12 de octubre, nada que festejar

comunidades originarias

Por Julia Colla (*)

Otro 12 de octubre. Una fecha controversial en el calendario nacional. Para las comunidades indígenas es un día de duelo y de conmemoración del peor genocidio cometido sobre sus pueblos a partir de la llegada de los españoles. Y que luego fue seguido por muchos otros.

Por ejemplo este 10 de octubre se cumplieron 70 años de la masacre al pueblo Pilagá en Rincón Bomba (Formosa). En aquella matanza, la Gendarmería Nacional persiguió a cientos de hombres, mujeres y niños que fueron violados, fusilados y quemados. Nunca hubo reconocimiento por parte del Estado, ni mucho menos resarcimiento y justicia para las familias.

Nuevamente, en el 2017 se puso en primer plano la relación violenta de esta fuerza represiva durante la feroz represión en el territorio mapuche del Pu Lof en Resistencia en Cushamen (Chubut), cuando desapareció Santiago Maldonado.

La política de genocidio continúa contra los pueblos indígenas y se reconfigura al calor de las políticas de Estado. No sólo opera a través de las fuerzas militares, sino que tiene sustento en el discurso político y los medios de comunicación. Lo que ayer se denominaban “salvajes”, hoy son catalogados como “terroristas”.

Una muestra de ello son las causas judiciales contra los indígenas en Chaco. Las amenazas de muerte en comunidades de Jujuy. La cárcel para el dirigente Wichí, Agustín Santillán, que denunció las injusticias en Las Lomitas (Formosa). Las muertes por hambre y desnutrición en El Impenetrable (Chaco). Esta es la situación de los pueblos originarios de Argentina.

Reconocer el genocidio originario es atender a las demandas actuales de estos pueblos que luchan por su tierra ancestral, su cosmovisión y su lógica impresa al territorio. Asumir como cierta la idea de que “descendemos de los barcos”, es negar que gran parte de los argentinos pertenecen a alguno de los 31 pueblos indígenas que habitan en el territorio. Tenemos la tarea de comprender las demandas de las comunidades y asumir su reclamo como propio. Hasta tanto no nos conmueva cada conflicto y cada represión, ese proceso social genocida seguirá vigente.

 

(*) Socióloga, especialista en pueblos originarios.

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