Mientras la Nación recorta presupuesto en género, las mujeres se encuentran y organizan.
No hay en el mundo otro evento como el Encuentro Nacional de Mujeres de nuestro país, con estas características y masividad, que se mantenga y crezca por más de tres décadas. El finde largo de octubre llegaron hasta Resistencia entre 50 y 70 mil mujeres de todo el país, de diversas edades, disciplinas, trayectorias académicas, militancia y vida, para discutir, conocer-se, llorar, reír y bailar durante tres días.
Que un hecho político, social y cultural de esta magnitud casi no tenga cobertura de los grandes medios nacionales, no es casualidad. Lo que allí se pone en juego es, desde hace 32 años, el lugar de las mujeres en esta sociedad, sus demandas, problemas, sueños y expectativas. Y ante esto se chocan los medios que estereotipan e invisibilizan, la Iglesia que oprime y reprime, los estados que poco hacen por la real igualdad y acceso a derechos.
El documento leído en la jornada inaugural del encuentro expuso esta situación: “La justicia patriarcal avala la impunidad de violentos y femicidas. El Estado no destina recursos ni propone respuestas integrales para abordar la problemática. La falta de voluntad política de los distintos gobiernos, anteriores y actuales, impidieron la implementación de la Ley de Erradicación de la Violencia contra las Mujeres. Por lo que exigimos desde aquí la declaración de la ley de emergencia en violencia de género a nivel nacional y provincial que implique presupuestos con perspectiva de género”.
Del dicho al hecho
Aunque durante toda la campaña escuchamos desde el oficialismo nacional cosas como “luchar contra la violencia de género es política de Estado”, la realidad de esa afirmación es fácilmente comprobable con los números, donde las declaraciones de intención encuentran sustento, o no.
Según consta en el proyecto de Presupuesto 2018, el gobierno nacional destinará 161,5 millones de pesos al Instituto Nacional de las Mujeres, lo cual representa un recorte nominal de dos millones respecto del Presupuesto 2017. “A esa reducción de dos millones también hay que contemplar el impacto de la inflación, que este año va a superar el 22% anual”, comentó la senadora de la CC-ARI por Río Negro, Magdalena Odarda, quien es autora del proyecto de ley para declarar la emergencia social por violencia de género en todo el país, que por su falta de tratamiento en la Cámara de Diputados perderá estado parlamentario el 30 de noviembre.
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En el mismo sentido, referentes de diversos espacios feministas presentaron una carta en el Congreso manifestando su preocupación ante este recorte y las insuficientes partidas destinadas para el programa de Educación Sexual Integral, que recibirá apenas $21.852.645, y para el de Escuelas Populares en formación de género, que contará con $1.021.050. Además remarcaron que no está detallado cuánto se le asignará al Programa de Asistencia y Patrocinio Jurídico Gratuito a Víctimas de Violencia de Género y que no se prevé para 2018 la partida extra –que este año fue de 47 millones de pesos– para el Plan Nacional de Acción para la Prevención, Asistencia y Erradicación de las Violencias contra las Mujeres.
Si se compara con otras asignaciones, y prioridades, en el presupuesto 2017 se destinaron 4.200 millones para propaganda de actos de Gobierno, partida que recibió esta semana un aumento de unos 400 millones, según se publicó en el Boletín Oficial.
Encuentros que transforman
Mientras el Estado sigue sin tomar las medidas necesarias para proteger la vida de las mujeres, las mujeres se juntan, se escuchan, se acompañan, se educan mutuamente. En eso reside el espíritu profundamente transformador de este espacio que, entre otras cosas, parió el #NiUnaMenos, que ya es bandera de lucha en muchos otros países.
Sobre esa experiencia transformadora le contaron a Pausa dos mujeres que por primera vez viajaron desde la Vuelta del Paraguayo y San Lorenzo al Encuentro en Chaco.
María dejó atrás hace tiempo su nombre para ser la Chuno, así se presenta y así la conocen en el barrio de la costa. Allí integra el Proyecto Revuelta y es una de las estudiantes del Bachillerato Popular “La Vuelta del Paraguayo”. La Chuno viajó a Resistencia junto a sus compañeras del Proyecto, consultada sobre su sensaciones al respecto, nos contó: “Este encuentro me ayudó en mi vida, ya que hoy no tengo vergüenza de hablar y que las demás mujeres sepan que sufrir violencia de género no nos tiene que impedir dar ese gran paso, el de saber que no estamos solas, que no tenemos que pasar toda una vida bajo el dominio del patriarcado, que nos impone miedo y nos puede llevar al peor de los finales. Sentí en esa marcha una liberación que hacía mucho tiempo no sentía, poder reír, saltar, gritar sin culpa, sin que el tiempo o la hora me importaran. No me sentí controlada, y si en algún momento me brotó una lágrima, esta vez no fue por palabras hirientes de aquel que maltrata, esta vez fueron por la emoción de encontrarme en esa multitud, junto al grito de miles de mujeres reclamando ser entendidas, valoradas, mezcla de lucha y unidad, pero sobre todo de compartir experiencias para organizarnos y defendernos. Creo que después de este encuentro me queda algo muy claro: que mi lucha no es sólo mía, que somos miles, que no estoy sola, que estamos juntas, que tengo derecho a decidir y ser feliz porque me lo merezco, porque soy mujer y eso es lo más valioso”.
Desde el extremo oeste de la ciudad, Patricia Bonasi, de 52 años, también viajó a Resistencia junto a un grupo de mujeres del Centro Cultural y Social El Birri, de donde “entro y salgo todo el tiempo, desde hace unos 10 años, porque mi hijo viene a todos los talleres que dan acá”, nos cuenta. Patricia colabora en las actividades del centro cultural y es parte importante del detrás de escena La Birrilata, la escuela de carnaval de El Birri, donde ayuda a hacer los vestuarios.
“El Encuentro de Mujeres fue una experiencia desde que salimos, desde que me subí al colectivo, hasta que llegue al Chaco”, dice con cierta emoción. “Fue inolvidable, ver tantas mujeres, escuchar las cosas que decían, que pedían para que no las maltraten, que salgan leyes, algo de apoyo, que aparezcan las chicas que están desaparecidas”.
Consultada sobre lo que más le gustó de la experiencia, Patricia no duda: “Lo que más me gustó fueron los talleres. Fui a uno sobre maltrato, donde había mujeres que contaban que tenían que pedir permiso al marido para salir a hacer un mandado, o una chica de 24 años que el novio la golpeaba y quedó paralítica de una pierna. Vi cómo luchaban las chicas por la igualdad de género, por el aborto, para que nos escuchen los políticos, para que los curas no se metan tanto en nuestras vidas. Además yo nunca había viajado así en un grupo de tanta gente, aprendí a convivir con las chicas, a conocerlas, me gustaron las charlas en el colectivo, contando sus vivencias”.
Patricia volvió de Resistencia con ganas de replicar el encuentro en su barrio, en San Lorenzo, en El Birri. En forma de mateada, de bingo, en un espacio donde otras mujeres puedan ver, como pudo ver ella en Chaco, “que también nosotras tenemos derecho a tener un espacio, que no tenemos que depender tanto de los hombres. Las mujeres también podemos arreglar un techo, hacer electricidad y así no depender tanto de ellos, porque ya no existe más eso, que los hombres hacen unas cosas y las mujeres otras, somos todos iguales”.