestión de Donald Trump ni, tampoco, los logros de su vicepresidente Mike Pence en su visita a la argentina, al obtener los permisos para exportar carne de cerdo a nuestro país.
Las compras de bienes de consumo tienen cada vez más preponderancia, dejando de lado producción nacional. Los más afectados son rubros sensibles como textiles, calzados, marroquinería y muebles. Entre enero y julio de 2015, las importaciones de bienes finales totalizaron 3735 millones de dólares, con una participación sobre el total de las compras del 11%. En igual período de 2017, la cifra avanzó hasta 4698 millones, 26% más, y la participación subió al 13%. Medidas en cantidades, las compras de artículos de consumo crecieron 12,5% en lo que va de 2017.
El otro gran rubro de disparada de las compras externas es el automotor. En los primeros siete meses de 2015 estas importaciones involucraron 1874 millones de dólares, con una participación del 5% sobre el total. Este año, el monto trepó hasta 3518 millones de dólares.